•19:57
Gálatas 6:10 “Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe”.
Hay cosas que no gozan de buena reputación.
Si oímos a alguien hablar de oportunismo, nuestra reacción podría ser no tan buena porque tenemos miramientos hacia ciertos conceptos, ideas o palabras que no entendemos bien o que no interpretamos bien.
Un oportunista es una persona cuya actitud es aprovechar las circunstancias momentáneas para provecho personal. Suena bastante mal ¿no?
Lo primero que se nos viene a la mente es una persona egoísta que lo único que desea es beneficiarse a costa de otros.
Pero en nuestro texto encontramos a un hombre santo, inspirado por el Espíritu de Dios dándonos la indicación de ser oportunistas.
Ello porque a decir verdad ¿quién no aprovecha la oportunidad cuando la tiene?
Pasamos mucho tiempo de nuestras vidas buscando o esperando la oportunidad. Cuando ella se presenta ¿no la vamos a usar? ¿No estaríamos encantados de ser oportunistas en ese sentido?
El problema entonces no es usar o aprovechar la oportunidad cuando la tenemos, sino cuidarnos de ser movidos por los motivos incorrectos, ya sea para conseguir una oportunidad o para usarla.
Pablo aclara un punto importante cuando dice que las oportunidades deben ser usadas para hacer bien a todos. Ahí estamos incluidos también.
Creo no equivocarme al interpretar que lo que nosotros detestamos son esas personas que SÓLO PIENSAN en sí mismas y que buscan oportunidades en desmedro o perjuicio de otros, para beneficiarse.
Jesús dijo que debíamos “amar al prójimo como a nosotros mismos”. No dijo que no debíamos amarnos a nosotros mismos, como tampoco dijo que SÓLO debíamos amar al prójimo y olvidarnos de nosotros mismos.
Él, en un enunciado equilibrado y lleno de la sabiduría de Dios dijo: “amen a otros como a ustedes mismos”.
La plomada entonces es “el amor que tengo por mi propia persona”.
Si yo me amo, si valoro lo que soy, mi vida, mis posibilidades, mis derechos y obligaciones eso me hará más consciente y respetuoso de estas mismas realidades en la persona de mi prójimo.
Una persona que ha aprendido a amarse a sí misma, y que por consiguiente, ama al prójimo, sacará el mejor provecho de las oportunidades que se le presenten para equilibradamente beneficiarse y beneficiar AL RESTO.
Este concepto de oportunismo es absolutamente contrario al conocido “primero yo, segundo yo y tercero yo”.
La clase de oportunista que debemos ser es más bien del tipo “primero yo e inmediatamente después tú”.
Pablo decía “según tengamos la oportunidad, hagamos bien a todos”. ¡¡Para eso son las oportunidades, para hacer bien!!
Un cristiano nunca usa las oportunidades para dañar a otros. Un cristiano ve en las oportunidades una posibilidad de beneficiar a otros.
Diariamente, se nos conceden oportunidades. Es importante que nos preguntemos qué estamos haciendo con ellas.
¿Las estamos usando egoístamente para autocomplacernos o estamos usándolas para hacer bien a todos, como Dios desea?
Visto del modo en que lo presento en este escrito, ¿debemos o no ser gente oportunista. ¡¡Por supuesto que sí!!
Deberíamos rogar a Dios que haya muchos oportunistas, me refiero a la clase de hombres y mujeres que están en el negocio de querer hacer bien a los demás, tanto como lo desean para sí mismos.
Cristo, sus santos apóstoles y la iglesia han demostrado ser muy oportunistas. Aprovechando cada oportunidad para ayudar a las personas, para librarles del engaño, de la opresión del maligno. Siendo luz para esas vidas.
A tal punto estaban comprometidos con ello que el martirio fue el precio final que muchos de “esos oportunistas” estuvieron dispuestos a pagar por cumplir con esta misión.
La sociedad en que vivimos tiene una gran necesidad de esta clase de oportunistas. De gente que verdaderamente ama al prójimo como a sí mismos.
Hemos recibido de Dios una indicación que no debemos tomar a la ligera.
Las oportunidades que Él nos está (y seguirá) dando, deben ser usadas para hacer bien a todos, mayormente a los de la familia de la fe.
