Author: gabtorar
•7:33
Isaías 40:29 “Él da esfuerzo al cansado y multiplica las fuerzas al que no tiene ninguna”

Creo que una de las grandes dificultades de las sociedades modernas es el tema el cansancio.

Son tantas las horas de trabajo, las presiones que la vida actual pone sobre los hombros de las personas que no es raro sentirse cansados.

Hace un par de décadas los jefes de familia (tanto padres como madres) comenzaron a sufrir el rigor de un sistema de vida inmisericorde, absorbente que cada vez deja menos tiempo.

Pero eso ya no es exclusivo de los padres y madres, ahora también se ha extendido a los hijos estudiantes y no hablo sólo de aquellos que estudian en la educación superior, sino que incluye también a los de niveles más elementales.

Junto con aumentar las horas de clases, han incrementado los libros y cuadernos, las tareas, los trabajos de investigación, las presentaciones, y con ello los niños y adolescentes cada vez tienen menos tiempo para ser niños.

Antaño las madres podían hacerse cargo de los hijos (¿podrían estos quedar en mejores manos?), ahora ellas también de sumarse a la maratón y salen corriendo a trabajar.

Este sistema de vida en el carril de alta velocidad, nos esta robando la esencia de la vida que es compartir, relacionarnos.

Las familias cada vez tienen más responsabilidades y menos tiempo para ser familia, para compartir.

No es raro que haya tanta desintegración familiar.

No es raro que los hijos en edad juvenil, sientan la necesidad de unirse a la tribus urbanas (no se como se llame fuera de chile, hablo de estas mini etnias, grupos, gangs, etc) para poder saciar este sentido de pertenencia inherente a los seres humanos

Sutilmente, pero a paso firme, este sistema, ha estado haciendo estragos en la estructura fundamental de toda sociedad que haya existido sobre la faz de esta tierra y nosotros no nos damos cuenta siquiera.

El agotamiento, el cansancio, el estrés, son sólo síntomas, manifestaciones del deterioro que estamos sufriendo por culpa de esta enfermedad.

De modo que ahora toda la familia corre a cumplir con los muchos compromisos que la vida actual impone a todos los miembros de la familia.

Ni siquiera los bebés escapan de esta norma. Las sala cunas están llenas de hijos e hijas de hombres y mujeres que desde muy temprano deben partir a producir al menos 5 veces por semana.

Esta separación, como todas las demás cosas en la vida, en algún momento nos pasa la cuenta. Pero eso es tema para otro día.

Todo lo anterior indudablemente que tiene al hombre (y mujer) promedios agotado y agobiado. No es solo el trabajo, es también la presión mental de saber que tus pequeños están en manos ajenas, que hay cuentas que pagar, que hay un montón de cosas que suplir y que el dinero cada vez alcanza para menos cosas en los supermercados.

No es extraño, en ese escenario, encontrarse con personas alicaídas y deprimidas, cansadas, desesperanzadas para quienes nuevas fuerzas no es una opción sino una necesidad.

En ese contexto mi alma bendice al Dios de la creación por su incomparable empatía con esta humanidad.

¡¡Cuan bien conoce Dios los pormenores de esta vida, cuan cercano esta Él a las necesidades de sus criaturas. Cuan presto está a darnos lo que necesitamos con tanta urgencia!!

Los cansados los que sienten que ya no tienen fuerzas pueden encontrar en Él una fuente de renovación y vida.

Dios tiene el poder, la facultad de renovar nuestras capacidades, de concedernos lo que falta para correr la siguiente milla.

Los hombres y mujeres de la biblia podrían hablarnos de cómo Dios les dio las fuerzas (que ellos ya no poseían) para sobreponerse y vencer en las situaciones mas adversas.

Dios es quien daba a los santos de la iglesia primitiva la fuerza para resistir ver a sus hijos ser devorados por los leones en el circo romano a causa del sistema diabólico opresivo de roma contra los cristianos del primer siglo.

Es verdad que este sistema esta haciendo mucho daño y agotando al hombre haciendo que su corazón se agobie y desfallezca.

Lo que el príncipe de este mundo no ha querido entender para su propia perdición, es que tenemos un Dios que obra milagros justo en los momentos en que más los necesitamos.

Dios puede y quiere darnos esas fuerzas que hoy nos faltan.
Para recibirlas debemos volver nuestra mirada y corazón Él.
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