Author: gabtorar
•14:27

Proverbios 37:7 “Guarda silencio ante Jehová, y espera en él. No te alteres con motivo del que prospera en su camino, por el hombre que hace maldades”

Es indudable que para conseguir resultados uno debe esforzarse.

Moverse, ponerse en acción es vital para el logro de cualquier objetivo o meta en la vida.

Dios plantea en Su palabra que “en toda labor hay fruto”. Así que es el trabajo el que produce resultados.

Pero hay ocasiones en que las personas se sienten desanimadas ya que por mucho que se esfuerzan los resultados no parecen llegan.

Tal es el caso de muchos hermanos y hermanas en la fe que se desalientan al ver que aun haciendo las cosas de la manera correcta, no obtienen los resultados que obtienen quienes actúan “de mala manera”.

Existen conductos regulares que establecen los parámetros correctos y aceptables para hacer las cosas.

Nadie puede discutir que los sistemas están llenos de trucos que permiten justamente evitar el conducto regular del sistema.

Ese es el camino corto, podríamos llamarlo, “el atajo.” Quienes toman ese atajo suelen conseguir en el corto plazo, resultados que bien pueden acarrear la envidia (o cuando menos el descontento) de quienes siguen los conductos regulares.

Es este aparente éxito inmediato, el que precisamente trae desaliento al corazón en ocasiones.

Produce un mal sentimiento interior ver que el impío (aquella persona injusta que avanza “sorteando” los conductos) prospera con inusitada facilidad, mientras que aquel que hace todo de acuerdo a las reglas, encuentra dificultad tras dificultad para lograr avanzar algo en el mismo camino.

Con seguridad alguna vez habrás experimentado esto en primera fila.

¡¡Que impotencia se siente y que amargo puede ponerse el corazón si uno no tiene cuidado de “guardarlo sobre toda cosa guardada” como manda la escritura!!

El sentimiento es cuando menos de impotencia al ver que otros, saltándose todas la barreras que imponen los sistemas, trepan para alcanzar lo que a nosotros nos cuesta mucho trabajo y fatiga. Y así la cosa, nos parece una gran injusticia. Uno llega a preguntarse ¿quien regulará todo esto, quien pondrá orden y hará justicia?

Pero nunca debemos olvidar que a Dios nada se le escapa de las manos. Él tiene muy claro lo que cada uno hace, y la manera en que lo hace también

Las personas, especialmente aquellas que trabajan duro por conseguir logros sujetándose a las reglas del juego, deberían ser los más entusiastas porque a ellos les esperan frutos eternos.

“Los bienes que se adquieren de prisa al principio, no serán al final bendecidos” es lo que inequívocamente asevera el proverbio 20’.

Al trabajo, a la acción debe añadirse una alta cuota de paciencia para poder alcanzar las promesas del Señor.

No nos dejemos engañar por las apariencias, “logros” cualquiera puede tener y valiéndose de cualquier estrategia también, pero la voluntad de Dios, que es lo importante al fin y al cabo, requiere de acción, disciplina y una importante cuota de paciencia

El camino de Dios por largo que parezca es seguro.

No dudes que cosecharás lo que hayas sembrado, aunque eso signifique que tengas que esperar. Aunque eso signifique que otros aparentemente prosperen o avancen y disfruten de resultados antes que tú. Con todo, “tendrás la parte que te corresponde”, y tu parte será duradera si lo que lograste lo conseguiste de la manera que a Dios le gusta.

Por eso, sin importar lo que otros hagan o lo que logren, teme a Dios y haz lo correcto.

Author: gabtorar
•11:42

Proverbios 13:4 El alma del perezoso desea, y nada alcanza; Mas el alma de los diligentes será prosperada.

Hoy voy a hablar de un tema muy significativo a la hora de lograr cosas: “ACCIÓN”

En las películas, cuando todo está en su debido lugar, el director dice: ACCIÓN”, y la filmación comienza.

No basta con que una película prometa ser éxito de ventas, ni es suficiente que cuente con un buen guion, el mejor reparto de protagonistas o tener el mejor director a la cabeza del proyecto.

Aun cuando todos esos elementos estén allí, es indispensable ACTUARLA para que esa promesa de éxito llegue a ser una realidad.

En Dios, las cosas no son muy diferentes

He compartido anteriormente que hay etapas o tiempos en el Señor.

Hay en primer lugar un tiempo para buscar SU voluntad. Esta suele ser una etapa de mucha oración, de meditación en Dios, de digerir lo que nos dice por medio de Su palabra.

