Author: gabtorar
•12:57
Apocalipsis 3:1b) “Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives y estás muerto”

La vida actual está poderosamente marcada por el poder de la imagen.

La calidad moral, los valores y cosas que por siglos han contado y tenido valor, han sido reemplazados por la vanidad de la imagen: “lo importante hoy no es la calidad, si no que se vea bien”.

Esta mentalidad ha permeado prácticamente todas las esferas del quehacer humano y a causa de ella nos hemos vuelto (como humanidad) seres vanos, superficiales, artificiales.

Aun las propagandas publicitarias entregan esa clase de mensajes. Te invitan a obedecer tus sensaciones, a seguir los impulsos.

Y sobre las consecuencias de nuestros actos, ni pensar. El slogan es “si te hace sentir bien, hazlo”…. Los costos, bueno eso se verá después.

Esa mente nos ha traído grandes dolores de cabeza y problemas sociales que van más allá de nuestra comprensión y capacidad de resolución.

La vida es hermosa si se vive dentro de los parámetros correctos.

Un vehiculo, por ejemplo, es una gran herramienta si se usa de la manera adecuada. Cuando se usa para obedecer a los impulsos de la adrenalina causa dolor y muerte. Es cosa de mirar los noticieros.

Y es fácil culpar a los que fabrican vehículos por las velocidades extremas que pueden desarrollar los autos, pero dejamos de lado nuestra propia responsabilidad en el asunto y para Dios eso es lo que cuenta.

Un auto como un televisor son AMORALES, es decir sin moral.
La televisión puede ser usada para proyectar cosas que nos acercan a un conocimiento más profundo de Dios pero también puede ser un medio en el cual exhibir lujuria y mugre que contamina el alma.

No podemos culpar a quien invento el televisor por esto, la responsabilidad recae sobre quien tiene el control remoto del mismo. Después de todo, esa pantalla proyectará lo que uno decida ver.

Así este mundo de tantos colores y luminarias nos cautiva con su espléndido despliegue de luces, pero nunca debemos olvidar que por vivo y excitante que parezca está muerto. No es más que apariencia.

Es que el maquillaje y las luces bien utilizados pueden cubrir una serie de impurezas, pero tarde o temprano la verdad siempre sale a relucir.

Jesús dijo al ángel de esta iglesia que “tenia nombre de que vivía pero estaba muerto”.

¿Cuántas cosas están del mismo modo en nuestras propias vidas?

Hablo de cosas que aparentemente se ven muy bien, pero que en el fondo no lo están.

La apariencia es algo muy cotizado en este mundo pero no tiene valor en el reino de Dios. En el reino de Dios es preferible sacrificar la apariencia en pos de lo verdadero, de lo que si tiene peso y valor.

Jesús dijo “si tu ojo te es ocasión de caer, sácalo”. ¡Qué afirmación, qué radicalidad!

La mentalidad de mundo diría “haz lo que tengas que hacer, pero por nada pierdas ese ojo, se vería muy mal una persona con un solo ojo”.

Pero en el reno de Dios lo que vale es “lo que hay”, no “lo que parece haber”.

Muchos hogares parecen bien constituidos, ejemplares pero no son más que una bonita actuación de gente que se ha curtido en el arte de aparentar.

Lamentablemente los actores (eso significa la palabra hipócrita), no gozan de popularidad en el reino de los cielos.

Así que decidamos vivir una vida de verdad, dejando las apariencias, porque servimos a un Dios que todo lo conoce.
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