Author: gabtorar
•11:03
Proverbios 29:15: “La vara y la corrección dan sabiduría; mas el MUCHACHO consentido avergonzará a su madre”.

En respuesta al creciente número de opiniones vertidas sobre la crisis social que está afectando a nuestro país (Chile) quisiera poder compartir algo para reflexionar.

Primero decir que a diferencia de lo que está sucediendo en otras naciones, nuestro problema, gracias a Dios, no es de orden económico.

No se trata de una crisis monetaria en que se requiere hacer ajustes del presupuesto nacional por alguna clase de recesión.

Gracias a Dios, a Su divina intervención, tampoco se trata de una situación de guerra que tiene conmocionada a la población con los consiguientes costos que los conflictos bélicos tienen para las personas más allá de los costos financieros.

En Chile pasa todo lo contrario.

Este país ha gozado de paz. Y aun en medio de las dificultades que afectan poderosamente a emblemáticas naciones del mundo, hemos estado al margen de la necesidad o el hambre.

Lo que está motivando el descontento (justificado o no, no voy a referirme a eso en particular) es que las personas, creen que las cosas pueden estar mejor de lo que están.

Las personas piensan que tenemos lo suficiente como para invertir en temas que redundarían en una mejor calidad de vida.

Creo que Dios usa las circunstancias para hablarnos.

Las circunstancias logran sacarnos de nuestro sitio de comodidad o conformidad.

La comodidad tiene que ver con que siento que tengo lo que necesito, y la conformidad con que aunque no siento tener todo lo que necesito todavía mi situación es tolerable.

Pero ninguno de los puntos anteriores es bueno.

Los verdaderos avances en la vida siempre vienen acompañados de alguna crisis.

El mismo arrepentimiento, tan vital para la vida cristiana, es en efecto, una crisis interior, que nos lleva al entendimiento de nuestra condición y por ende, a un avance espiritual.

Nuestra nación, a pesar de los inconvenientes que ha tenido que enfrentar como el pasado terremoto, del cual todavía hay familias que sufren sus consecuencias, pasa por una etapa de relativa estabilidad económica.

No hemos atravesado por algo que pudiéramos decir que haya sido decididamente crítico. Y pienso que estamos viviendo esa etapa ahora.

Las personas en las etapas de maduración, atravesamos por faces que se convierten en plataformas para futuros desarrollos.

Desde luego para la mayoría de las personas la solución a los problemas de nuestro país pasa por la inyección de algunos recursos financieros, y por el cambio del gobierno de turno.

Pero ahí está el verdadero problema. Porque ese no es nuestro real problema.

Lo que estamos viviendo los chilenos es definitivamente un cambio de mentalidad, o mejor dicho, los efectos del cambio de mentalidad.

Chile como nación es apenas un adolescente. Es un país mayoritariamente joven. Es una nación en etapa de desarrollo, de crecimiento y por tanto, una nación en transición.

Eso se ve claramente en la edad promedio de la población.

A diferencias de naciones viejas, con trayectoria y llenas de historia como son las europeas, nosotros estamos viviendo los efectos de nuestra adolescencia nacional.

Y la población chilena está comenzando a comportarse como toda una adolescente.

Los adolescentes son bien complejos.

Esta es una etapa de cambios tan significativos que les lleva a tener días y días.

Estos cambios afectan el carácter, el comportamiento, y también el desempeño. Los vuelve irascibles, rencorosos, descontentos.

Y aunque están creciendo, no son tan grandes (maduros) como para realmente saber lo que les conveniente.

No obstante, están recibiendo suficiente fuerza como para pujar por conseguir lo que quieren.

Cuando no reciben lo que quieren, castigan a los padres en sus casas, a los profesores en los colegios, y en este caso son las autoridades (y resto de la sociedad) las que están siendo víctimas del berrinche.

