Author: gabtorar
•6:54
Las mayores dificultades de la vida, esas que nos gustaría eludir y que son inevitables, se hacen "sufribles" cuando entendemos que no estamos solos.

Los hombres de Dios, al igual que el mismo Jesús, han sido personas forjadas en el fuego de las pruebas.

No debe sorprendernos que nos sobrevengan situaciones dificiles o hasta imposibles de resolver por nosotros mismos, porque ellas muchas veces vienen con el propósito de mostrarnos el gran amparo que tenemos: "La sombra del Omnipotente".

Podemos por tanto, atribuir un sano y provechoso propósito a las adversidades que nos acontecen, no porque ellas en sí sean algo grato, sino a causa de saber que contamos con Su Amparo.

El nos cubre con sus alas, nos rodea con su misericordia, nos corona de favores. Es quien fortalece nuestras manos, endereza nuestros pasos, sana nuestras dolencias y sustenta con la diestra de Su Justicia.

¿Podemos pedir algo más??

Permite que el calor del desierto sea mitigado bajo la frescura de la sombra del Señor y deléitate en ver cómo Él adereza mesa delante de ti en la presencia misma de tus angustiadores. Bebe de Su agua viva y come del pan de Su Palabra.

¡¡Entra en el Gozo de tu Señor!!

El desierto màs árido se vuelve un oasis si el Señor está ahí.
Author: gabtorar
•6:04
Es curioso que la vida de Jesucristo, nuestro verdadero y legítimo ejemplo a seguir, nos muestra tan claramente las cosas que necesitamos comprender y que nosotros aparentemente ignoramos.

Ministrar bajo un cielo cerrado es trágico. Pero creo que lamentablemente es la norma para muchos ministros de Dios, quienes aunque nos esforzamos por servir al Señor de la mejor manera posible, no llegamos a ver o experimentar los resultados que esperamos.

¿A qué se debe esto? La respuesta es simple: ministramos bajo un cielo cerrado.

Por 30 años Jesus vivió como el hijo del carpintero. Durante esa larga etapa de su vida, no realizó ni un sólo milagro, no sanó a nadie, no liberó a ningún oprimido por el diablo. ¿La razón? Vivía bajo un cielo cerrado.

Mateo nos declara que luego de ser bautizado por Juan el Bautista, fueron "abiertos los cielos" y descendió sobre él el Espíritu Santo. Entonces Jesús fue llevado al desierto para ser tentado por el diablo e inmediatamente después empezó su ministerio.

¿Qué provocó que los cielos se abrieran para Jesús? Entrar en el orden de Dios.

Juan le advirtió a Jesús que era él (Juan) quien necesitaba ser bautizado por Jesus, sin embargo, Jesús insitió en que CUMPLIERAN con lo que estaba escrito y FUE BAUTIZADO.

El acto del bautismo trazó una linea divisoria en la vida de Jesús.
Una vez realizado esto, de manera automática, el cielo se abrió.

Necesitamos entrar en el orden de Dios. La única manera en que los cielos se abran para nosotros es que operamos en el orden de Dios ¿Lo estás? Si no, ¿qué estás esperando para entrar en el?