Author: gabtorar
•6:51
2 Timoteo 4:14 “Alejandro el calderero me ha causado muchos males, el Señor le pague conforme a sus hechos”

El evangelio de Dios es una buena noticia que nos habla del plan redentor de Dios para con la humanidad.

Las muchas discusiones que se generan a raíz del tema de la fe, pierden el norte cuando los hombres olvidan que hace algunos miles de años el hombre, un ser creado, finito y limitado, decidió independizarse de su creador.

No era posible entonces, vislumbrar las nefastas consecuencias de tal determinación, pero Dios, inmediatamente echó a andar un plan para buscar y salvar lo que se había perdido.

Entonces Jesucristo entra en la escena como Mesías y Salvador, enviado al mundo como un cordero que pagaría el precio definitivo para que todos los que llegamos a comprender la necesidad de un salvador, tuviéramos en Él, tan preciada oportunidad de abuenarnos con el Creador y tener acceso de vuelta la reino que Adán perdió en esa alocada decisión que tomó en el Edén de desobedecer a Dios.

El evangelio es, por tanto, un regalo, no una imposición. Está dado en función de una posibilidad, (¿cuántas veces hemos deseado solamente tener “la oportunidad de”?), por cierto, la única viable para quienes anhelan un lugar en el cielo, pero por ningún motivo puede obligarse a alguno a recibirlo, porque entonces dejaría de ser lo que Dios planeó.

Desde luego, Dios desea que todos puedan ver el gran amor puesto en haber dado su Hijo por nosotros, pero no podemos obligar a la gente a reconocer tal sacrificio. Y a veces las congregaciones tratamos de meter el evangelio por las narices a las personas, y lo único que conseguimos es vacunarles contra el mismo.

Más allá de toda discusión, sabemos que hay gentes que lo reciben de buena gana, pero otros se oponen férreamente (por las razones que sean) y nuestro texto nos muestra un ejemplo de ello.

Poco se sabe de este hombre. Se conoce su nombre (Alejando), su oficio (calderero), y el perjuicio que ha causado a quien estaba anunciando el evangelio (me ha causado muchos males), y lamentablemente también se hace patente el costo que esto tendrá para su vida (el Señor le pague conforme a sus hechos).

Es que todo lo que uno siembre, ESO cosechará. Es lo que dice la ley espiritual inquebrantable del Señor.

Dado que el evangelio es un regalo de Dios, no podemos imponerlo a las personas pero por la misma naturaleza de este las personas no deberían impedirlo que otros lo reciban.

Es peligroso violar los principios de libertad de albedrío que Dios ha otorgado al hombre.

Si Dios mismo respeta esto ¿quiénes somos nosotros para no hacerlo?

Con tristeza debo reconocer que he conocido personas que queriendo llevar el evangelio a otros, sólo han logrado hacer que las mismas ya no quieran nada con el evangelio.

Eso ocurre cuando no consideramos la palabra de Dios. Eso ocurre cuando no entendemos que la salvación es una obra del Espíritu de Dios y no de los hombres.

Del mismo modo es muy delicado meternos entre Dios y el plan que Él tiene para alguno con Su evangelio.

Alejandro debió haberse hecho a un lado simplemente. En lugar de eso, se volvió un opositor al trabajo de Pablo y por ende al de Dios. ¡¡Qué locura!!

Es cosa muy seria obstaculizar el fluir de la palabra del Señor.

He conocido personas que sin tener verdaderamente razones, se colocan en medio para detener la obra de Dios.

Personalmente lo he experimentado y debo decir que es lamentable porque Dios siempre hace camino para que Su plan se lleve a cabo.

Sin embargo tal y como Jesucristo le dijera a Saulo dura cosa te es dar coces contra el aguijón.

Es duro para nosotros cuando nos ponemos entre Dios y Su propósito con algo o con alguien. Es duro para nosotros cuando comenzamos a perseguir a Dios o a quienes hacen la obra de Dios.

Sería muy sabio hacerse a un lado y seguir nuestro camino, con Dios o sin Él, pero ponerse contra Él, eso es insensato

Cuando alguno no quiere recibir la palabra de Dios, deberíamos entender que tal vez no sea el tiempo y después de haber lanzado la semilla, hacernos a un lado, dejar a Dios actuar.

Penosamente lo tomamos como algo personal y en vez de hacer bien, terminamos produciendo el efecto contrario en las personas.
Las volvemos contrarias a lo único que les puede garantizar eternidad con Dios.

Dios nos ayude a entender este sencillo pero importante punto. Y sobretodo a no llegar nunca a estar en la posición de Alejandro el calderero.
|
This entry was posted on 6:51 and is filed under . You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. You can leave a response, or trackback from your own site.