Author: gabtorar
•4:03
Salmos 120:1 "A Jehová clamé estando en angustia, y Él me respondió"

La complejidad de la vida actual, los innumerables compromisos, las presiones laborales, el deterioro de las relaciones interpersonales a todo nivel y otros factores promueven las condiciones para que el corazón de los hombres se angustie.

Muchos son los que hoy viven sumidos en cuadros de depresión o se sienten al menos desesperanzados respecto de lo mal que van las cosas en sus matrimonios, trabajos y hogares.

La angustia es tan antigüa como el hombre mismo. Ella es parte de la herencia del hombre caido. Hasta antes de la caida en Edén, no se había mencionado tal cosa ni tampoco muerte, ni dolor, ni nada parecido.

Mas Dios en su benevolencia siempre da una salida a nuestras situaciones.

La verdad es que Dios mismo es la respuesta a nuestras necesidades humanas, sociales, fisicas, y por cierto, espirituales.

El salmista aquí nos relata lo que él vivió. Mientras se encontraba en angustia, tal vez desesperado, no pudiendo conciliar el sueño, demasiado abrumado por las circunstancias de su vida, recordó que existe un Ser Todopoderoso, que si bien, Su Trono se encuentra en lo alto de los cielos, habita muy cerca nuestro y está a un llamado de distancia.

Las circunstancias adversas no cambian por casualidad. No sirve "dejar las cosas ahí y olvidarse de ellas". Lo que si podemos y deberíamos hacer más a menudo, es "dejar las cosas en manos de Aquel que es competente" para intervernir a nuestro favor y ayudarnos a vencer.

Tristemente los hombres buscamos ayuda en las personas y lugares más insólitos pero siempre dejamos como última opción aquella que debería ser la primera: Dios.

Las personas e instituciones pueden tener la buena disposición de querer ayudar pero hay situaciones que solamente Dios puede hacer.

No malgastes tu precioso tiempo buscando fuera del Señor. ÉL es la respuesta a todas nuestras necesidades.

El salmista dice: "y Él me respondió". Dios siempre quiere tener parte en nosotros. Así como nosotros deseamos ser parte de lo que nuestros hijos viven, especialmente cuando las cosas les salen mal. Del mismo modo Dios está abierto a respondernos.

Sólo tienes que "clamar", levantar tu voz con sinceridad al Señor reconociendo tu incapacidad para resolver por ti mismo. Esto es lo que más cuesta, dejar de lado el orgullo o esa voz (cuidado que es el diablo) que te dice: "tu puedes solo".

Con toda seguridad Él va a responder porque ha prometido no desechar a los que vienen a Él con humildad.
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