Author: gabtorar
•10:18
Mateo 25:3 "Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite"

Diariamente tenemos que vérnosla con distintas cosas que representan peligro para nuestra vida.

Como hemos estado mencionando en este espacio de reflexiones, la vida actual está llena de peligros que van desde las cosas más triviales y cotidianas, a los ataques terroristas más organizados y despiadados.

A veces la inadecuada manipulación de un aparato eléctrico puede acabar con la vida. O el sano deseo de refrescarse en una piscina casera, puede terminar con la vida de quienes amamos.

Y si bien hay cosas en las que no podemos hacer nada, creo no equivocarme al decir que muchas de las malas cosas que nos pasan, tienen su origen en alguna forma de negligencia.

El diccionario define negligencia como “descuido u omisión”; o como la “falta de esfuerzo o aplicación”

Podemos ser negligentes en cualquiera de las áreas de la vida. Y hay 3, las que llamaré “3 F”, que a mi juicio, involucran a todas las demás. Estas son: Familia, Finanzas y Fe.

Sin importar el área en que se cometen, las negligencias siempre tienen un costo para nosotros.

La escritura habla en una parábola, de diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo. Ellas tenían muy presente que el esposo venía en cualquier momento.

Mientras que las vírgenes son un tipo de la iglesia, el esposo es un tipo de Cristo.

El relato enseña que el esposo tardó. Quizás más de lo que ellas presupuestaban, por lo que cabecearon y se durmieron.

A la medianoche cuando se oyó el clamor. Todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas, pero a las insensatas les faltó aceite.

Mientras iban a comprar, el esposo vino y se llevó a las bodas con él a las que estaban preparadas. Después de esto, cerró la puerta.

El versículo 13 dice “Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir”.

De modo que Velar parece ser la clave, pero hay más.

Aunque todas se durmieron, todavía la mitad entró a las bodas. Si la clave fuera solamente estar despiertos, entonces ninguna lo hubiera logrado, pero sabemos que la mitad entró.

Debe haber algo, más allá del hecho de dormirse que les impidió entrar a las bodas.

En efecto, lo que impidió a las insensatas entrar no fue dormirse, sino haber sido descuidadas, no haberse esforzado cuando correspondía. En otras palabras: “haber sido negligentes”.

Ellas fueron a comprar aceite para sus lámparas cuando ya no era tiempo de comprar. Cuando ya no valía la pena hacerlo.

De manera casi automática surge la pregunta ¿Por qué no lo hicieron antes?

Quizás, porque no lo consideraron importante, porque no vieron el valor de ello. O porque estaban engañadas, creyendo que bastaba con esperar que el esposo viniera.

Cualquiera haya sido la razón, ellas fueron negligentes y esa negligencia les impidió entrar a las bodas.

Muchas personas descansan sobre la base de que tienen el conocimiento del tiempo que vivimos.

Entienden las señales, y saben que cada cosa que pasa es una muestra más de que el Esposo está a las puertas.

Pero no se preparan. No se esfuerzan por comprar aceite para sus lámparas. Se dejan vencer por los obstáculos y al dejar de luchar, al quedarse quietos, se adormecen AUN sabiendo la verdad, entendiendo lo que está por ocurrir.

Por todo el mundo se oye el clamor que dice: “el esposo viene”. ¿Contamos con suficiente aceite para nuestra lámpara?

Es crucial entender que eran diez vírgenes, no 5 vírgenes y 5 rameras. Lo que implica que las 10 estaban destinadas PARA EL ESPOSO.

Pero se vuelve necesario enfatizar “el valor del esfuerzo propio”.

Hay quienes dicen: “Cristo lo hizo todo en la cruz”. Por tanto, “yo no debo hacer nada”. Esa teoría no resiste análisis cuando uno entiende el mensaje que encierra esta parábola.

Entraron solo las que después de haber recibido el llamado del Señor se esmeraron por hacer diligentemente la parte que les competía para poder mantener abierta la puerta de acceso al Señor.

Como dije, la negligencia siempre tendrá un costo para nosotros tanto en lo secular como en la vida espiritual.

Si te atrasas en el pago de tus cuentas, te cobrarán intereses.

Sale caro no haber hecho lo que debíamos hacer en el tiempo oportuno. Y eso es ser negligente.

El enemigo nos marea, nos ocupa en diversas cosas sin valor para que posterguemos lo que tiene real valor.

La negligencia es peligrosa por ser un enemigo casi imperceptible cuyos efectos se dejan sentir cuando ya perdimos la oportunidad, cuando el tiempo aceptable se acabó.

Haz todos los esfuerzos que debas HOY para que no te falte lo necesario en el momento en que MAS LO NECESITES.
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