Author: gabtorar
•10:16
Juan 10:10: “El ladrón no viene sino para HURTAR y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”.

No porque el que tema se haya agotado, pero cerrando esta idea que la ocasión hace al ladrón, quiero referirme a un aspecto de este asunto que me parece muy notable.

En la definición de hurto, está la idea que este se realiza sin uso de la fuerza, sin violencia. Como un hermano de la congregación, muy acertadamente me hiciera ver, el hurto es que alguno “tome algo de mi pertenencia que yo dejé abandonado”.

Las sociedades tienden a ser drásticas para censurar y castigar (cuando se puede) cualquier forma de violencia porque la violencia atenta contra las personas.

Somos drásticos y duros contra el violador o el asesino, pero hay delitos de cuello y corbata que suceden diariamente delante de nuestros ojos, los cuales no son tan enfáticamente reprochados.

Esta clase de delito más civilizado es oportunamente cubierto mediante el uso diestro que los grupos de poder ejercen sobre los medios de comunicación.

Esta poderosa influencia hace que las cosas rápidamente vuelvan a fojas cero.

Esto pasa muy frecuentemente y aunque somos afectados, no hacemos mucho al respecto, porque sucede sin violencia

Un sino de nuestra sociedad es estar marcada por el incremento de delitos que no usan la violencia de modo personal. Es como si la maldad se hubiese sofisticado.

En nuestro país las personas somos víctimas, cada vez más, de esta clase de delitos, que no tienen tanta notoriedad porque como ya dije no son violentos.

El problema es que aun cuando no se use la fuerza en esos delitos, ellos están arraigados con mucha fuerza en la sociedad y producen muchos estragos, muchas pérdidas.

Hay cosas grandes y pequeñas que nosotros hemos dejado abandonadas que corren el alto riesgo de ser hurtadas.

El descuido como ya he mencionado, es más devastador de lo que pensamos.

No necesitamos hacer nada malo. Todo lo que debemos hacer es nada, es decir, dejar algo abandonado. Los resultados se dejarán ver en su debido momento.

¿Cuántas personas (enemigos) están pacientemente esperando ese descuido de nuestra parte?

Si el enemigo está al acecho, debemos tener presente que esperará que actuemos negligente o descuidadamente. Que dejemos algo abandonado para poder hurtarlo, para echarle mano.

De las muchas áreas de la vida en que podemos ser descuidados, la vida espiritual es quizá la más delicada de todas.

Francamente ser descuidados en esta área nos pasará la cuenta en algún minuto del camino.

Descuidar nuestra comunión con Dios nos separa de Él y de los recursos que Él ha dispuesto a nuestro favor.

Otorga al mismo tiempo una mejor opción al ladrón para actuar en nuestra contra, no porque Dios decida no ayudarnos sino porque nosotros mismos nos endurecemos y volvemos insensibles a su voz.

Descuidar a Dios, Su palabra, Su presencia en nuestra vida es abrir de par en par las puertas al ladrón.

Es concederle al enemigo la oportunidad que siempre espera para despojarnos de Dios y de lo que Él tiene para nosotros.

Espero que no olvides querido lector, que “la ocasión es lo que espera el ladrón”.
|
This entry was posted on 10:16 and is filed under . You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. You can leave a response, or trackback from your own site.