Author: gabtorar
•6:09
Filipenses 2:12 “Por tanto, amados míos… ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor”

Ayer mencionaba la gran tentación que representa para nosotros este deseo de querer cambiar a medio mundo.

En el intento llegamos a perder amistades, romper relaciones, enfadarnos con personas que nos son muy queridas y al final, ningún fruto del asunto, porque el cambiar a otro no es algo que nosotros podamos hacer, ese es el trabajo del Señor, del Espíritu de Dios.

Los cristianos somos particularmente criticados (y honestamente creo que en muchos casos con justificada razón) de querer convertir a la gente poco menos que a la fuerza.

Tratamos de meter el evangelio a las personas por las narices y me temo que esa no es la metodología del Señor Jesucristo, nuestro Maestro.

El evangelio debe ser un mensaje que llega oportunamente a quien lo requiere en el momento oportuno.

Jesús no llega ni antes ni después delo debido, aunque a nuestros propios ojos Él puedaparecer que se tarda.
Buen ejemplo de esto es el episodio de la muerte de Lázaro, en que al Señor se le dijo que si hubiera estado allí, Lázaro no habría muerto.

El Padre, no obstante, tenía razones para que Su Hijo Jesucristo no estuviera allí en ese momento. Él tenía un plan mejor que el de los hombres, en el tiempo de Su Perfecta Voluntad.

Así, el evangelio es una buena noticia (eso significa la palabra) y esa buena noticia se vuelve mejor todavía cuando aparece en el momento que más se le necesita.

Al tratar nosotros de convertir a las personas, estorbamos la obra de Dios. Nos somos llamados a eso, somos llamados a dejar que la luz que Dios nos ha dado, simplemente brille en medio de la oscuridad. El que quiera salir de una vida oscura, quien se sienta cansado de vivir a tientas podrá “colgarse” (entiéndase apropiadamente) de esa luz para venir al Señor.

Marta llegó a desear que Jesús interviniera para cambiar la postura de su hermana María, quien a los ojos de Marta, estaba mal al ponerse a los pies de Jesús y no ayudarle en sus muchos quehaceres.

Jesús le hizo ver que la equivocada en verdad era ella misma, que los muchos quehaceres la tenían turbada, preocupada y entre líneas podemos leer que esos mismos quehaceres le estaban privando de la parte más importante, la única necesaria en palabras del mismo Jesús: estar a las plantas del Señor.

¿Qué puede cambiar más la vida de alguno que el hecho de estar en cercana comunión con el que todo lo puede?

Nuestras vidas necesitan más que rehabilitación, requieren de una nueva naturaleza y eso es lo que ofrece el evangelio del Señor, pero eso no se puede obtener a la fuerza.

La salvación es un tema eminentemente personal, y la voluntad de Dios en ese sentido es que nos ocupemos en nuestra propia salvación.

No hago con esto un llamado al egoísmo. No estoy diciendo “olvídate del resto, vive solo para ti”; al contrario, lo que quiero decir es que mi esfuerzo no debe centrarse en querer cambiar a los demás sino en dejar que el evangelio de Dios me cambie a mi, mi vida, serpa el mejor mensaje que el resto pueda ver del pder que hay en el evangelio del Señor.

Nuestra mayor contribución al evangelio no es tratar de convencer a medio mundo sino dejarlo actuar en nosotros, corroborar de manera personal su eficacia y permitir que nuestra propia vida y ejemplo, sean una plataforma para que el mundo pueda ver lo que Dios y Su Cristo son capaces de hacer.

Solo Dios puede cambiarnos, que no te quepa duda.
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