Author: gabtorar
•5:57
Mateo 27:18 “Porque (Pilato) sabía que por envidia le habían entregado”

¡¡Cuan terriblemente destructiva llega a ser la envidia y qué devastadores efectos llega a tener tanto para el que envidia como para el que es motivo de dicha envidia!!

En este versículo encontramos a Pilato plenamente consciente de las razones por las cuales Jesús le había sido entregado: “envidia”

Creo que lo que más cuesta entender es cómo la envidia tiene un efecto enceguecedor tan poderoso sobre las personas.

Jesús había hecho tantas cosas dignas de aplauso, agradecimiento y alabanza. Eran buenas obras, buenas cosas que Jesús hacía para el bienestar del pueblo, pero estas mismas cosas, los religiosos las tomaron para mal, y encontraron en ellas todo lo contrario, es decir, razones para criticarlo, perseguirlo, obstruir su labor e incluso entregarlo a muerte.

¡¡Con cuánto cuidado debemos proceder en la vida y con cuánta diligencia debemos “velar” para que nuestro corazón no se infecte con este veneno mortal de la envidia.

Las familias se disgregan a causa de este mal. Muchos al darse cuenta que a un familiar empieza a irle bien en los asuntos seculares (trabajo, empresa, relación matrimonial, con los hijos, etc), y se apartan de tal pariente. Empiezan a “buscar” fallas para justificar su alejamiento. ¿Resultado? Se quiebra la comunión y unidad familiar. Y con esto nadie gana pero todos pierden especialmente lo que menos tienen que ver con el asunto. (nietos, sobrinos. primos, etc)

Las iglesias sufren de este mismo mal. Dios empieza a apuntar a alguien en la congregación. Seguramente como resultado del hecho incuestionable que “Dios ve en lo secreto” y de acuerdo a Su Palabra “recompensa en público”.

Asi Dios empieza a levantar a alguno, a hacerle notorio en medio de la iglesia. ¿Cuál debiera ser la actitud propia del cristiano? ¡¡Gozarse, alegrarse de que Dios esté espiritualmente reconociendo el mérito (fidelidad, perseverancia, obediencia u otro) de alguno de Sus hijos!!

Pero la envidia ciega el entendimiento y se acerca serpenteante para susurrar maldad. Para persuadirnos que “hubo un error”, que “se cometió una tremenda injusticia”, que “ese reconocimiento que injustamente se le está dando a tal persona, lo merecía yo”

Y así como el nefasto avance de la diabetes (en muchos casos) va cegándonos, la envidia nos impide ver las cosas en sus justa dimensión.

Triste como parece, es la realidad que se vive en todas las congregaciones (¿la tuya será la excepción?). Y no debería sorprender.

De acuerdo al registro histórico, al menos dos de los muchos pilares que tuvo la iglesia primitiva, perdieron la vida como consecuencia de la traición, provocada ¡¿imagínese por qué?!: ¡¡por la envidia!!

Las muertes de Pedro y Pablo se atribuyen al hecho de haber sido "traicionados" (entregados, delatados) por supuestos “hermanos” (cada vez me convenzo más que un verdadero hermano no tiene envidia, podrá y será tentado a sentirla, pero no le dará lugar) que veían en ellos un espíritu superior, un conocimiento superior, una conducta superior, una comunión superior, en resumen, una vida espiritualmente más elevada.

Nada extraño considerando que Cristo nuestro Señor, maestro y modelo a seguir, fue entregado (y muerto) por esta misma razón.

¿Te cuidarás de no dejar que la envidia entre en tu corazón y que la luz que hay en ti se vuelva tinieblas? Yo lo seguiré haciendo.
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