Author: gabtorar
•6:39
Colosenses 3:2 “Poned la mira en las cosa de arriba, no en las de la tierra”

¿Dónde están puestos nuestros afectos e intereses? ¿Estamos trabajando para hacer tesoros en la tierra?

Los tesoros de los que hablo no son fortunas al estilo de aquellos que aparecen en las revistas Forbes o Fortune, sino el simple hecho de volvernos parte de un sistema de vida materialista que en su afán por obtener las cosas de la vida posterga lo más esencial de la vida: al dador de esta, al Señor.

El devocional anterior hablaba de ser fieles en lo ajeno, y en este caso deseo poder llevarnos a esta tan necesaria reflexión que tiene que ver con la pregunta: ¿Dónde están puestos nuestros ojos?

Nuestros pies se dirigirán básicamente hacia la dirección que nuestros ojos prefijen.

¡Es tan importante tener claro donde va nuestra mirada!
Si no cuido mis ojos quizás vayan detrás de la mujer ajena y mi matrimonio termine destruido por la infidelidad; si no cuido mis ojos puedo colisionar con algún vehiculo y dejar a mi esposa viuda y a mis hijas sin su papá. Si no cuido mis ojos puedo colocarlos en las cosas de la tierra y perder el cielo. Si no cuido bisojos corro el riesgo de cambiar la gloria de la vida eterna por un momentáneo instante de placer que a la larga no tendrá ningún beneficio verdadero para mi ser.

El Señor siempre nos dice lo que Él sabe conveniente para nosotros: por medio de la escritura abiertamente nos señala dónde debe estar puesta nuestra mirada: “en las cosas de arriba”

¿Cuáles son esas cosas de arriba?

Antes que todo es Cristo, el Hijo de Dios, quien murió para liberarnos del pecado que nos condenaba a la perdición eterna en el infierno.

En la santidad de Dios que es un requisito para quienes deseen ser parte del Su reino: “sin santidad nadie verá al Señor”.
Hay muchas cosas que nos podrían faltar, pero si deseamos ver a Dios necesitaremos este prerrequisito de la santidad.

En la obra direccionadora del Espíritu Santo, quien fue enviado precisamente para guiarnos a toda verdad, es decir, para liberarnos del engaño, de la mentira y el error.

En la vida eterna, el cual es el galardón que Dios concederá a quienes por amor a Él guarden Sus mandamientos.

Estas (además de muchas otras) son algunas de las cosas de arriba en las cuales debemos poner la mira. Cosas que no pasarán porque son eternas como Dios mismo lo es.

Tristemente somos inclinados a poner los ojos en las atractivas pero pasajeras cosas de la tierra. ¡Cómo nos seducen las muchas luces de colores!

La parafernalia de la vida a veces nos atrapa y por ello el Señor nos recuerda tan claramente que debemos ser disciplinados y determinar dónde y en qué pondremos la mira.

Lamentablemente todas aquellas cosas que tienen apariencia de belleza son perecederas. Un día las buscaremos y nos las vamos a hallar.

Tanto valor que damos a las flores que están en el florero, por ejemplo, y no nos damos cuenta que en cuestión de un par de días no serán útiles más que para botarlas a la basura, porque con todo lo lindas que parezcan, al haber sido separadas de la tierra están muertas.

No tendrán ya ni siquiera valor decorativo, y eso sin importar su forma o colorido.

De igual manera, la apariencia de este mundo pasa con rapidez, pero hay una promesa de permanencia e inmutabilidad para quienes ponen su mira en las cosas de arriba.
¡El cielo es tan firme como Su Creador!

¿Para qué gastar nuestro corto tiempo en cosas que no tendrán mayor trascendencia?

Te invito a escoger correctamente, poniendo la mirada en la voluntad de Dios que nunca cambia, que no se marchita ni envejece jamás.
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