Author: gabtorar
•10:44
Juan 11:3 “…¿eres tú aquel que había de venir a esperaremos a otro?”

En estos días el Señor me ha estado motivando mucho con esta lectura. Para efectos de mis devocionales sólo incluyo un verso pero es necesario leer el contexto para realmente comprender el mensaje.

¡¡Que gran ejemplo tenemos en Juan de lo que la duda puede producir en el corazón del creyente!!

Es justo decir que la duda no viene sola. Es siempre producida por algo.

Normalmente dudamos cuando sentimos que hay razones (motivos) para ello. Pero Juan dudó, a pesar de tener poderosos motivos para NO hacerlo.

Juan conocía a Jesús bastante bien. Las madres de ambos eran parientas así que había un grado de cercanía, no eran completos extraños el uno con el otro.

Mejor que otros muchos hombres de su tiempo, Juan sabía quien era Jesús.

Fue Juan quien dio testimonio de Jesús cuando se aproximaba al Jordán diciendo “he aquí el cordero de Dios”. Existía sólo UN cordero de Dios y Juan estaba testificando de él.

Juan estuvo allí cuando los cielos se abrieron luego del bautismo de Jesús.

Juan escuchó la voz del Padre dando testimonio que Jesús era el Hijo amado.

Juan agregó ser indigno del calzado de Jesús. En síntesis, Juan conocía a Jesús, sabia quien era.

Pero en nuestro texto está enviando 2 discípulos suyos para corroborar. ¿Qué extraño?

¿Puede ser que de haber estado tan seguro ahora no supiera si Jesús era o no el que Juan estaba esperando?

¿Cómo transitó de la seguridad a ese punto de duda?
Desde luego el problema no era Jesús.

Indiscutiblemente Jesús ERA el mesías, el cordero de Dios, el Hijo predilecto del Padre, el Salvador, el Ungido, y ahora Juan lo pone en tela de juicio.

¿Las razones? El verso 2 lo explica con claridad “Al oír lo HECHOS de Jesús”

Había algo en los HECHOS de Jesús que no cuadraba con el cuadro que Juan tenía del Mesías.

Juan era un gran profeta, cargado con el espíritu de Elías.

Elías desafió temerariamente a los profetas de Baal. A riesgo de su propia vida, confrontó al pueblo por su tibieza y lo llamó a decidir a quien seguro. Juan vino en el espíritu de Elías a preparar camino al Señor.

Su mensaje era fuerte, confrontacional, “duro” lo llamarían muchos hoy día.

De acuerdo con Juan, el Mesías traería el aventador en su mano, y separaría la molesta paja del trigo.

El hacha estaba puesta a la raíz misma de los árboles para cortar a los impíos de la tierra.

Estando en la cárcel él escucha que Jesús come con pecadores y prostitutas. Que comparte con los deshonestos recaudadores de impuestos, que se sienta con los bebedores de vino.

Ese cuadro no encajaba en lo más mínimo con el concepto de Mesías que Juan manejaba en su mente y corazón.

Esa es la razón por la que duda. Jesús desencajaba con lo que el profeta esperaba y esto lo llevó a ser confrontado con su propia percepción del Señor.

¿Cuántas veces nos ha ocurrido lo mismo a nosotros?

¿Cuántas veces henos dudado de las cosa de Dios, no porque no sean de Dios, sino porque no lucen como nosotros pensamos?

Jesús le mandó a decir a Juan que las obras hablaban por si solas.

¡¡Gracias a Dios que la obra del Señor, trae el sello de quien la encomienda en nuestras manos!!
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