Dios planta en nosotros una semilla que representa Su voluntad, y en este tiempo inicial esa semilla crece, dentro de nosotros y nos empapamos de esa voluntad Suya, de SU visión.

Pero a esto debe seguirle un tiempo de ACCIÓN porque Dios no nos comparte SU voluntad para que la dejemos en el papel.

Sus propósitos son buenos y Sus motivos ¡¡los más puros!!

No hay nada mejor que embarcarse en los proyectos del Altísimo, una vez que Él nos ha mostrado lo que desea.

Lo que Dios hace está siempre plasmado de SU gloria de SU grandeza. ¡Mira la creación, mira los bebés, por ejemplo! ¿No es glorioso, todo ello? En efecto lo es.

Pero no basta con saber que Dios es capaz de hacer cosas gloriosas, no basta con tener promesas extraordinarias, ni basta con tener al Todopoderoso Dios de nuestro lado. Para lograr Sus propósitos, para avanzar, para conquistar Sus promesas se requiere de ACCIÓN.

Es indispensable, por tanto, MOVERSE hacia lo que Dios nos está indicando.

Pienso que aquí fallamos muchas veces. No pocas personas creen que si el proyecto es de Dios, entonces Dios lo tiene hacer. Lo que estas personas ignoran es que Dios lo hace A TRAVÉS DE NOSOTROS.

Para que Sus planes se cumplan es imprescindible que nosotros nos movamos en esa dirección. Que tomemos cartas en el asunto. La acción es fundamental.

Si deseo que Dios cambie mi realidad, no bastará con que solo le pida al Señor que me ayude, debo estar dispuesto a moverme al lugar y en que Dios indique.

La acción implica y demanda movimiento.

Hay personas que gustan de la comodidad, Ningún cómodo logra grandes cosas en la vida.

Dios mismo no fomenta ni aprueba la comodidad, mucho menos la flojera.

Esto se observa desde el mismo Génesis. Una vez que Dios creo a Adán, de inmediato le dio trabajo, lo ocupó en algo, lo llamó a la acción.

La biblia dice que no debemos estar ociosos ni ser perezosos.

Para conquistar es necesario moverse, para tener una cosecha es preciso sembrar y sembrar es un trabajo arduo a veces.

Concretamente, lo que sea que Dios nos esté mandado hacer, estimado lector, requerirá ACCIÓN de nuestra parte para obtener Sus promesas.

Puedes tener la seguridad que cuando Dios dice ACCIÓN es señal que todo ya ha sido debidamente preparado.

El siguiente paso es ser obediente y actuar.

Author: gabtorar
•8:15

Gálatas 4:1 Pero también digo: Entre tanto que el heredero es niño, EN NADA difiere del esclavo, AUNQUE ES SEÑOR de todo; 2 sino que está bajo tutores y curadores hasta el tiempo señalado por el padre.

Cada vez me convenzo más que no necesito persuadir a Dios para que me bendiga. ¡¡Eso es algo que Él desea hacer!!

Gastamos mucho tiempo tratando de hacerle ver a Dios por qué sería bueno que Él nos concediera tal o cual cosa, cuando Él sabe todo, y además ha dispuesto ya todo lo necesario para que podamos cumplir con SU voluntad.

Dios sabe en qué mundo vivimos; conoce de las luchas y de los conflictos que son comunes a la vida en esta parte de Su vasta creación.

El plan de Dios incluye bendecirnos, incluye darnos muchas de las cosas materiales y espirituales que nosotros pensamos que debemos convencerlo para que nos las de.

Aquellas cosas, están ahí para nosotros y en muchas ocasiones no las disfrutamos porque no sabemos que están ahí. Otras veces, el problema es que no queremos pelear por “poseer la tierra que Dios nos entregó en heredad”.

Pero hay algo más, algo que acabo de compartir en la congregación y es que a veces no podemos tomar las bendiciones YA DISPUESTAS para nosotros, por una cuestión de INMADUREZ.

Puedo ver que la necesidad de Dios de que nos convirtamos en un pueblo maduro, que la razón de ser de muchas de nuestras dificultades, conflictos y pruebas, se explican en que Dios NECESITA que alcancemos la MADUREZ requerida para poder tomar la herencia que Él, como Padre, ha dispuesto para nosotros.

Pablo dice que el niño aunque es señor de todo no difiere del esclavo mientras es niño.

El niño, que representa al heredero, es dueño de todo lo que posee el padre.

El esclavo, por su parte, no tiene nada, y sin embargo, mientras el heredero es niño (INMADURO) no difiere ni es distinto al esclavo, porque en la práctica, así como él, no tiene nada.

