Author: gabtorar
•5:52

Romanos 12:1 “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional”.

Las personas que aceptamos que tenemos la fe puesta en Dios entendemos el valor de “sacrificar a Dios”.

Digo esto, porque hay personas a las que la sola idea de pensar en “dar algo a Dios” les parece mal. No les parece mal dar a todo el resto, pero dar a Dios si.

Es como si las personas entendieran que Dios, por ser Dios, no necesita nada de ellos. La verdad es que Dios no necesita nada de lo que nosotros tengamos, en efecto, lo que nosotros tenemos proviene de Dios, pero Él nos ofrece la posibilidad de ser colaboradores Suyos y para ello nos permite aportar con los talentos, dones y recursos que Él mismo nos ha entregado.

De cualquier modo, aquellos que hemos llegado a entender que Dios desea que le sacrifiquemos, no siempre entendemos que eso no es un fin en si mismo.

Dios quiere, espera de nosotros (como dice el versículo) “un culto racional”.

Racional implica que debe ser consciente, intencional, planificado.

Para que ese culto sea todo lo racional que Dios espera, debe cumplir con ciertas exigencias dispuestas por Dios mismo.

Estas son tres y tienen que ver con la clase de sacrificio que Dios quiere de nosotros.

Aun cuando los que hemos llegado a conocer a Dios por medio de Su palabra, sabemos que Él no cambia, no podemos dejar de reconocer que ciertas cosas han cambiado desde el Antiguo al Nuevo testamento. Particularmente ha habido cambios en cuanto al asunto del sacrificio.

La norma del Antiguo testamento dictaminaba que se debía sacrificar animales a Dios. Estos debían ser sacrificados (muertos) en ofrenda a Dios.

Desde que Cristo inauguró la era de la iglesia, se produjo un cambio en este sentido y hoy Dios no espera que ofrezcamos animales sino que al igual que Cristo, nos ofrezcamos EN SACRIFICIO VIVO

Esto apunta directamente a nuestro desempeño, a nuestro vivir

Para resumirlo en una idea más concreta, apela a nuestras obras.

Las obras, nuestros hechos, testifican de la CONDICIÓN verdadera de un creyente y de una iglesia.

El énfasis de las obras no está en lo que se DICE sino en lo que se HACE

Es en el día a día cuando uno demuestra cuán vivo está, cuánta vida de Cristo hay en uno y qué tan sólida es la fe que uno profesa tener.

¡¡Que maravilla pensar que nuestra vida misma puede llegar a ser una ofrenda grata a Dios!!

Desde luego, Dios es exigente respecto a lo que pide de nosotros. Sé que muchas personas se escudan en la idea que Él es perfecto y nosotros apenas viles pecadores, (para justificarse de lo que ofrecen al Señor), pero aunque ese argumento puede parecer muy piadoso, es en realidad una excusa para justificar la mediocridad con que enfrentamos esta realidad.

Dios es exigente, entre otras cosas, porque Él da buenas cosas.

Es muy legítimo que Él espere buenas cosas de nuestra parte cuando nos ha dado tan buenas cosas ¿Ejemplos?

Dios no nos plantó en un mundo echado a perder. No nos dio aire, mares o ríos contaminados. Tampoco nos entregó una creación que tiene problemas para funcionar.

¡¡Todo lo contrario!! Nos entregó un mundo de ensueño que nosotros mismos hemos ido descomponiendo de todas las formas posibles y que, con todo ello, aun funciona.

Podemos concluir que Dios si espera de nosotros.

Él desea que nuestra vida sea un sacrificio vivo para Él.

Pero esta es apenas una de tres exigencias Suyas para que como hijos, le ofrezcamos un culto racional.

|
This entry was posted on 5:52 and is filed under . You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. You can leave a response, or trackback from your own site.