Author: gabtorar
•8:04
Marcos 4:23 “si alguno tiene oídos para oír, oiga”

Las palabras de Jesús siempre son oportunas. Una de las características más relevantes de las palabras del Señor es que siempre son pertinentes para nosotros.

Dios no malgasta su tiempo. Aunque vive en una medida (o dimensión) de tiempo distinta a la nuestra, Él sabe el valor que tienen los minutos y horas para personas como nosotros cuya presencia en este mundo no dura más que algunos años.

Por ello es que Jesús siempre era pertinente y agudo en sus alocuciones.

Una notable virtud del Señor era que Él no lisonjeaba a las personas. Iba directo al grano. Al que estaba en pecado le señalaba su condición de pecado; al enfermo no le tramitaba para sanarlo; al oprimido no le ofrecía recetas de liberación, simplemente lo liberaba. Es que el tiempo es un bien irrecuperable y eso Dios lo sabe muy bien.

Por eso no es de extrañar que el Señor pronunciara estas palabra “el que tenga oídos para oír, que oiga”.

Es un llamado a usar estos pequeños miembro de manera correcta y provechosa.

Nos lleva también al tema que “no basta con tener oídos, se necesitan oídos que sirvan, o sea, que puedan oír, oír lo que Dios desea, oír a qué cosa, tarea o misión Dios nos está llamando a dedicarnos o realizar.

Todos en el tiempo de Jesús tenían oídos, pero ¿a cuántos les funcionaban los oídos? En otras palabras ¿Cuántos de esos oídos en verdad oían?

La cosa no ha cambiado mucho desde entonces. Los avances de la ciencia nos han permitido desarrollar mecanismos que facilitan la audición, pero ningún inventor ha podido crear un aparato que permita a los oídos de los hombres abrirse para oír las palabras de Dios.

La ciencia no tiene poder sobre eso.

Es tan fundamental oír la voz de Dios, especialmente cuando sabemos que Jesús dijo que sus palabras eran espíritu y vida. ¿No estamos carentes precisamente de una espiritualidad genuina y de vida en estos tiempos?

Al recorrer las calles o abordar un autobús, vemos que la gran mayoría de los pasajeros va “en su propia frecuencia” portando aparatos de audio. ¿Qué estarán escuchando? ¿Palabra de Jesús, palabra de vida, o mensajes de sensualidad, rebelión y muerte?

Los muchachos y el reggeatón, la tercera edad y las apuestas de la hípica, los adultos y sus programas subidos de tono, las dueñas de casa y sus programas de farándula. ¿Podemos decir que la gente está usando sus oídos para oír lo que les conviene escuchar?
Yo creo que no.

La triste verdad de nuestro tiempo es que la gente está escuchando muchas cosas, pero no está escuchando lo que le conviene.

¡¡Oh Señor, cuánto se necesita que una vez más hagas oír Tu voz en esta tierra!!

Que se oiga una vez más Tu Verdad. Sólo ella nos puede libertar.

Sería, por tanto, muy útil preguntarnos en qué estoy ocupando mis oídos.

¿Los estoy consagrando para oír la voz de Dios o los estoy usando como instrumentos de injusticia e iniquidad?

Si la lámpara del cuerpo es el ojo ¿qué función cumplirán nuestros oídos?

Ambos órganos (ojos y oídos) tienen mucho en común. Nos conectan con el mundo exterior y nos entregan información de ese mundo.

Desde luego somos nosotros quienes tenemos la responsabilidad de direccionarlos. No podemos permitir que ellos nos dicten que ver u oír.

De acuerdo a la palabra de Dios el criterio para determinar qué vemos o escuchamos debería ser cuánto me edifica aquello que veo o escucho.

Frente a la bendición (que no todos poseen) de tener oídos que oyen, necesitamos hacernos cargo del cómo los vamos a usar.

Daremos cuenta de haber contado con tal habilidad.
|
This entry was posted on 8:04 and is filed under . You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. You can leave a response, or trackback from your own site.