Hay cosas que no gozan de buena reputación.
Si oímos a alguien hablar de oportunismo, nuestra reacción podría ser no tan buena porque tenemos miramientos hacia ciertos conceptos, ideas o palabras que no entendemos bien o que no interpretamos bien.
Un oportunista es una persona cuya actitud es aprovechar las circunstancias momentáneas para provecho personal. Suena bastante mal ¿no?
Lo primero que se nos viene a la mente es una persona egoísta que lo único que desea es beneficiarse a costa de otros.
Pero en nuestro texto encontramos a un hombre santo, inspirado por el Espíritu de Dios dándonos la indicación de ser oportunistas.
Ello porque a decir verdad ¿quién no aprovecha la oportunidad cuando la tiene?
Pasamos mucho tiempo de nuestras vidas buscando o esperando la oportunidad. Cuando ella se presenta ¿no la vamos a usar? ¿No estaríamos encantados de ser oportunistas en ese sentido?
El problema entonces no es usar o aprovechar la oportunidad cuando la tenemos, sino cuidarnos de ser movidos por los motivos incorrectos, ya sea para conseguir una oportunidad o para usarla.
Pablo aclara un punto importante cuando dice que las oportunidades deben ser usadas para hacer bien a todos. Ahí estamos incluidos también.
Creo no equivocarme al interpretar que lo que nosotros detestamos son esas personas que SÓLO PIENSAN en sí mismas y que buscan oportunidades en desmedro o perjuicio de otros, para beneficiarse.
Jesús dijo que debíamos “amar al prójimo como a nosotros mismos”. No dijo que no debíamos amarnos a nosotros mismos, como tampoco dijo que SÓLO debíamos amar al prójimo y olvidarnos de nosotros mismos.
Él, en un enunciado equilibrado y lleno de la sabiduría de Dios dijo: “amen a otros como a ustedes mismos”.
La plomada entonces es “el amor que tengo por mi propia persona”.
Si yo me amo, si valoro lo que soy, mi vida, mis posibilidades, mis derechos y obligaciones eso me hará más consciente y respetuoso de estas mismas realidades en la persona de mi prójimo.
Una persona que ha aprendido a amarse a sí misma, y que por consiguiente, ama al prójimo, sacará el mejor provecho de las oportunidades que se le presenten para equilibradamente beneficiarse y beneficiar AL RESTO.
Este concepto de oportunismo es absolutamente contrario al conocido “primero yo, segundo yo y tercero yo”.
La clase de oportunista que debemos ser es más bien del tipo “primero yo e inmediatamente después tú”.
Pablo decía “según tengamos la oportunidad, hagamos bien a todos”. ¡¡Para eso son las oportunidades, para hacer bien!!
Un cristiano nunca usa las oportunidades para dañar a otros. Un cristiano ve en las oportunidades una posibilidad de beneficiar a otros.
Diariamente, se nos conceden oportunidades. Es importante que nos preguntemos qué estamos haciendo con ellas.
¿Las estamos usando egoístamente para autocomplacernos o estamos usándolas para hacer bien a todos, como Dios desea?
Visto del modo en que lo presento en este escrito, ¿debemos o no ser gente oportunista. ¡¡Por supuesto que sí!!
Deberíamos rogar a Dios que haya muchos oportunistas, me refiero a la clase de hombres y mujeres que están en el negocio de querer hacer bien a los demás, tanto como lo desean para sí mismos.
Cristo, sus santos apóstoles y la iglesia han demostrado ser muy oportunistas. Aprovechando cada oportunidad para ayudar a las personas, para librarles del engaño, de la opresión del maligno. Siendo luz para esas vidas.
A tal punto estaban comprometidos con ello que el martirio fue el precio final que muchos de “esos oportunistas” estuvieron dispuestos a pagar por cumplir con esta misión.
La sociedad en que vivimos tiene una gran necesidad de esta clase de oportunistas. De gente que verdaderamente ama al prójimo como a sí mismos.
Hemos recibido de Dios una indicación que no debemos tomar a la ligera.
Las oportunidades que Él nos está (y seguirá) dando, deben ser usadas para hacer bien a todos, mayormente a los de la familia de la fe.
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