Normalmente creen tener la razón (a veces sí la tienen). Pero a menudo se sienten más sabios que la gente mayor y terminan sobre estimándose.

La intransigencia del movimiento estudiantil por “quererlo todo ahora y quererlo ya” es una actitud muy inmadura, muy propia de los adolescentes, que por demás, sienten que todo el mundo les debe respeto, pero ellos no piensan igual hacia los demás, porque no los respetan como exigen para sí mismos.

¿Pero qué podemos decir? ¿De qué nos quejamos ahora?

¿Siendo que nos creímos la mentira de que a los niños no se les debía retar ni llamar la atención porque eso les podía traumar o afectar e su desarrollo?

Estos jóvenes que no respetan a las autoridades (carabineros) son los mismos que crecieron al amparo del pensamiento “que son intocables”.

Ellos son la generación que creció mentalizada con los derechos del niño.

Una generación que fue instruida para tener derechos pero no deberes.

Generación que (todavía no nos hemos dado cuenta parece) tiene otra generación detrás, que le sigue las pasos muy de cerca, que está observando silenciosamente POR AHORA, la cual no solo aprenderá de esta, sino que además perfeccionará la falta de respeto, su atrevimiento y su desprecio por la autoridad, cualquiera que esta sea, si no se toman medidas a la brevedad.

¿Cuántos de los muchachos que están en la calles protestando, rompiendo, quemando y robando, son hijos de padres que se sienten superados por estos, por su mala conducta, insolencia e irresponsabilidad?

¿Cuántos de ellos están en la calle por que hicieron caso omiso a la orden de sus padres de no meterse en problemas?

Son una generación verdaderamente sin límites. Sin límites de razonamiento, de respeto, sin control.

Olvidamos que uno cosecha lo que siembra. Lo que estos muchachos están haciéndole a esta nación es lejos peor que la causa por la cual supuestamente pelean.

El sentido común enseña que el fuego no se apaga con fuego. Y estos muchachos están encendiendo una verdadera hoguera, pero a la hora de evaluar a los quemados, ellos son las pobres víctimas de todo.

Para ello se prestan mayores que les defienden a brazo partido porque ven representados en estos alzamientos populares, sus propias expectativas políticas.

Los adolescentes son por definición irresponsables en sus actos.

No que no entiendan lo que hacen sino que manipulan las cosas según les conviene, y cuando tienen que asumir los costos de sus acciones, la evasión es generalmente una estrategia útil.

Culpar a otros, victimizarse, actuar con desenfado o total descaro, con amenazas o agresividad, también son una opción.

Acusar a los carabineros, cuestionar el accionar de las autoridades, son más estrategias para validar las protestas que producen los efectos que todos conocemos, y que son consecuencia de la desobediencia de muchachos obstinados e intransigentes.

Pero el adolescente es así, obstinado e impetuoso.

Él adolescente cree que puede acostarse con su polola y tener sexo (como hacen los adultos casados) sin estar en condiciones de asumir la sexualidad y el matrimonio, sin tener la capacidad de responsabilizarse por las posibles (y no poco frecuentes) consecuencias de sus actos.

¿Hasta dónde van a llegar? Tan lejos como se lo permitamos.

Los hijos malcriados hacen tanto berrinche como uno les permite. Y si no les detenemos se acostumbran y la manipulación es cada vez peor.

Chile, un hermoso y joven país, que seguirá en aprietos hasta que los grandes hagan lo que deben hacer.

La juventud es impetuosa, soñadora

Cuando somos jóvenes soñamos con cambiar el mundo, y eso está bien.

Lo que sucede cuando maduramos es que nos damos cuenta que para lograr tal cambio se requiere de mucho más tiempo y fuerzas que lo que pensábamos y para entonces, la juventud ya no está con nosotros. Ya no es nuestra aliada.

La juventud es un regalo de Dios que dura poco y que precisa de una mano amiga, madura, capaz de encaminarla por el camino correcto.
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