¡¡Que gran paradoja presenta esta situación!!

Pensar que Dios tiene una gloriosa herencia (en esta tierra) para mi, pero que mientras yo no CREZCA espiritualmente, mientras no MADURE, en tanto no alcance la estatura espiritual que Él demanda, ¡¡no podré disfrutarla!!

Entonces uno puede ver porqué Dios desea tanto que crezcamos. Uno puede entender por qué Él nos anima tanto a mirarlo en medio de las luchas y pruebas y verlas, no como un fin en si mismas sino como medios de perfeccionamiento para nuestro crecimiento y desarrollo espiritual.

Que en lugar de murmurar y quejarnos por lo que vivimos, nos mantengamos sujetos a Él, fieles, abrazados de Él en todo minuto.

Ya que por medio de esas circunstancias adversas, ÉL nos está llevando a la madurez. Madurez que a su vez nos llevará a la obtención de esa heredad gloriosa.

Viendo las cosas por medio de este prisma, no es tan difícil entender que la razón por la que muchas veces no recibimos lo que esperamos es sencillamente porque somos niños.

Los niños son egocentristas, mezquinos, territoriales. Los vas a ver peleando por un juguete que jamás ocupan pero cuando otro niño que está de visita en casa, lo toma, ellos quieren usarlo también.

Los niños no tienen la madurez que se requiere para administrar una gloriosa herencia. NO es su culpa. ¡¡Son niños!! Cuando crezcan estarán en condiciones.

¿¡Cuantas oraciones no tienen respuesta aun, no por causa de Dios, sino porque no estamos preparados para ello!?

Mientras no haya madurez en nosotros, esas gloriosas promesas no serán más que eso, “PROMESAS”, que sólo tendrán cumplimiento cuando hayamos crecido lo suficiente como para que Dios ya no necesite de curadores (tutores) que administren lo nuestro, porque entonces tendremos la capacidad, la madurez, la sabiduría de administrarlo por nosotros mismos.

¡¡Oh Señor bendito, que estemos dispuestos a crecer, a dejar las niñerías, para que podamos recibir la herencia que preparaste para nosotros. Amén!!

Author: gabtorar
•12:55

Lucas 6:31 Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos.

Uno siempre cuenta con la posibilidad de hacer las cosas fáciles o difíciles.

Hay personas que por su forma de ser, siempre hacen todo más difícil de lo que es. Son personas complicadas, digamos de aquellos que les gusta encontrar “la quinta pata al gato”, como se dice popularmente.

Por cierto hay gente que no se complica por nada, no está en ellos el hacer las cosas más difíciles de lo que ya son. Tienen una actitud plausible, una de solucionar problemas, de hacer más ligera la carga, actitud que se agradece en un mundo tan complejo.

Cuando nos toca hacer alguna diligencia (trámite) uno descubre lo entrampado de los sistemas.

Nos envían de un sitio a otro “a conversar” con el encargado de tal cosa en tal lugar, quien a su vez nos deriva a otra persona, la que por su parte nos solicita cierta documentación sin la cual no es posible realizar la diligencia.

Uno se pregunta por qué hacen todo tan difícil, por qué simplemente no le solicitan a uno de una vez, todos los documentos pertinentes.

Pero el sistema es así, es complejo.

A veces te llaman para decirte que todo está listo y cuando llegas te encuentras con la desagradable noticia de que faltaba algo. Perdiste el viaje, el tiempo y el dinero invertido en acercarte al lugar.

Lo cierto es que el sistema es de por si complicado y pareciera haber personas que disfrutan haciendo todo más difícil aún.

De ahí que agradezca tanto el carácter práctico de Dios.

Él no te tramita ni hace más difíciles las cosas de lo que ya son. Por las claras, es un Dios al que le gusta resolver los conflictos. Él no es parte de los problemas a Él le gusta ser parte de la solución.

Y podemos verlo este sencillo versículo bíblico.

Nos hacemos montones de conjeturas respecto a las relaciones interpersonales. De pronto nos complicamos en como tratar a otros, como desenvolvernos con los demás, cuando el Señor lo plantea de modo tan sencillo: “cuando trates con otros, haz con ellos de la manera que te gustaría ser tratado”.

¡¡Es tan simple!! … o al menos, lo parece.

Muchas veces nos preguntamos por qué otros nos tratan mal, y no reparamos en ver que nada más estamos cosechando lo que hemos (o no hemos) sembrado.

Una persona que exige respeto, pero que a su vez no respeta, no logrará el respeto que desea.

