Author: gabtorar
•11:02
Marcos 4:38 Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; y le despertaron, y le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos?

Maestro, ¿no tienes cuidado de que perecemos?

¿Te has sentido así alguna vez? ¡¡Estoy seguro que sí!!

De seguro en más de una ocasión has sentido que Dios no está lo suficientemente preocupado por ti.

En más de una ocasión habrás pensado que Él no está lo suficientemente interesado en lo que tú estás viviendo.

Déjame decirte que Sentirse así no es para nada bueno.

Creo que muy frecuentemente nos equivocamos respecto a Dios.

Me refiero a esas ideas o pensamientos que tenemos acerca de Dios que no se ajustan a Él, que no son ciertos.

Si existe uno que en realidad se preocupa por nuestro bienestar ese es el Señor.

¡¡A él le importamos más que a nosotros mismos!!

La práctica de lo que hacemos cotidianamente es prueba convincente de ello. Nuestras elecciones no siempre son acertadas, a veces, escogemos cosas que no nos convienen para nada, mientras Dios nunca nos da nada que no nos convenga.

Es más, muchas veces nos disgustamos con Él, porque no nos da lo que hemos pedido. Y en realidad Él no nos lo da porque sabe que nos hará daño.

Los discípulos estaban aterrados a causa de la tempestad que estaban enfrentando.

Generalmente nos desesperamos cuando vivimos cosas que están fuera de nuestro control.

Nos gusta controlar las variables, nos gusta tener todo fríamente calculado.

Cuando las cosas suceden del modo que lo hemos previsto nos sentimos realizados, contentos. Pero el sentimiento es totalmente opuesto cuando la situación se escapa de nuestras manos.

En lo cotidiano, por ejemplo, nos desespera que nuestros hijos se nos escapen de las manos.

Algunos padres están sufriendo con el crecimiento de sus hijos.

Ya no son los pequeños que podían controlar con una palabra, fuera dura o amorosa.

Ellos al crecer se vuelven respondones, desafiantes, y los padres perdemos el control. Eso nos causa más de un dolor de cabeza, angustia, y otras tantas cosas más.

La vida también nos parece genial cuando la economía está bajo control.

Mientras tenemos para cubrir nuestras necesidades y obligaciones financieras, nos sentimos cómodos y en paz.

Pero cuando por circunstancias de la vida (la mayoría de las veces, ellas son manejadas por el Señor) perdemos ese control, nuestras vidas se vuelven un caos.

Es que nos desespera no tener el control.

A veces Dios nos permite tenerlo podemos estar tranquilos. Pero cuando no, debemos estar más tranquilos todavía, porque entonces el control lo tiene Él.

Jesús se encontraba en la barca con los discípulos, pero dormía.

A veces sentimos que Dios está durmiendo mientras que nosotros la pasamos pésimo.

Debemos ser honestos, hay momentos en la vida en que nos sentimos así, abandonados por Dios.

Como si él estuviera dormido mientras olas, viento, digamos “las tempestades de la vida”, nos dan duro y amenazan con destruirnos y hacernos naufragar.

Por supuesto, no es que Dios nos abandone, pero así es como nos sentimos, solos.

Eso ocurre hasta que entendemos la verdad. La verdad es que Dios jamás nos abandona. La verdad es que nosotros abandonamos a Dios o no contamos con Él, no le hacemos parte de lo que nos pasa.

Los discípulos no encontraron nada mejor que criticar al Señor por estar dormido. Su comentario fue insolente.

Nos insolentamos con Dios cuando pensamos que Él no se preocupa de lo que nos pasa.

Pero Jesús se levantó para poner todo en orden ¡¡Solo había que despertarlo!!

Las críticas francamente estuvieron de más. Dios siempre tuvo el control. Los descontrolados eran ellos.

Jesús bien pudo haber invitado a sus atribulados discípulos a dormir con Él incluso. La paz que el Señor tenía alcanzaba para ellos también.

Él dormía porque para ÉL no hay grandes tempestades. Dios jamás se angustia por las circunstancias. ¿Cómo podría si Él tiene el control?

Es interesante, en todo caso, resaltar que en medio de la tempestad Jesús estaba junto a ellos, pero ellos no lo cotizaron.

Debería haberles bastado con saber que Dios estaba a su lado, pero no.

Jesús es sinónimo de seguridad. Si Él está en tú barca, esta no se va a hundir. Sin importar el tamaño de las olas o la fuerza del viento.

Él junto a nosotros pesa más que todo lo demás, y esto es algo que debemos llegar a entender.

Jesús dormía porque tenía todo bajo control.
|
This entry was posted on 11:02 and is filed under . You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. You can leave a response, or trackback from your own site.