Author: gabtorar
•11:52
Génesis 2:24 “Por tanto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne”

Establecimos anteriormente que las relaciones son fundamentales. Que todo está cimentado sobre la base de relacionarnos los unos con los otros.

De ahí que la primera y más importante relación que debemos establecer es con Dios porque él como Creador sabrá encaminarnos por el sendero de la vida, enseñándonos a administrar nuestro tiempo, recursos y afectos de modo apropiado.

Pero la cosa no acaba ahí. La siguiente relación que deberíamos establecer como prioridad es la relación con nuestro cónyuge.

Después que Dios creó al hombre, le dio a él una esposa. La pareja fue idea del Creador, y debo recordarnos que las ideas de Dios SIEMPRE son las mejores.

Fue Dios quien dijo que no era bueno que el hombre estuviera solo, y de ahí planeó hacer una ayuda idónea para él.

Desde entonces hubo una segunda prioritaria relación por la cual velar: “el matrimonio”.

Desafortunadamente, las parejas no han prestado la debida atención a este orden divino y lo han alterado, experimentando en persona las consecuencias de esta falta

Me ha correspondido ver de cerca la realidad de matrimonios que se fracturan por no respetar estas prioridades.

Mientras que el varón suele cometer el error de refugiarse en el trabajo, la mujer lo hace en su rol de madre.
Los hombres son trabajólicos (hay exccpciones, claro está) casi por naturaleza.

Después de crear al hombre y aun antes de hacerle una ayuda idónea, Dios le encomendó al hombre un trabajo en el huerto. Esto parece estar muy arraigado en la naturaleza masculina y qué destructivo puede llegar a ser para la pareja cuando el varón no tiene la sabiduría necesaria para invertir debidamente en su cónyuge.

Por causa del trabajo muchas esposas son abandonadas o simplemente postergadas, lo que da paso a otros males que llevan a la pareja a acabar en infidelidad y ruptura.

Pero si ese es el mal del varón, el de la mujer va claramente por el lado de la maternidad. No digo que la maternidad sea un mal, me refiero a lo que ocurre en la mujer cuando se mete en su rol de madre: ¡¡Muchas veces se olvida que hay un esposo!!

Cierto esposo dijo: “mi matrimonio era perfecto hasta que nació nuestro hijo(a). En ese minuto mi esposa se olvidó de mi”

Es que la maternidad es tan fuerte en la mujer como el sentido de provisión en el varón.

Si bien el trabajo y la maternidad son dos bendiciones de Dios, debemos cuidarnos de no postergar esa segunda relación prioritaria, que es la relación con el cónyuge.

Invertir tiempo, recursos y mucha disposición permitirá que como matrimonios desarrollemos relaciones sólidas, firmes que garanticen a la familia completa un ambiente apropiado para el crecimiento y desarrollo.

Tanto el trabajo como los hijos nos dejarán algún día de acuerdo al plan divino, y al final del camino habrá dos siluetas meciéndose, y estas deberían ser de nosotros y nuestro cónyuge, pero para eso se debe invertir.

¿Lo estamos haciendo? Porque esa sí es una verdadera prioridad!!!
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