Quien desea ser amado(a) y a su vez es un egoísta que solo piensa en si mismo(a), difícilmente encontrará el amor que espera, porque no está depositando a su favor.

Ninguna persona “en su sano juicio” iría al banco a retirar dinero si no ha abierto una cuenta y depositado dinero allí PRIMERO.

Cualquiera que hiciera esto sería tildado de insensato.

Pero a veces es eso lo que queremos. Deseamos que las personas se preocupen de nosotros pero nosotros no nos preocupamos por ellas. Queremos hijos que nos respeten pero nosotros no los tratamos con el debido respeto.

Deseamos un Dios que corra a ayudarnos cuando lo llamamos mientras nos tomamos todo el tiempo del mundo para responder a los llamados Suyos.

Jesús estaba hablando de temas importantes como el perdón, no juzgar indebidamente a las personas, no condenar como si uno fuese el Juez (recordarle a alguien que conduce a exceso de velocidad, “las penas” que estipula la ley, no es sinónimo de condenarlo) y otros, y en medio de esto saca esta poderosa idea que resume magistralmente Su enseñanza.

En resumen, la idea es “trata a los demás como deseas que te traten. Haz con ellos lo que esperarías que ellos hagan contigo. Antes de juzgar piensa si te gustaría ser juzgado así, antes de condenar piensa si desearías que a ti se te condenara de la misma forma, etcétera.

Podemos complicar las cosas si deseamos pero tenemos también esta fantástica opción de aprender que, de algún modo, el trato que recibamos dependerá del que nosotros brindemos.

¿Para qué hacer difícil aquello que no lo es?

Da para recibir, respeta para que seas respetado y trata a los demás como deseas ser tratado. Una regla simple que da muy buenos resultados.

Author: gabtorar
•14:15

1 Samuel 17:24 “Y todos los varones de Israel que veían aquel hombre huían de su presencia, y tenían gran temor”.

¿Quién no ha oído acerca de la hazaña de David, el hijo de Isaí, joven diminuto en estura y envergadura (comparado con el gigante Goliat) que trajo de la mano del Señor, grandiosa victoria a los escuadrones de Israel?

La historia de David es de conocimiento popular. Pequeños y grandes nos hemos emocionado oyendo cómo el débil pudo más que el fuerte, como el pastorcito de ovejas pudo más que el hombre de guerra, como el gigante cayó, cuan alto era, los pies de David.

Esa victoria fue sin duda especial porque ella graficó que es Dios quien hace la diferencia.

Que la victoria no depende de la estatura o de la fuerza, sino de ella está del lado que está parado el Señor.

Cuando el Todopoderoso Dios está de tu lado, no importa lo grande o fuerte que parezca tu gigante (dificultad o problema), inevitablemente caerá delante de Aquel que todo lo puede.

Sin embrago, hay importantes lecciones que aprender de esta bella verdad bíblica. Y quiero enfocarme en el tema de la actitud.

¡Qué fundamental es tener “una correcta actitud“ en la vida!

David no era un hombre de guerra, era sólo un pastor de ovejas. Los hombres de guerra estaban con Saúl. Ellos eran los que se preparaban para el combate, podríamos decir “los profesionales” en el asunto, y cuando vieron a Goliat, tanto el profesionalismo como la preparación, ¡¡se esfumaron por completo!!

Queda claro que la victoria vino por causa del Señor, pero el señor no estaba con Saúl acaso? ¿No estaba con Su ejército acaso? Claro que sí, eso es algo indudable, el problema era que Su ejército no estaba con Él, no contaba con Su ayuda.

La actitud del escuadrón de Israel fue vergonzosa, cuando el paladín filisteo aparecía, todos se amedrentaban “de verlo”. Su sola presencia” les hacía huir.

Eso evidencia un problema de actitud.

No hay ningún problema en luchar y perder porque el adversario resultó estar mejor preparado, sentirse derrotado de solo ver al adversario, perder sin siquiera haber luchado, es una vergüenza, mucho más cuando hablamos de soldados, de gente entrenada en el asunto, que por miedo, por una incorrecta actitud no enfrentó sus responsabilidades.

Lo vergonzoso entonces yace en el hecho que sin pelear se sintieron vencidos, solo por haber visto la estatura de Goliat.

¡Qué terrible enemigo es el miedo! ¡Cómo nos detiene para no hacer lo que debemos! ¡Como nos priva de ver la Gloria Dios!

Los soldados de Saúl se hicieron muchos problemas con Goliat en tanto que David tuvo una actitud totalmente diferente, una muy práctica en efecto.

