Author: gabtorar
•11:41
Amós 3:3 ¿Andarán dos juntos si no estuvieren de acuerdo?

Una de las cosas más sobresalientes de la vida de Jesús es su extraordinario nivel de acuerdo con el Padre.

Jesús reconoció que no hacía nada por su cuenta y que lo que hacía era lo que veía al Padre. En la tentación del desierto vemos que el enemigo intentó la estrategia de llevarlo a actuar en su capacidad, pero Cristo se rehusó a actuar para complacer al diablo, y despejar así cualquier duda respecto a su posición, autoridad y procedencia.

Él se mantuvo en la palabra de Dios, y reservó sus milagros y señales para el tiempo indicado por el Padre.

Desde luego el diablo no halló lugar en Jesús en el cual poder operar.

Cada intento suyo por desviar a Jesús y hacerlo actuar de manera discordante con el Padre fracasó.

Cristo sabía bien a quien servía, entendía bien a quien se debía.

Este es un elemento clave para no desviarnos del propósito divino.

He compartido en escritos anteriores que hay distracciones que se disfrazan de oportunidad. Estas terminan alejándonos del plan del Señor. Pero en estas cosas actúan el engaño por un lado, y la falta de claridad de propósito, por otro.

Hay centenares de personas que bien intencionadamente hacen cosas que les apartan de Dios y no se dan cuenta.

Es vital que los cristianos nos preguntemos de manera constante qué o quién nos está moviendo.

Aquello que estoy haciendo o lo que planeo hacer ¿Viene realmente del corazón el Señor? ¿Es parte de Su plan para mí?

La biblia dice que Cristo es la cabeza de la iglesia. La iglesia es a su vez, el cuerpo de Cristo.

Un cuerpo sin cabeza carece de propósito de dirección. Es desde la cabeza que el cuerpo es dirigido.

La mente de Cristo es ilimitada.

Los pensamientos de Dios, dice la escritura, “son más altos que los nuestros”.

Las oportunidades que nos ofrece ser el cuerpo de una cabeza como Cristo son ilimitadas.

Pero para que esas maravillosas ideas se concreten esa cabeza necesita un cuerpo que se mueva acorde con ella.

Si la cabeza ordena que mi mano se mueva y esta se rehusa a hacerlo, ¿podrá llevarse a cabo el propósito que la Cabeza tiene para esa mano por más grandioso que sea? No lo creo.

Necesitamos valorar el poder que hay en estar de acuerdo con el Señor. Asimismo dejar que esa Cabeza Bendita llamada Cristo dirija nuestros pasos.

Una de las mayores necesidades de la vida cristiana es esta de aprender a obedecer a Jesús, a la palabra de Dios.

Es en la obediencia a Su palabra donde mejor se muestra nuestro acuerdo con Él.

Y como ya sabemos, “en la obediencia está la ganancia”.
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