Author: gabtorar
•13:02
1 Pedro 4:12 Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese

En la vida cristiana, pasamos por distintas etapas: períodos de instrucción, de espera, de búsqueda, de recibir respuestas… y también de prueba.

Como lo menciona aquí el apóstol Pedro, no debemos sorprendernos de ser probados. Las pruebas son parte del camino, son parte de la voluntad de Cristo para nosotros sus seguidores.

Indudablemente desearíamos sólo los momentos que a nosotros nos parecen agradables. Y aunque las pruebas NO son algo agradables,
¡¡son muy necesarias!!

Si pensamos con detención, descubriremos el enfoque pedagógico que tiene el evangelio: Jesús es el maestro, nosotros (quienes le seguimos) los aprendices, la vida el campo de instrucción, y las pruebas el instrumento de medición de nuestros aprendizajes.

En la pedagogía las pruebas son instrumentos que permiten evaluar los avances, el nivel de comprensión, y los aprendizajes, entre otras cosas.

Las pruebas son un método de retroalimentación indispensable para poder avanzar al siguiente nivel. Y en la vida cristiana esta constante también se cumple.

Por medio de las pruebas Dios nos purga de aquello que no aporta a Su plan ni a nuestro vivir.

Las pruebas tienen un efecto muy positivo en aquellos que de acuerdo a Su propósito han sido llamados.

Las pruebas conllevan un grado de aflicción que tiene un efecto purificador en nuestro ser.

Estas vienen en momentos inesperados para nosotros, el factor sorpresa hace que nos pongan en escenarios que no esperábamos y que por tanto nos podríamos anticipar.

Ese elemento las hace más eficaces todavía.

Pero debemos ser justos en señalar que no todas las aflicciones que vivimos son pruebas de Dios. Bien por el contrario la mayoría de las aflicciones que nos toca atravesar son consecuencia de nuestras malas decisiones.

Si conduzco a exceso de velocidad y a causa de ello impacto otro vehiculo provocando un accidente, no es para nada justo atribuirlo a a una prueba de Dios.

Eso es clara consecuencia de no haber atendido a las señales del camino, a las leyes del tránsito. Y ¿dime si nuestros problemas espirituales no son producto de no atender a las leyes de Dios?

Así que es muy necesario establecer que no todas las aflicciones que vivimos son pruebas del Señor.

Al contrario, las pruebas de Dios son esas circunstancias extras que si no fuera porque estamos haciendo la voluntad de Dios, no estarían allí.

Claramente podemos afirmar que las pruebas siempre van en pos del mismo objetivo: nuestra FE.

El objeto a evaluar siempre es nuestra capacidad para permanecer en la palabra de Dios, más allá de lo que las circunstancias digan o parezcan decir.

Pero la forma en que somos probados difiere según cada caso. Hay gran cantidad de ejemplos en la escritura, pero por ahora solo deseo hacer patente este pensamiento: “NO debemos sorprendernos de las pruebas que nos puedan venir POR CAUSA de nuestra fe en Cristo o por causa de obedecer a la palabra de Cristo”.

El fuego de prueba ha de venir sobre todos nosotros en un momento u otro y lo que realmente importa es estar en el Señor porque como Pablo mismo lo pudo comprobar: “Todo lo podemos en Cristo que nos fortalece”.

Por tanto, no debemos temer a las pruebas, ellas son buenas y necesarias, a lo que debemos temer es a si hemos estado asistiendo a clases, en contacto con el Maestro, recibiendo las herramientas que nos permitirán rendir ese examen con éxito.

Dios espera que aprobemos cuando la prueba toque nuestra puerta, pero las buenas calificaciones no son producto de la casualidad y la vida cristiana más alta tampoco lo es.
|
This entry was posted on 13:02 and is filed under . You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. You can leave a response, or trackback from your own site.