Author: gabtorar
•9:36
1 Tesalonicenses 5:22 “Absteneos de toda especie de mal”

Quizá te hayas preguntado si existe alguna fórmula para ser exitoso en la vida cristiana.

Las librería seculares (y algunas que comercializan literatura cristiana) cuentan con bastantes “best-sellers” (libros que son éxitos de venta), que dicen contener la fórmula para un cuerpo escultural, para una vida sexual plena, para una vida próspera, para tener hijos felices, para un matrimonio ejemplar…los títulos son más de los que yo puedo recordar.

Y tal vez estos libros puedan llegar a ofrecer alguna guía que podría ser de provecho, pero no siempre dan con la raíz del problema. Además, la mayoría se basa en lo que uno debe hacer para conseguir tales cosas.

El verso de hoy nos proporciona gran ayuda para una vida cristiana de éxito y el énfasis está más bien en lo que uno “no debe hacer”. ¿Qué es aquello que jamás deberíamos hacer? Dar lugar al mal.

El mal se nos presenta de diversas maneras. Siempre anda buscando una puerta para entrar a nuestras vidas, porque el maligno sabe que un poco de levadura leuda toda la masa.

El enemigo conoce los principios bíblicos, sabe cuanto beneficio hay para nosotros cuando los aplicamos, y por ello se esmera en llevarnos a trasgredirlos para que en lugar de beneficios, llevemos los perjuicios que vienen por causa de hacer lo malo.

El apóstol entre muchas exhortaciones, les advertía a los hermanos de Tesalónica que se abstuvieran de TODA ESPECIE de mal.

Indudablemente en ello hay una decisión personal que debe ser tomada.
Abstenerse de cualquier cosa, es un acto de disciplina. La vida cristiana. Es una vida de disciplina.

Nuestra generación ODIA la disciplina, se rebela contra las normas, siempre busca quebrantar el orden y por ello a algunos les cuesta tanto entrar en el orden de Dios, que dicho sea de paso, es el único que garantiza verdaderas y perdurables bendiciones.

Hay cosas muy interesantes que rescatar aquí.

“Entre líneas”, la frase sugiere la idea que los cristianos somos drásticos para abstenernos de los que consideramos “grandes males”, (pecados, conductas, hábitos que sabemos derechamente que Dios no tolera), pero hay “pequeños males” que dejamos pasar, cosas que a la luz de la palabra de Dios son igualmente malas y que por ende, nos perjudican también.

Pablo manda abstenernos de TODA ESPECIE de mal porque hay una clase de mal que nosotros aceptamos, que no lo vemos tan malo, y esa prudencia (que es más bien imprudencia) nos trae dolorosas consecuencias.

Salomón decía que era preciso “cazar las zorras pequeñas”. Ellas parecen inofensivas pero a pesar de su diminuto tamaño, son eficaces en echar a perder las viñas.

El enemigo utiliza pequeñas cosas que son igualmente eficaces para echar a perder la obra que Dios está haciendo en nosotros. Por eso debemos abstenernos de TODA ESPECIE DE MAL.

Ponemos la mira en los grandes males que apreciamos en las iglesias.

Somos moralistas con las parejas que no están debidamente casadas, o con los jóvenes que se embarazan fuera del matrimonio.

Como fariseos, apuntamos nuestro dedo (el que debe ser quebrantado por medio del ayuno) contra esos “grandes pecados”, pero toleramos “mentir piadosamente” (¿) para justificar el no congregarnos o para no entregar el recurso económico que sabemos le pertenece al Señor. Toleramos nuestro tibio compromiso con quien nos salvó y todo porque a nuestros ojos esos no nos parecen tan grandes males.

¡Esas pequeñas zorras echan a perder la obra de Dios en nosotros!

¿Cuántos pequeños males permitimos en nuestra vida, creyendo la mentira diabólica, que por ser pequeñas cosas, no producirán un daño en nosotros?

Un gran mal que cometemos con frecuencia es que somos muy drásticos con cosas que no lo requieren, y desgraciadamente somos muy tolerantes con cosas que requieren “tolerancia cero”.

Esa mentalidad debe cambiar. Lo bueno nunca será malo y aquello que es malo por pequeño que sea, nunca, nunca, nunca llegará a ser bueno.

El llamado es abstenernos de TODA especie de mal.

Soplo esa disciplina asegurará éxito en nuestro caminar con Cristo. Él lo hizo y le funcionó.
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