Author: gabtorar
•10:13
Colosenses 4:2 “perseverad en la oración velando en ella con acción de gracias”

Todos debemos lidiar con cosas que se nos hacen muy dificiles de llevar.

En este último tiempo se me ha hecho muy notoria la gran capacidad que tenemos para quejarnos.

En contraste con lo que la palabra de Dios nos insta a hacer (abundar en acciones de gracias) somos muy dados, tentados diría yo, a quejarnos. Hay personas que se vuelven difíciles de soportar (apoyar) porque están constantemente quejándose por todo.

Se quejan de lo que tienen y también encuentran motivos para quejarse por lo que no tienen.

Hay una delgada línea que divide la queja de la murmuración y sólo Dios sabe cuántas veces al día la cruzamos.

En la escritura encontramos ejemplos de personas que vivieron situaciones de verdad difíciles y sin embargo, no les encontramos quejándose por ello. Pero son los menos, la clara excepción que existe a toda regla.

Los casos que abundan son los de gente que nunca dejaba de murmurar y quejarse por las circunstancias que les rodeaban.

El ejemplo clásico es Israel.

El mal reporte de los espías enviados por Moisés, produjo un quiebre en el contingente que fue enviado a explorar la tierra que Dios iba a entregarles para bendición.

Esa tierra era la bendición que Dios tenía para Su pueblo, pero la mayoría vio esa tierra como un problema. Él esperaba gratitud y alabanza. Ellos se quejaron y murmuraron.

Las quejas traen un mal fruto consigo: “desánimo”. Y el desánimo es altamente contagioso.

Por eso Dios no hace encuestas de opinión. Él simplemente da la palabra y los que tenemos oídos para oír, actuamos en pos de esa palabra.

Podemos pararnos al lado de Dios y simplemente ser agradecidos por lo que nos da, o ponernos al otro lado y comenzar a quejarnos a cuestionar y en resumen “quitarle la gloria a Dios” por lo que hace, en lugar de dársela.

En el diario vivir sin percatarnos siquiera, somos culpables de ser quejumbrosos.

¡¡Es que protestar no cuesta nada!! Es más, la lengua está presta a ayudarnos cuando se trata de reclamar por alguna situación que no nos parece o desagrada.

El apóstol escribía a los hermanos de Colosas, subrayando la importancia de 2 cosas: la perseverancia que debe haber en la oración y la temática de gratitud que debe plasmar la misma.

¡¡Es tan fácil hacer de la oración una lista de peticiones!!

Convertimos la oración en una constante petición, y olvidamos que pedir es sólo una parte de ella.

Indudablemente Jesucristo nos dejó la oración para que la usemos. Él mismo enseñó que la voluntad del Padre es que pidamos y que recibamos lo que pedimos.

Pero de seguro habrás encontrado al Señor alabando al Padre en su oración y dándole gracias también.

Es muy lamentable que perdamos la perspectiva que la oración es un medio para comunicarnos con Dios y transmitir no sólo peticiones y quejas (respecto a lo que nos pasa) sino principalmente un medio para estar comunicados con Él.

Debemos perseverar en oración porque Dios desea que estemos constantemente conectados y debemos ser agradecidos de lo que Él permite que venga nuestras vidas porque Su Voluntad es siempre lo mejor que nos puede suceder.

Determinemos contagiar a quienes nos rodean con el gozo del Señor y desechemos las quejas que no son de ningún beneficio para nosotros ni para quienes nos escuchan en esa actitud.
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