Author: gabtorar
•9:57
Juan 4:23 “mas la hora viene y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y verdad; porque también tales adoradores busca que les adoren”

El encuentro de Jesús con la mujer samaritana abarca varios aspectos relevantes para la vida espiritual. Uno de ellos es el relacionado con el tema de la adoración.

Hemos dicho en otra ocasión que el hombre fue creado con la capacidad de adorar. De ahí que es tan importante determinar qué se adora y cómo se adora, y Jesús cubre ambos puntos en este encuentro con la mujer de samaria.

Una de las cosas que mayores discrepancias produce entre las personas de distintas religiones (y credos) es el tema de la adoración.

Para la persona que tiene un (al menos) vago conocimiento de Dios, el asunto no es tan simple como “lo que importa es adorar”. La persona que se ha acercado a Dios sabe que existen formas aceptables y otras que no lo son. Quien determina esto es Dios mismo.

A menudo nosotros tenemos una manera cómoda de adorar a Dios. Coincidimos con la idea que si existe Dios y si Dios es todo lo que se dice de Él, entonces merece nuestro reconocimiento, pero fallamos al darle ese reconocimiento en nuestros términos y no en lo Suyos.

Si alguien en un acto de gratitud, decidiera obsequiarte un par de zapatos, no bastaría con que solo fuera de buena calidad, sería imprescindible que coincida con el número que tú calzas ¿verdad?

De otro modo ese reconocimiento no tendría verdadera utilidad.

Con la adoración es igual. Si no la damos a Dios en los términos aceptables para Él, perderá el verdadero valor y nuestro
sacrificio será vano.

Dios en verdad no nos pide sacrificios. El máximo sacrificio ya fue ofrecido por Jesucristo en la cruz. Él ahora espera (y prefiere) que le obedezcamos.
Jesús dijo que el Padre andaba buscando verdaderos adoradores, gente que le adorara en espíritu pero también en verdad.

Una manera sencilla de interpretar esto es, decir que aquel genuino deseo de engrandecer a Dios en nuestro corazones (adorar en espíritu) debe ir acompañado de una concreta gestión fuera de nuestra corazón (adorar en verdad), pero es en hechos concretos.

Muchas personas tienen excelentes intenciones en relación con Dios y su obra, pero para ninguno de nosotros es un secreto que las buenas intenciones son sólo eso, buenos deseos, que nada producen si no son ejecutados en formas prácticas.

¿Qué cosas nos pide Dios mediante las cuales podemos adorarle en espíritu y verdad?

Bueno, guardar sus mandamientos los que se resumen en 2: Amar a Dios y amar al prójimo.

Pensemos de qué formas concretas podemos canalizar estos 2 mandamientos y comencemos a hacer de ese modo.

Dios también desea que dentro de las muchas actividades que tenemos apartemos un tiempo para participar en alguna congregación con otros creyentes, donde seamos instruidos en Su palabra y así comprendamos más plenamente Su buena voluntad para nosotros y nuestra familia.

Es asimismo deseo del Señor, que de la forma en que esperamos que Él supla nuestras necesidades cotidianas, podamos también nosotros contribuir para suplir las necesidades de la obra de Dios.

Dios nos da la oportunidad de dar una estocada mortal al egoísmo (vivir para uno mismo) colaborando en los planes de la iglesia y en las necesidades y sustento de otros.

El tener un lugar físico donde reunirse (que albergue a los creyentes) tiene un costo. La electricidad tiene un costo. Las sillas donde nos sentamos tienen un costo. Los instrumentos que tocamos tienen un costo. No necesito seguir ¿verdad?

Lo anterior es un punto de partida. De ahí podemos avanzar hasta donde Dios nos quiera proyectar, pero es preciso entender que Dios quiere adoradores que le adoren con algo más que palabras.

Él nos está pidiendo hechos concretos.

El amor siempre es más contundentemente expresado con hechos que con palabras.
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