Author: gabtorar
•14:42
2 Corintios 5:17 “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”.

El cambio no es algo que ocurre en un minuto, de hecho los cambios son siempre parte de un proceso.

Parten en algún momento, generalmente como consecuencia de alguna decisión que hayamos tomado, pero el producto resultante no se muestra a veces sino hasta mucho tiempo después.

Nosotros somos renuentes a cambiar porque llegamos a sentirnos cómodos con lo que somos, incluso con lo que tenemos. Hay cosas principios, valores que por cierto no deben cambiar.

Jesús habló a los hermanos de la iglesia en Filadelfia diciendo: “reten lo que tienes”. Hay cosas que deben ser retenidas, guardadas, que no deben cambiarse por nada.

Pero fue el mismo Señor quien enseñó a la gente que le oía que había que arrepentirse porque “el reino de los cielos se había acercado”.

Y Arrepentimiento ES cambio. Cuando Dios habla de arrepentirnos nos está llamando a cambiar de dirección.

Para que lo del Señor llegue a tener cabida en nosotros debemos hacer lugar, y esto se logra mediante el arrepentimiento.

Yo me arrepiento de ir a tal sitio, y con ello concedo al Señor y a mi mismo, la oportunidad que Dios me señale un nuevo lugar al cual dirigirme.

Yo me arrepiento de haber hecho ciertas cosas (ya sabes, esas cosas que tu y yo hemos hecho y que sabemos que no son para nada buenas o parte de la voluntad de Dios) y como parte de ese arrepentimiento, le doy la espalda a esas cosas, dejo de hacerlas.

Ello da lugar PARA que pueda hacer nuevas cosas, cosas que si están en la voluntad de Dios.

Es de algún modo como renovar el amoblado de una casa. Es bien difícil colocar nuevos muebles mientras están todavía los antiguos allí ¿verdad?

Se debe hacer lugar para los nuevos y eso es lo que Dios nos esta llamando a hacer. Haz lugar para lo nuevo que Dios quiere traer a tu vida.

Nuestra vida está en muchos casos viciada con cosas que son vanas, que no nos traerán ningún provecho aquí ni a la luz de lo eterno. Es por tanto necesario que haya cambios en esas áreas. Pero para que tales cambios ocurran se requiere disposición.

Decía que somos renuentes a cambiar. Nos sentamos en la misma silla, en el mismo sitio, comemos la misma comida, bebemos el mismo refresco, dormimos para el mismo lado.

Al despertar por la mañana casi imperceptiblemente repetimos la misma rutina día tras día.

¡¡Nos gusta establecernos, nos cuesta cambiar!!

En el closet tenemos tantas cosas que no ocupamos (sólo nos quitan espacio útil) pero no nos deshacemos de ellas porque para nosotros tienen cierto valor.

Nos cuesta cambiar porque sentimos apego a ciertas conductas, personas, lugares. Son tantas las cosas que se confabulan CONTRA el cambio y pensar que el cambio es tan necesario.

Piensa en las cosas que Dios te ha estado sutil o derechamente mostrando que deben cambiar en tu vida, y pregúntate cuántas se han llegado a consolidar. La siguiente pregunta debe ser ¿por qué no se han consolidado dichos cambios?

Porque no has faltado disposición. La respuesta te mostrará cuan férreamente nos apegamos a ciertas estructuras y cuan poco dispuestos estamos a abandonar esas estructuras.

El cambio es indispensable y podemos abrirnos a el o cerrarnos, lo que lleguemos a ser dependerá de la disposición con que nos pongamos en la manos de Dios.
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