Author: gabtorar
•5:44
"Solícitos en GUARDAR la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz" (Efesios 4:3)

Un principio escritural dice que "el que busca halla". ¿Que hallará? La respuesta obvia es "hallará lo que anda buscando".

Sin embargo, cuando uno busca algo, no es raro encontrarse con otras cosas que no motivaron precisamente la búsqueda pero que resultan por decir lo menos, interesantes de encontrar. Algún objeto, o posesión que tenía cierto valor para nosotros y que habíamos dado por perdido. De repente lo encontramos y nos alegra la vida. Muchas veces ni habíamos notado que estaba perdido.

He conocido mucha gente que dice que no puede encontrar a Dios. Aunque este no es el tema de hoy, Dios no es encontrado porque no se le busca en la frecuencia correcta. Un ejemplo: ¿Qué pasaría si intentaras sintonizar una emisora de radio FM estando en la frecuencia AM? Lo seguro es que no la encontrarías, no porque ella no exista sino porque la estás buscando en la "frecuencia" equivovada.

Lo mismo pasa con nuestros intentos por alcanzar la unidad. No se halla porque no se busca como es debido.

Nuestros matrimonios, nuestras familias e iglesias necesitan estar en unidad.

Los ambientes laborales más productivos son aquellos que trabajan en unidad, cohesionadamente. No basta con sólo cumplir, los cristianos no hemos sido llamados a "sólo cumplir", la voluntad de Dios es que todo lo que hagamos lo hagamos como para Él, para Su Gloria. Cada cosa que hacemos puede ser un testimonio concreto de nuestra fe.

La manera en que procedemos en nuestro trabajo, en que tratamos a nuestra famiia, el trato que tenemos con los vecinos, ahí es donde Cristo encuentra nuestro mejor testimonio.

No es predicando en una esquina (si bien es necesario proclamar la verdad de Dios desde distintas plataformas, calles, plazas, etcétera, nosotros predicamos en la calle) sino la predicación que a diario ofrecemos en donde estamos con nuestros hechos la que mejor determina lo que somos y a quien servimos.

La unidad se ha buscado por fuera y difícilmente la hallaremos allí. La unidad no es algo que yo pueda conseguir humanamente.

Mi parte es mantener la unidad que nos ha sido dada por el Señor.

"Solícitos en GUARDAR la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz" (Efesios 4:3)

Nuestra parte es no contribuir a romper la unidad. Esa es la mejor contribución que yo puedo hacer para mantener la unidad que Dios entregó.

Cristo oró por sus discípulos, y también por nosotros, porque Él oró por "los que habrían de creer por la palabra de ellos", o sea, todos los cristianos a quienes nos ha alcanzado el evangelio de Jesucristo y la doctrina apostólica.

Creo que esa intercesión es la que mayormente nos ha mantenido vivos como iglesia hasta hoy. De otro modo seguramente el diablo hubiera logrado su objetivo de destruir la obra del Señor. Pero gracioas a ese clamor se ha cumplido lo que Jesús dijo: "y las puertas del Hades no prevaleceran contra ella"

Yo puedo crear con mi proceder en la congregación, condiciones para que la unidad permanezca, o puedo con mi propia actitud y decisiones, ser un elemento divisorio en tal unidad.

Esto es igual en el hogar, en el trabajo, no sólo aplica a la iglesia sino que es válido para todas las esferas: ¡¡Los principios de Dios son universales!!

Los hombres hemos sido usados por el enemigo para socavar y destruir la unidad del Espíritu. ¿Cómo?

Mira los énfasis de las nuevas revelaciones de algunos líderes que son famosos mundialmente y que están esparciendo doctrinas que socavan los fundamentos. Revisa algunas nuevas versiones de la Escritura y te darás cuenta que no todo es progreso. Observa el énfasis que algunos ministerios hacen en ciertos puntos de la escritura. ¿No mandó el Señor que se predicara "todo el consejo de Dios"?

Observa a ministros (Dios sabe si son suyos o no) que han levantado imperios en base a énfasis en la sanidad, o la fe, o la prosperidad, entre otras enseñanzas que se transforman en sus caballitos de batalla.

Cuidado mis amados hermanos. En el nombre de la unidad (¿ecumenismo?) estamos puesto a un lado el sacrificio de aquellos hombres que prefirieron entregar sus vidas para mantener la pureza del mensaje y la unidad de la fe.

Meditemos en esto y saquemos nuestras propias conclusiones.
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