Author: gabtorar
•12:03
Génesis 2:15 “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre y lo puso en el huerto de Edén para que lo labrara y lo guardase

Estos días he estado tratando sobre la relevancia de las relaciones, todo ello en el contexto de qué cosas deberían ser una prioridad para nosotros.

Desde luego cada persona tiene la libertad de ordenar sus prioridades como mejor le parece, pero sinceramente creo que existen pautas que nos pueden ayudar a la hora de priorizar las que de seguirlas nos harán la vida más sencilla.

Ya establecimos que las relaciones son prioritarias dentro del quehacer humano, y aun el orden en que debiéramos priorizar estas mismas, determinará cuan fructíferos podamos llegar a ser en lo que a cumplir con la voluntad se Dios se refiere.

Dios, nuestro cónyuge y nuestros hijos, son las tres principales relaciones en las que deberíamos invertir disposición, tiempo y recursos.

Estos 3 elementos los invertimos en tantas otras cosas y personas, pero no siempre con quienes es debido.

Pero la vida hay otros elementos que son prioritarios y hoy quisiera referirme al trabajo y las finanzas.

Estos van de la mano, porque uno es nutrido financieramente, de acuerdo a la remuneración que percibe por concepto del trabajo que realiza.

El trabajo desde luego no es una opción, es una necesidad. Desde el mismo génesis bíblico, el concepto se manifiesta cuando Dios hace a Adán participe de la tarea de labrar el huerto y guardarlo.

De este modo, el trabajo es un elemento que puede ser en extremo gratificante para quien lo realiza o por el contrario puede llegar a convertirse en raíz de muchos males para la salud física y mental.

El trabajo es necesario por cuanto la calidad de vida en términos económicos está directamente relacionada con la provisión que el trabajo genera al grupo familiar.

Tener un buen trabajo por lo general será sinónimo de solvencia financiera y un hogar solvente permite a todo el grupo familiar crecer y desarrollarse de manera “sana”.

Muchos hogares sufren porque no hay trabajo o porque la provisión es escasa. Esto afecta increíblemente las relaciones entre las personas que integran dicho grupo y de ahí que el trabajo debería ser un tema prioritario.

He conocido jefes de hogar que egoístamente piensan en ellos antes que en el grupo familiar al momento de tomar un trabajo, o determinar un curso de acción en este sentido.

Donde no hay trabajo por lo general tampoco hay recursos, ni posibilidades de estudio.

Muchas necesidades quedan insatisfechas y eso nos sitúa en un escenario en que la familia comienza a tener dificultades, tensiones, discordias… en fín, la cosa se pone bien fea cuando no hay trabajo o cuando la provisión que este genera es insuficiente..

La palabra de Dios dice claramente que uno debe proveer para los suyos. Me parece que esta es una demanda bien seria de parte del Señor para el varón cristiano.

Dios es Padre y como tal siempre suple lo que Sus hijos necesitan, de modo que podemos contar con Su respaldo cuando damos al tema del trabajo la prioridad que este debe tener.

Ahora bien, el trabajo debe tener su lugar en la vida, pero no debe ocupar el lugar de otros.

La tentación de volverse un adicto al trabajo por voluntad propia o imposición) siempre está presente, y esto puede ser tan dañino para la familia como el hecho de no tener un empleo. Por ello debemos dejar que el Señor gobierne sobre nuestras prioridades y sobre la manera en que debemos atender a estas.

Debajo debemos “trabajar para vivir”, pero creo que hemos invertido el orden y estamos “viviendo para trabajar”, lo que ha generado muchos dolores y quiebres a las personas y a las familias de nuestra sociedad.

“Todo tiene su tiempo”, dijo el predicador, y ¡¡cómo necesitamos atender a esas sencillas palabras!!
…continuará…
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