Author: gabtorar
•9:22
Lucas 10:40b “…Señor no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude”

Una de las cosas que Dios ha estado tratado fuerte conmigo es respecto a esta manía tan común que tenemos de querer cambiar a las personas.

Las personas en general somos renuentes a cambiar. Tienen que ocurrir muchas cosas para que lleguemos a entender la necesidad de ciertos cambios a nivel personal.

No estoy hablando de ser cristianos, para serlo se requiere una renovación total de lo que somos, el milagro del nuevo nacimiento, aquello que Dios produce en el momento en que nuestra voluntad se rinde a la Suya y reconocemos y aceptamos la necesidad de Su salvación.

Pero incluso después de haber nacido de nuevo nos estructuramos. Somos seres estructurados y no hay nada que podamos hacer para remediarlo. Sin embargo, si podemos estar atentos a qué clase de estructuras permitiremos que permanezcan en nosotros.

La palabra de Dios es eficaz en ayudarnos a mantener el rumbo en la vida cristiana. Así como un avión requiere de los instrumentos de navegación, el cristiano necesita la brújula de la palabra de Dios para no desviarse del camino correcto.

Concretamente somos muy buenos para ver los cambios que otros necesitan pero muy malos para ver los que deben haber en nuestra propias. Usualmente no nos dejarnos cambiar.

Los cristianos sentimos esa fuerte vocación de llevar a otros el mensaje que cambia las vidas, pero a veces nos volvemos ineficaces en permitirle a ese mismo mensaje seguir transformándonos a la imagen del hijo del Dios.

Marta creía que su hermana estaba mal, por esa razón le reclamó al Señor esperando que él fuera empático con ella, y reconviniera a su hermana María por “estar haciendo nada”, mientras ella lo hacía todo sola.

¿Con cuánta frecuencia se repite esta figura en la vida cotidiana?

Marta estaba sinceramente convencida que ella hacia lo correcto, y que la que debía cambiar era su hermana. Jesús en cambio amorosamente le hizo ver que su hermana no era el problema ¡¡sino ella!!

Y en esto la gran verdad. Mientras nos desesperamos por tratar de cambiar al mundo alrededor perdemos el objetivo del Señor, que quienes necesitan ser (y continuar permanentemente siendo) transformados por Dios somos nosotros mismos.

Ocurre en la familia, en el trabajo, en las congregaciones, en todo lugar, responsabilizamos a otros por lo mal que van las cosas, y argumentamos que todo irá mejor cuando ellos cambien.

Siempre poniendo la mirada fuera de nosotros.

El Señor nos recuerda que la salvación es personal y que debemos ocuparnos en nuestra salvación con temor y temblor, de acuerdo a Filipenses 2:12

Marta no era una mala mujer, simplemente creía que estaba en lo correcto.

Del mismo modo pensamos estar en lo correcto cuando ideamos maneras para cambiar a los demás, mientras Dios espera que nuestra disposición y apertura para que el cambio pueda venir a quien más lo necesita ¡¡uno mismo!!
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1 comentarios:

On 9 de noviembre de 2010, 3:49 , Unknown dijo...

Que gran verdad nos da, y que tarea!
Gracias Pastor Gabriel.
(Que bueno y gratificante es volver a leer sus devocionales)