Author: gabtorar
•7:54
Miqueas 6:8 “Oh hombre, Él te ha declarado lo que es bueno, y que pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia y humillarte ante tu Dios”

Los dos últimos días no he escrito los devocionales porque han sido días muy ajetreados.

Verdaderamente no me ha alcanzado el tiempo para hacerlo atendiendo otras responsabilidades y respondiendo también a inquietudes y consultas de hermanos y otros ministros del Señor.

Pero para hoy hay un versículo que tiene mucho sentido para mi. Es curioso que aunque Dios es uno y el mismo que hace todas las cosas en todos, Él es todavía lo suficientemente grande como para tratar de manera individual y personal con cada uno.

No obstante lo anterior, está absolutamente claro que la voluntad de Dios es en estricto rigor la misma para todos: “que lleguemos a la estatura de Cristo y que crezcamos en fe, en comunión los unos con los otros y en amor”.

Es a este llamado tan fundamental al que quisiera apuntar en el escrito de hoy.

Nos cuesta tanto entender que las personas pueden hacer ciertas cosas en un espíritu de amor.

Desde luego no podemos ver lo que las personas piensan o sienten en su interior, eso es algo que solamente Dios ve y conoce, pero es triste pensar que seamos tan dados a interpretar las cosas desde la perspectiva equivocada.

He entendido que para Dios “la motivación” que uno tiene al hacer cualquier cosa determina si ello realmente tiene o no valor eterno y si traerá o no algún fruto para nosotros.

Noé predicó advirtiendo sobre lo que acontecería a sus congéneres si estos no recapacitaban en su forma de vivir.

Es que la manera de vivir que esas personas llevaban estaba alejada de la manera que Dios considerable aceptable, lo que les ponía en una condición de peligro con Dios, especialmente cuando llegara el momento de enfrentar a Dios cara a cara.

Jesús mismo enfatizó que en su segunda venida las condiciones de vida de las personas serían semejantes a la de los días de Noé.

Dios mandó a preparar un arca porque sabía que “algunos responderían” y para ellos era imprescindible contar con un instrumento de seguridad y salvación.

¿Cómo interpretaron las personas a Noé? De diversas formas.

Algunos se burlaron, otros se rieron, con seguridad unos pocos que estimaban a Noé llegaron a decir en sus corazones: “pobre Noé”. Pero solo su familia, esto es, sus cercanos, estuvieron EN el arca cuando convenía estar allí.

Con seguridad la sociedad circundante no vio en Noé y en sus palabras “el amor de Dios”.

Con seguridad, como suele ocurrir hoy día cuando anunciamos el evangelio y advertimos sobre las angustias que vendrán, las personas simplemente nos mal interpretan, nos tildan de alborotadores y no logran ver que es en un espíritu de amor que Dios nos mueve a pararnos en alguna esquina y a declarar las verdades de la Palabra de Dios, verdades con las que Dios busca apercibirnos de las cosas venideras para que esas eventualidades no nos tomen por sorpresa. Verdades por medio de las cuales Dios busca llevarnos a mirar dentro de nuestros corazones y examinarnos, para constatar si estamos o no andando en el camino que es grato para Él.

Finalmente aquellos para quienes viene el juicio de parte del Señor, terminan convirtiéndose en jueces de quienes les quieren ayudar.

Dios sigue deseando que hagamos 3 cosas que menciona nuestro texto, y que generalmente no son parte o prioridad en nuestra vida: “Hacer justicia, Amar misericordia, Humillarnos ante Dios”

Hacer justicia es dar a cada uno comenzando por Dios, lo que cada uno merece, lo que le corresponde: “respeto, obediencia, trato digno, etcétera.

Amar misericordia consiste en tener en el corazón esa disposición para dar a otros lo que ellos no merecen. Dios desea que en nosotros haya ese sentir, porque esa es la vara con la que Él nos mide a nosotros también.

Finalmente, Humillarnos ante Dios. Este quizá sea el aspecto más difícil de conseguir en los hombres y mujeres de nuestro tiempo. ¡¡Cuanta soberbia hay en el corazón!!

Nos equivocamos, pero insistimos en nuestro error. Nos cuesta tanto reconocer nuestras faltas. Tratamos de justificar nuestros actos. En fin, cualquier cosa menos humillarnos.

Noé fue justo porque pregonó y obedeció haciendo lo que Dios le mandó. Amo misericordia porque dio razón, y testimonio del por qué de la construcción del arca y se humilló ante Dios porque aceptó recibir la burla y el menosprecio de sus vecinos y la gente de su tiempo.

Concretamente, llegado el momento Dios cumplió su palabra y Noé recibió la retribución del Señor. Tanto él como su casa fueron salvos. ¿Y los demás?

Los demás no entendieron nada. Ni el amor de Dios que les daba tiempo para arrepentirse y cambiar, ni el amor de Noé por medio de quien Dios les ofrecía la oportunidad, ni el valor del arca como instrumento para salvar.

El Señor ha declarado lo que es bueno. ¡¡No tardes en hacerlo!!
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