Mientras que los escuadrones de Israel se vieron vencidos aun antes de enfrentar a Goliat, David se supo victorioso también antes de enfrentarlo. Entendía que Goliat no estaba desafiando a los hombres de Saúl sino al Dios de Israel. Ese mismo Dios entregaría al gigante en Sus manos. Aun cuando Goliat lo menospreció y hasta maldijo, David no se acobardó.

¿Cuál es nuestra actitud frente a los problemas (gigantes) que se nos presentan? ¿Nos acobardamos de sólo ver el problema o le ofrecemos férrea resistencia en la fe de que Dios pelea de nuestro lado?

No hay nada de malo en sentirse intimidado por la altura o envergadura de las dificultades que enfrentamos. El problema es acobardarnos por no creer que nuestro Dios ES más grande y más fuerte que cualquiera que se nos ponga por delante.

Parece que tener victoria sobre nuestros gigantes pasa entre otras cosas, también por una cuestión de actitud.

Author: gabtorar
•12:20

Proverbios 13:1a: “El hijo sabio recibe el consejo del padre…”

¿Quién podría negar que vivimos apurados?

A todo nivel uno se da cuenta que el tiempo se ha vuelto un bien escaso (aunque en realidad no lo es: no es que “falte tiempo”, el problema es que “sobran compromisos”). Tomamos más cosas de las que podemos manejar

Saber que tenemos amontonadas una serie de cosas que eran “para ayer” nos hace apurarnos y pasar por alto situaciones y eventos relevantes, y que por serlo, requieren de nuestra atención inmediata.

Llevo algunos años percatándome de una mala práctica en los círculos cristianos. Me refiero a ocasiones en que las personas somos confrontadas por el consejo de Dios, y frente a ello respondemos con un “amén”. Es decir, asentimos, aceptamos que Dios nos está declarando una verdad de la cual quizá no estábamos conscientes, pero de la cual nos volvemos conscientes por Su palabra.

Con frecuencia uno es movido por lo que acaba de escuchar. De pronto brota el deseo de arreglar la situación, de hacer algo al respecto, pero los afanes vuelven a desviar nuestra mirada y terminamos otra vez en el punto de partida.

He notado que el entusiasmo por cambiar dura poco. La fuerza de costumbre actúa como un neutralizador del impulso por el cambio y nuestras vidas siguen siendo lo que eran antes de haber sido iluminadas por la verdad de Dios.

Volvemos a nuestra rutina como si nada hubiera sucedido. El deseo por cambiar se esfuma y la vida sigue igual.

Cuando Dios revela algo, siempre es para nuestro provecho. Cada vez que Dios nos muestra algo es para que tomemos cartas en el asunto y hagamos algo al respecto.

El que Dios ponga Su bendito dedo sobre nuestras llagas, jamás tiene como objetivo hacernos daño, sino motivarnos a tratar con aquello, a solucionar los “temas pendientes”.

Pero las personas olvidamos ciertas cosas, particularmente aquellas que “nos conviene” olvidar.

Hay asuntos que “preferimos colocar en nuestra bandeja de reciclaje” porque tenerlos presente, significa tener que asumir las cargas o responsabilidades, las cuales en realidad, queremos evadir.

Pero Dios es un Dios que arregla cuentas.

David pasó cerca de un año ocultando su episodio con Betsabé. Era un incidente que le convenía olvidar, pero que después de aun año, todavía estaba “fresco” en la retina del Señor.

David (como muchos de nosotros hemos hecho por lo menos alguna vez en la vida) intentó guardar la mugre bajo la alfombra. Él pensó (y nosotros también pensamos) que nuestro secreto estará seguro ahí.

Nunca contamos con que el día menos pensado algún pequeño visitante, movido por su infantil curiosidad levantará la alfombra, revelando así la suciedad que se ocultaba debajo de esa linda apariencia.

La vergüenza es grande cuando esto llega a suceder.

Dios nos ofrece la oportunidad de tratar con aquello que revela porque ha dispuesto que un día los secretos mejor guardados de todos los hombres serán revelados delante Suyo y entonces no habrá posibilidad de arreglar nada.

Aunque nos guste, hay cosas que no podremos posponer indefinidamente.

Debemos hacernos a la idea (realidad) que no podremos huir eternamente de nuestras responsabilidades, un día todo lo que hayamos hecho nos alcanzará para bien o para mal. De ahí la importancia de no pasar por alto el consejo.

Seamos sabios, recibamos el consejo de nuestro Padre Celestial y arreglemos LO QUE SEA que Él nos muestre.

No nos cansemos hasta que aquello sea un caso cerrado.

Entonces y sólo entonces, gozaremos de verdadera paz.