Author: gabtorar
•8:48
Isaías 2:18 “Y quitará totalmente los ídolos”

Uno de los grandes problemas que nos dificultan dar al Señor la adoración y honra que merece son los ídolos.

A menudo pensamos que un ídolo se refiere solamente a una figura creada en algún material, que luego se venera o adora.

En efecto este es el caso de muchos y por supuesto, Dios no desea que haya ídolos en nuestra vida. Pero no es el único tipo de ídolo existente, aunque si es el más evidente.

De acuerdo al diccionario, un ídolo como mencionamos es “una figura de un dios al que se adora”, o “una persona (o cosa) excesivamente amada o admirada”.

Me parece que el mayor problema se encuentra en la segunda acepción de la palabra ídolo.

Muchísimas sinceras personas que están tratando de caminar con el Señor no se llegan a percatar que tienen ídolos en su vida.

Algunos al conocer la palabra del Señor se despojan de las imágenes que por años habían tenido. ¡¡Gloria a Dios por esa decisión tomada!! La que por cierto es la correcta y única aceptable para Dios.

Pero el problema de la idolatría no acaba ahí. Aun después de habernos despojado de las imágenes, todavía quedan ídolos más discretos guardados en el corazón.

Por increíble que parezca, hay buenísimas (y muy legítimas) cosas (y personas) que llegan a transformarse en ídolos para nosotros, es decir, en objetos de culto o excesiva admiración.

Debemos agregar a nuestra definición de ídolo que todo aquello que nos hace ver, pensar o sentir que los mandamientos de Dios son gravosos, también debe ser considerado como un ídolo.

En el ambiente cristiano falta a veces el discernimiento que nos permita identificar los posibles ídolos que puedan quedar en nuestro corazón.

¿Cuántas personas que conocemos han hecho un ídolo de sus vehículos, casas (o posesiones en general); de sus familias (o algún ser querido en particular) e incluso de sus congregaciones o líderes espirituales?

¡El corazón del hombre es tan susceptible de adorar, Dios nos creó con esa facultad!

El problema es a quien dirigimos esa adoración porque podemos estar adorando lo que no debemos y al hacerlo, dejamos de adorar a quien deberíamos.

La escritura nos advierte: “guardaos de los ídolos”. Es que somos muy dados a idolatrar.

Es imprescindible evaluar constantemente nuestro corazón y si es necesario redireccionar el sentido de nuestra adoración.

Al ver como el mundo se deshace por sus ídolos, no podemos menso que hacer un “mea culpa” en relación con nuestra “mezquina adoración a Dios”.

Cuando veo como los muchachos corren por sus equipos de fútbol, trabajan para juntar dinero (o simplemente piden desvergonzadamente en la calle) y comprar las camisetas de sus jugadores favoritos.

Cuando veo a los hombres limpiando sus vehículos hasta hacerlos relucir, o adquiriendo toda clase de productos desde cremas hasta sofisticados equipos de radio y llantas y otros, para “enchularlos”.

Cuando veo que las dueñas de casa juntan cada peso que pueden para hermosear de alguna forma sus casas. Cuando veo que aun las personas de recursos más limitados (aparentemente) tienen para las zapatillas de última moda o los celulares más caros, me doy cuenta que el hombre no escatima para adorar sus ídolos.

Los ejemplos podrían continuar en una larga lista. Estos son sólo una evidencia de que cuando uno quiere uno puede y eso Dios lo sabe.

Por ello ha prometido que en aquel tiempo, Él quitará totalmente los ídolos.

¿No sería hermoso que, en vez de esperar a que Él los quite, comenzáramos nosotros a quitarlos hoy?

Sería una buena muestra de amor y adoración a Aquel que merece lo mejor.
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