Author: gabtorar
•12:36
Salmos 143:10: “Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios; Tu buen Espíritu me guíe a tierra de rectitud”.
Yo creo que nadie tiene problemas para reconocer que necesita aprender ciertas cosas que no maneja, pero muchos tenemos problemas a la hora de dejar que alguno nos enseñe aquello que sabemos que necesitamos aprender.
¡Necesitamos un espíritu enseñable para poder avanzar en la vida!
No es raro orar “Señor, muéstrame mis errores, mis faltas, corrige mi vida”. Pedimos esto a Dios y yo jamás dudaría que lo hacemos de todo corazón. El problema empieza cuando Dios responde esas peticiones, porque usualmente para mostrarnos nuestros errores y deficiencias, Él usará una persona y aceptarlo requerirá de un espíritu humilde, enseñable.
Es la altivez de nuestro corazón la que NOS IMPIDE aceptar que Dios use a OTRO (un prójimo nuestro) para mostrarnos nuestros errores.
Uno dice “Que Dios me diga todo lo que quiera, Él es Dios, pero ¿quién se cree tal persona para decirme A MI que estoy en un error?
La mayoría de las personas no tenemos problemas para  aceptar que Dios nos corrija, pero nos cuesta mucho trabajo (y humildad)  dejar a Dios usar un instrumento humano para esa tarea.
Me he encontrado en episodios de mi vida, con personas que esperaban que Dios mismo les hablara. No bastaba para ellos con el testimonio de la palabra escrita. Eran demasiado importantes, lo suficiente como para esperar que Dios mismo descendiera del cielo, abandonara  Su trono y viniera EN PERSONA a decirles que estaban equivocados.  
¡Que tal obstáculo para los buenos planes de Dios puede llegar a ser un espíritu que no se deja enseñar!
Hay personas que, antes que encarar y reconocer que deben cambiar, prefieren huir y evadir así sus responsabilidades. Son prófugos de la vida y seguirán siéndolo en tanto no dejen que Dios les enseñe la lección. 
El Proverbio bíblico  dice “huye el impío sin que nadie lo persiga”
Es absolutamente cierto que uno puede tropezar con una piedra mientras avanza por la vida, pero (como decía un posteo de Facebook de un conocido mio) otra cosa es encariñarse con la piedra y pasarse la vida tropezando con ella.
Eso revela una falta de disposición para abandonar algo indebido (una mala práctica, costumbre o lo que sea) y tomar en su lugar lo que corresponde.
Existen otros, que no huyen, pero que manipulan situaciones para no ENFRENTAR el verdadero problema que es aprender.
Un espíritu enseñable es gran valor para un discípulo. Como docente puedo aseverar que uno no obtendrá una mejor calificación en alguna materia o contenido HASTA que lo haya aprendido. Sólo entonces dejará de ser un problema para él o ella.
Leyendo las escrituras, encontraremos muchos hombres que no se dejaron enseñar, que no tuvieron en ellos un espíritu enseñable. Se endurecieron y con ello pusieron una piedra, que detuvo el fluir y el propósito de Dios.
Cuando el fluir de Dios se detiene, rápidamente con ello, se detiene la vida también.  
¡¡Pero cuán beneficioso es tener un espíritu abierto, dispuesto para Dios!!
El Espíritu Santo, que es el Espíritu del Señor, nos guía a buenas tierras, a tierras de rectitud. Su Espíritu nos guía a hacer Su Voluntad, nos enseña lo que nos conviene saber.
Sujetos a ESE LIDERAZGO siempre estaremos seguros.
Un Espíritu enseñable “invita a Dios” a moverse en nosotros y nos lleva a nosotros a delicados pastos y junto a aguas de reposo.
Un espíritu enseñable es el pasaporte para recibir aquello especial y único, que Dios preparó para ti.  
|
This entry was posted on 12:36 and is filed under . You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. You can leave a response, or trackback from your own site.