Author: gabtorar
•12:24

Salmos 4:4: “Temblad, y no pequéis; MEDITAD en vuestro corazón estando en vuestra cama, y callad”

Entiendo que el título de esta reflexión da para mucho. Uno podría aplicarlo a tantas cosas. Pero yo soy de los que creen que todo tiene un propósito en la vida y el propósito de este escrito en particular es motivarnos a pensar que en lo concerniente al pecado, uno evitaría dolores, quebrantos y pérdidas, si sintiera vergüenza ANTES de pecar.

Hay varias acepciones de la palabra vergüenza, pero la que mejor aplica en este contexto es “sentimiento ocasionado por alguna falta cometida, o por alguna acción deshonrosa y humillante”:

La vergüenza es un sentimiento que tenemos cuando sabemos que hemos hecho algo indebido. ¿Cuántas veces y por cuántas cosas sentimos vergüenza? Pienso que muchas

El odioso tema del pecado está muy ligado al amor. Digo esto porque uno muy a menudo no tiene la visión CORRECTA hacia el pecado.

La biblia dice que el amor no hace NADA INDEBIDO. Pecar es hacer algo indebido. De ahí pecar es faltar al amor.

No creo que necesitemos de una definición de pecado porque TODOS (cual más, cual menos) tenemos una NOCIÓN de lo que es.

El pecado tiene su origen en el egoísmo básicamente. En querer satisfacerse uno sin considerar al resto. Sin considerar los costos que esto tiene para otros o los efectos que esto produce en otros.

Matar. Adulterar. Robar. No dar a Dios la honra que merece (porque se la damos a otro “dios” o a nosotros mismos). Mentir. Engañar. Codiciar y muchos otros son ejemplos de pecados.

Estos tienen algo en común ¿Logras descubrir qué es? Exacto, el auto satisfacer un deseo.

El pecado encuentra su mayor aliado en la naturaleza egoísta que hay dentro de cada persona.

El ser humano es una maravillosa creación de Dios pero tiene tanto potencial para construir como para destruir y lamentablemente usamos ese potencial más para lo malo que para lo bueno.

Al principio, pecar puede tener un sabor dulce, pero después de consumado, el sabor que queda es amargo. Además, suele venir acompañado de un sentimiento de vergüenza.

Cuando recapacitamos y nos damos cuenta de la magnitud del desastre, muchas veces nos consume la vergüenza.

Hay personas que viven totalmente despreocupadas de si pecan o no.

No les importa si lo que hacen o están a punto de hacer es o no pecaminoso. Se consuelan diciéndose que nadie es perfecto, como si eso fuera una carta blanca para pecar desenfadadamente.

Cuidado amados lectores, cuando pecamos no sólo dañamos a otros, ¡¡también nos dañamos a nosotros mismos!!

Hay otras personas que luchan con debilidades que se convierten en pecados cuando ceden a ellas.

Hay otros que más bien mantienen una vida disciplinada y alejada del pecado, pero que cuando circunstancialmente cometen alguna forma de pecado, se desalientan y condenan así mismas.

Lo concreto es que la vergüenza viene tras la consumación de algún pecado. En mayor o menor grado, sentimos el peso que nuestra conciencia produce sobre nosotros y nos avergonzamos.

MI punto es que si la vergüenza hubiera venido ANTES, es decir, al momento de PENSAR en cometer tal acción no hubiéramos tenido que avergonzarnos después, porque esa misma vergüenza nos hubiera “guardado” (por decirlo así) de pecar.

El hombre que está recluido por haber disparado y dado muerte a alguien, DESPUÉS de haber consumado el asesinato piensa y siente remordimiento, pesar y vergüenza por lo que hizo.

Si ese hombre hubiera pensado ANTES en las nefastas consecuencias de su acción, no estaría ni recluido ni sintiendo pesar, ni vergüenza, ni nada de eso.

Dios es bueno y Él nos quisiera evitar muchos dolores innecesarios por los que atravesamos como producto de haber actuado alocadamente.

Si pensáramos ANTES (y a eso nos está invitando hoy a través de este escrito), no tendríamos que lamentar DESPUÉS.

PENSAR en la vergüenza que trae (a uno, a la familia, a Dios) lo que uno está a punto de hacer, nos evitará tener que ATRAVESAR por la vergüenza una vez que hayamos consumado el pecado.

Estoy seguro que, si pensando en lo que escribo, tú das una mirada retrospectiva a los tropiezos de tu vida (por supuesto yo lo he hecho con los míos) te darás cuenta que después de haber tomado esas malas decisiones, sentiste vergüenza y te llegaste a preguntar ¡¡cómo pude!!

Bueno, pudimos porque no sentimos vergüenza ANTES.

Espero estimado lector, que no tomes a mal mis palabras. Creo que si hay algo que todos buscamos es hacer las cosas bien, y Dios me ha dicho que si sintiéramos vergüenza por lo que ESTAMOS A PUNTO DE HACER no tendríamos que avergonzarnos (y asumir los costos) POR LO QUE HICIMOS DESPUÉS.

¡Dios, danos la sabiduría que necesitamos para vivir correctamente!

|
This entry was posted on 12:24 and is filed under . You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. You can leave a response, or trackback from your own site.