Author: gabtorar
•9:00
Hechos 3:6 “mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret levántate y anda”

Este pasaje ha sido para mi una fuente de mucha inspiración, Hace muchos años Dios lo usó par ilustrarme cómo ha cambiado la iglesia.

El hombre al que sentaban a las puertas del templo pedía limosnas a quienes entraban allí.

La entrada de un templo es un buen lugar para que quienes entran allí practiquen la piedad. Pero este hombre se encontró un día con una gran sorpresa.

Su mayor aspiración era poder recibir algo materia que supliera temporalmente sus necesidades. Mas un buen día, en el nombre de Jesucristo de Nazaret, este hombre recibió una dádiva que le cambió no sólo el día, ¡¡sino la vida!!

Pero lo que me llamó la atención hace muchos años fue que Pedro y Juan eran apóstoles. La palabra de Dios dice que la hermandad que poseía heredades o casas, las vendían y traían el precio de lo vendido ¿y sabes lo que hacían? Lo ponían a los pies de los apóstoles.

Pues bien, Juan y Pedro eran apóstoles y cuando este hombre les pidió, Pedro le dijo “no tengo plata ni oro”. ¿Será que Pedro estaba mintiendo? No, claro que no. Él estaba diciendo la verdad.

La verdad es que no tenían plata ni oro, porque lo que la gente llevaba y ponía a sus pies era repartido y así no había necesitados en la iglesia.

Pedro efectivamente no tenía dinero, pero sí tenía algo. Algo que no era suyo, pero que operaba por medio suyo. Y eso fue lo que le dio al hombre cojo.

Ese día, inolvidable para quien pedía limosnas, Jesucristo transformó la vida de un hombre, dándole independencia y libertad.

Ya no necesitaría que otros le llevaran a la puerta del templo, ahora el podría moverse sin que otros lo tuvieran que trasladar.

¿Has recibido del Señor tal clase de independencia?

Pedro siendo apóstol no tenía plata ni oro, pero tenía algo mejor.

La plata y el oro hubieran dado a ese hombre un buen día, pero la dádiva de Cristo le dio una buena vida

Las cosas han cambiado mucho desde entonces. Hoy los apóstoles (siempre hay excepciones) tienen plata y oro, por montones, pero carecen de ese poder que transforma la vida de las personas.

Los cojos (físicos y espirituales) siguen sentados a las puertas de los templos, sin más aspiraciones que recibir algo material.

La gran verdad detrás del escrito de hoy es que solo podemos dar lo que tenemos.

La triste realidad que debemos enfrentar es que hoy día tenemos lo que Pedro y Juan no tenían, esto es dinero, pero carecemos de lo que a ellos les sobraba, poder para transformar vidas.

¿Cuál es tu depósito? ¿Oro o plata? ¿La autoridad de Jesucristo para cambiar (en Su nombre) la vida de los cojos de esta vida?

El dinero es muy necesario, pero hay cosas que no puede comprar.

La sanidad de ese hombre, la transformación que experimentó esa vida, el universo que Jesucristo abrió ese día para ese hombre, no lo puede comprar ninguna riqueza del mundo.

Los cojos de nuestro tiempo siguen las puertas de nuestros templos esperando recibir algo de nosotros

¿Qué tenemos para dar?
|
This entry was posted on 9:00 and is filed under . You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. You can leave a response, or trackback from your own site.