Author: gabtorar
•3:16
Hechos 1:8 "...y me seréis testigos..."

Siguiendo con el tema de pagar lo que debemos, considero que como cuerpo de Cristo tenemos una deuda con este mundo que no será sencillo pagar, y esto tiene relación con el testimonio que estamos entregando, la luz que no estamos siendo para ellos.

Jesucristo enfáticamente señaló que nuestra luz debía alumbrar delante de todos los hombres. Agregó además, que de esa forma el Padre recibiría la gloria (reconcmiento) que merece, a causa de nuestro testimonio, y pienso que al menos en este sentido estamos en deuda.

Como dijera un destacado servidor de Cristo de nuestro tiempo: "le debemos al mundo lo beneficios del evangelio".

Creo que la gran deuda de la cristiandad consiste en predicar mucho pero hacer muy poco.

Verdaderamente es más fácil hablar que hacer, hacer oración que tomar acción, y hemos dejado (cuál más, cuál menos) este importante aspecto predicado y practicado por Cristo: "Vosotros sois la luz del mundo"

¿Qué ocurre cuando hay problemas con la luz? ¿Cómo viven las personas en un lugar en que la luz no alumbra o el suministro está suspendido? La respuesta es en tinieblas, en oscuridad ¡¡Asi vive el mundo!! Y el mayor problema no es la abundancia de oscuridad sino la falta de luz.

Cristo dijo que la mies era (y sigue siendo) mucha, pero que los obreros eran pocos.

Es fácil interpretar esto como "hay mucho trabajo que hacer y pocos que lo hagan", pero creo que el verdadero problema no es sólo que existan pocos dispuestos a hacer el trabajo, sino que aun de esos pocos, son todavía menos los idoneos para hacerlo.

El asunto de la idoneidad le ha causado muchos males al testimonio de la iglesia. Por eso el apóstol dice a Timoteo: "que no sea un neofito para que no caiga en descrédito y lazo del diablo"

El llamado de Cristo a esos primeros siervos fue: "Me seréis testigos", y la voluntad de Dios sigue siendo la misma, que como iglesia testifiquemos al mundo de Cristo. No sólo en palabras sino especialmente en obras como a Dios le gustan las cosas, como Él nos ha enseñado con su mismo ejemplo.

Vale la pena preguntarnos al culminar este año, si hemos avanzado en saldar esta deuda de testificar sólidamente con nuestro trabajo, responsabilidad y actitud (entre otros) que hemos nacido de nuevo, que Cristo, el Hijo de Dios tiene poder para transformar las vidas de otros, porque así lo hizo con nosotros. Porque lo hizo ¿verdad?

En este tiempo en que muchos corren en busca "del regalo", no olvidemos, que Dios entregó el más grande obsequio a la humanidad entera: este cordero sin mancha, único, que puede borrar los pecados del mundo y dar vida eterna.

Creo que con Él seguimos en deuda.
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