Author: gabtorar
•9:22
Génesis 3:10 “y él respondió: oí tu voz en el huerto y tuve miedo, porque estaba desnudo y me escondí”

Hablando a la congregación sobre el tema del miedo (¿quien no le teme a algo?) Dios llamó mi atención con lo ocurrido en el huerto de Edén.

Los que leemos y escudriñamos la palabra de Dios tenemos la posibilidad de ver un poco más allá de lo aparentemente se describe, esto es porque hay detalles importantes que a veces pasan de largo para el lector ocasional.

La relación que Dios había establecido con Adán y su mujer Eva era fantástica. Se comunicaban de manera muy fluida y en esa relación había cualquier cosa menos miedos.

Era de hecho una maravillosa relación basada en la confianza mutua.

El ser creado confiaba plenamente en el Creador y el Dios creador confiaba lo suficiente en ellos como para hacerles parte de Su plan e incluso delegarles ciertas responsabilidades respecto al cuidado y administración de dicho huerto.

¿Podría haber una relación más ideal? Todo iba perfecto en esos términos hasta que todos sabemos de la infortunada decisión que tomaron Adán y su mujer escogiendo obedecer a la serpiente antes que a la palabra dada por Dios.

Sabemos que como consecuencia de esa decisión ellos cayeron del estado de gracia que gozaban con Dios.

Algo muy terrible ocurrió que significó perdida no solo de los privilegios de que disfrutaban, sino que la relación se fracturó de manera irrecuperable para ellos.

Un enemigo terrible que ataca a todos sin discriminación de sexo edad o condición social, y que hasta ese minuto era impensado apareció: “el miedo”.

El hombre más fuerte tiene miedos, el más adinerado tiene miedos, el más saludable tiene miedos, el más inteligente tiene miedos.

Verdaderamente el miedo ataca y busca embargar al hombre, reduciendo su vida a una vida de baja calidad, llena de inseguridades y temores.

La psiquiatría, la psicología y otras ramas afines que estudian el comportamiento humano no han logrado dar solución al problema de los miedos del hombre.

Es que el miedo es herencia inevitable de la condición caída del hombre.

Jesucristo una y otra vez pronunció las palabras “no temáis”.
Es que el hombre está lleno de miedos. ¡¡Algunos temen incluso a su propia sombra!!

Gente que vive con crisis de pánico aterrados por lo que el día de mañana puede (o no) traer. Personas que viven esclavas de traumas de su infancia y que cuando se ven en condiciones parecidas se aterran.

El miedo vino para quedarse tal como se ve.

Pero ¿en qué momento Adán tuvo miedo? ¿En que momento huyo de Dios? Si él antes corría a la voz de Dios, Su voz era como un imán y Adán con toda seguridad irresistiblemente anhelaba esa bendita comunión. ¿En qué momento ese correr HACIA Dios se volvió en un correr DE Dios?

Eso pasó exclusivamente desde el momento en que Adán decidió hacer su propia voluntad.

Con su desobediencia ellos perdieron algo más que el lugar idílico en que vivían, ellos perdieron la clase de relación que tenían.
Esa hermosa relación de amor se quebró y cuando eso ocurrió vino el miedo. ¿No pasa eso mismo entre los matrimonios? ¡Piénsalo!

El diablo intervino para cortar la buena relación existente entre ellos y debes saber que no ha cesado en su intento de separar al hombre de Su Creador.

Dios no quiere que al escuchar Su voz huyamos de él. Si Él nos llama es porque quiere hacernos bien. Y si descubres que en tu vida hay malas decisiones que te separan de Dios, desecha esas malas decisiones, pero no deseches a Dios

Por nada del mundo nos conviene perder esa comunión que transforma, que salva y que liberta del miedo y del temor.
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