Author: gabtorar
•6:56
Joel 2:13 “Rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos, y convertíos a Jehová vuestro Dios; porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, y que se duele del castigo.”

Ayer compartiendo en una iglesia de Jicamarca, Perú, que de acuerdo a las palabras de un hombre de Dios queda “al fin del mundo y doblando a la derecha”, Dios me permitió tratar el tema de la verdadera conversión.

Convertirse es algo de lo que he oído a muchas personas mofarse, especialmente cuando dicen ¿así que ahora te convertiste a tal religión?

Muchas personas bromean o ridiculizan a otros, usando el tema de la conversión pero ¿llegan esas personas a entender el valor de convertirse al Señor? ¿Por qué o para qué convertirse?

Primero que todo decir que según el diccionario convertirse se refiere a la acción de cambiar una cosa en otra. O hacer que una persona llegue a ser algo distinto de lo que era.

Por último, es también hacer cambiar a alguien de opinión o idea religiosa.
Teniendo algo más fresco el concepto, podemos ahora analizar la pertinencia de convertirnos.

Si usamos la franqueza como debe ser usada, con toda seguridad reconoceremos que necesitamos convertimos en muchos aspectos de nuestra vida. Es decir, necesitamos cambiar de algo que somos o hacemos a otra cosa.

Sin saberlo o notarlo, las personas siempre estamos en busca de una conversión, sólo que cuando se trata de Dios, eso tiene algunos matices diferentes para algunos.

Como padres constantemente tratamos de convertir a nuestros hijos respecto de la clase de amigos que tienen, los lugares que frecuentan, las cosa que dicen o hacen.

Como esposos, buscamos convertir “ciertas áreas” de nuestro cónyuge que consideramos podrían beneficiar la relación marital.

Lo mismo es aplicable a nuestros vecinos. En definitiva, el concepto o idea de convertir no es para nada ajeno a ninguno de nosotros.

Pero qué gran asunto hacemos cuando se trata de convertirse al Señor.
Me sorprende ver como el enemigo de Dios utiliza a tantos para obstaculizar el propósito de

Dios de convertirnos de una vida de tinieblas a otra de luz, y pasar de ser enemigos de Dios a hijos Suyos.

El diablo hace un gran tema del asunto porque a él no le conviene esto de que la gente se convierta a Dios.

Para obstaculizar, utiliza la cobarde arma de la intimidación y ridiculiza a quienes han hallado luz y han escapado (gracias al sacrificio de Cristo) de sus oscuros caminos.

Como podemos ver convertirse no es tan raro después de todo.

Lo que me parece raro es que las personas no lleguemos a entender la necesidad personal de hacerlo.

La palabra convertir se usa en varias ocasiones en las escrituras, tanto para exigir una conversión del corazón como para describir que Dios convertirá o transformará las condiciones de ciudades o pueblos por medio de Su intervención.

Pero en nuestro texto, Dios nos llama a convertirnos a Él con todo el corazón. ¿Por qué Dios nos llamaría a cambiar convirtiéndonos a Él?

Porque Él es capaz de ver donde nos lleva el camino por el que transitamos ahora, porque ÉL nos ama, porque Él quiere hacernos bien, y si no nos convertimos de esos caminos, en otras palabras, si no cambiamos el rumbo actual, llegaremos a lugares de dolor que Dios desearía evitarnos.

El hombre en su fuero personal y la humanidad como un todo, avanzamos hacia la autodestrucción. La redención del hombre por el hombre es algo en verdad imposible para el hombre Y Dios lo sabe pero ello nos pide que nos volvamos a Él que abandonemos la maldad, que abracemos su verdad.

Nadie está tan interesado como Él en ayudarnos, por eso requiere que nos convirtamos. El resto lo hará Él.
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