Author: gabtorar
•10:57
1 Pedro 1:10 "los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación"

En nuestro tiempo de discipulado, hemos estado compartiendo cómo nuestro concepto de Dios, afecta para bien o para mal nuestra relación con el Señor.

Hay personas que ven a Dios como un gigantesco ser enfadado constantemente con todo el mundo, deseoso de poder destruirlo y vengarse de sus maldades. Ese concepto afectará nuestro acercamiento a Dios.

Otros los ven como un viejito bonachón, digamos un abuelito, que jamás llamaría la atención a “sus nietos”, y por tanto es permisivo y hasta malcriador, permitiendo que las personas hagan lo que quieran y entendiendo todo, al fin y al cabo para Él, son jóvenes inexpertos que tienen mucho que aprender. Ese concepto afecta la clase de relación que se pueda tener con Dios.

He citado dos de muchos otros conceptos existentes sobre la persona y carácter de Dios. Y creo que el riesgo de estos conceptos es que cada uno rescata algo de verdad de lo que es Dios.

Concretamente Dios es mucho más grande, fuerte, sabio, misericordioso, justo, santo, amoroso, etcétera, de lo que nosotros podamos creer o pensar. ¡¡El sobrepasa todas nuestras expectativas siempre!!

La mejor prueba de ello se encuentra en las propias escrituras, en el choque (y consecuente oposición) que encontró Jesús con ciertas personas de Su tiempo.

Jesús fue rechazado por un segmento importante de la población de su época. Le rechazaban porque no entendían lo que Él hacía, lo encontraban anti-escritural, anti-Dios.

De hecho lo acusaron de ser influenciado por Belcebú (demonio), blasfemo, lo veían como un enemigo de Dios. ¿La causa?
Una incorrecta interpretación del ministerio de Jesús y de las profecías existentes sobre el Mesías
Seria bueno pensar en el error que ellos cometieron para no repetirlo en esta época. Pero debemos ser justos: muchos de los que se opusieron no lo hicieron por pura maldad, ellos en verdad creían que tenían motivos correctos para hacerlo, permíteme explicar.

Hubo un hombre, Juan el bautista que se confundió al oír los hechos de Jesús.

Este hombre era piadoso, un siervo del Dios Altísimo sin lugar a dudas, pero se confundió por este asunto de interpretación.

El concepto de Mesías que tenía Juan no coincidía exactamente con los hechos de Jesús.

Juan era un hombre con corazón de profeta del Antiguo testamento, que vino a preparar el camino al Mesías en el nuevo testamento.

Hablo de dos dispensaciones distintas en las que el plan de Dios era el mismo pero desarrollado de maneras algo diferentes.

Ambos testamentos están separados por un periodo (no menor en importancia) de silencio por parte de Dios que duró unos 400 años. En ese tiempo no hubo profeta, no hubo por decirlo así “revelación fresca” de parte de Dios y el pueblo avanzó como quiso o como pudo.

En el libro de Malaquías es profetizada la venida de Juan lo cual se cumple plenamente en el nuevo testamento.

Malaquías dice que Jehová enviará al profeta Elías, y tú y yo sabemos que no fue Elías sino Juan el que vino.

La escritura estaba diciendo que Juan vendría en el espíritu de Elías, es decir, en el mismo ministerio o misión de Elías para hacer volver el corazón de los padres hacia los hijos, a hacer volver el corazón del pueblo hacia el Señor.
En Juan encajan perfectamente las características de los profetas antiguo testamentarios. Su predica era fuerte, ruda, directa e implacable contra el pecado, con tremendo sentido de juicio contra los pecadores, un llamado “poco amoroso” al arrepentimiento, etcétera.

No podemos culparlo de falta de amor, era un hombre del nuevo testamento con el corazón de un profeta del antiguo.

¿Y qué de Jesús? Bueno él es la manifestación más clara de la gracia de Dios

En Jesús se combinaban de manera perfectas el celo y el amor de Dios. Jesús venía como un siervo, no como rey. Venía para buscar y salvar lo perdido.

Ya habría tiempo para echar al infierno de fuego a los que rechazaran su amor y salvación. Pero Juan dudó a causa del ministerio de Jesús, de la maneta en que el Mesías presentó.

Jesús vino a marcar un tiempo nuevo, un trato diferente de parte de Dios.

No que Jesús no demandara santidad, ni que a Él le diera lo mismo el pecado del pueblo. ¡¡El murió por el pecado del pueblo!!

Pero Él vino a inaugurar un nuevo tiempo: el de la iglesia.
En el tiempo antiguo del Espíritu del Altísimo estaba restringido solo a sus ungidos. Ahora el Espíritu sería derramado sobre toda carne”.

Nuestro concepto de Dios nos limita en nuestra relación con Dios, en lo que podemos esperar de Él.

Como la esposa cuyo marido se limita sólo a proveer lo que se necesita en el hogar. Él no le ayuda en casa, ni con los hijos, ni las tareas escolares, su rol es básicamente entregar los recursos.
Ella sabe que no debe, ni puede contar con él para otra cosa.

Así nuestro concepto de Dios limita nuestra relación con Él, creyendo que para ciertas cosas no podemos contar con Él.

Te aseguro que hay mucho que decir sobre este importante tema.
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