Author: gabtorar
•13:56

1 Corintios 6:20: Porque habéis sido comprados por PRECIO; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.

Pienso que nos ha quedado bastante claro que nada es gratis en la vida.

A alguno de quienes leen este devocional, le habrá ocurrido que un beneficio que era supuestamente gratis, acabó saliéndole bastante caro.

Nuestra salvación a Cristo le costó TODO. Él pagó un precio que ninguno de nosotros hubiese podido pagar. Cumplir la ley no era cuestión sencilla. Cada uno de los mandamientos fueron dados para guardarlos y nosotros las personas hemos transgredido todos y cada uno de ellos en INNUMERABLES OCASIONES

¿Cómo no habría de agradecer a Jesús por haber hecho lo que YO jamás podría hacer?

Pero no sólo nos salvó de nuestros pecados. Además, Él nos ofreció una vida TOTALMENTE NUEVA EN ÉL.

Es exactamente lo que muchas personas desean tener en la vida, ¡¡una segunda oportunidad!!

Una oportunidad para hacer las cosas bien. Eso es lo que entre otras cosas ofrece el evangelio de Jesús, una vida nueva, la chance empezar de nuevo y hacerlo bien.

¿No te parece maravilloso que Dios nos ofrezca tal opción?

Pero esa vida tiene un costo como ya dije. Lo tuvo para Jesús (para que él pudiera OFRECERNOS tal posibilidad) y lo tiene para nosotros (para que podamos APROVECHAR dicha oportunidad).

Pero esa nueva vida no lo será si uno sigue viviendo igual, si uno sigue viviendo de acuerdo los parámetros de la vida antigua y bajo las influencias que tenía.

Uno de los requisitos o COSTOS es que CORTEMOS RELACIONES.

Las relaciones son fuertes. Establecemos lazos con las personas a medida que nos relacionamos con ellas.

Eso es muy bueno cuando tenemos sanas relaciones pero es nefasto cuando nos ligamos a malas amistades.

Las personas con las que nos relacionamos ejercen una fortísima influencia sobre nosotros. ¿Quién puede negar la veracidad y certeza de la palabra de Dios cuando dice que “las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres”?

Uno se engaña así mismo cuando cree que las influencias de amigos o compañeros no le afectará.

Tarde o temprano esa mala influencia se abrirá paso hacia nosotros si no cortamos a tiempo el lazo.

La vida nueva que Cristo ofrece INCLUYE cortar relaciones viejas que no son de provecho para esa nueva vida.

Una vida nueva es sinónimo de nuevas aspiraciones y metas. ¿Por qué las antiguas relaciones podrían sernos útiles en esta nueva vida?

Si pensamos detenidamente hallaremos que las viejas relaciones en GRAN MEDIDA nos llevaron a la clase de vida que teníamos, esa de la cual Cristo nos vino a librar.

De modo que para que esa vida nueva funcione en nosotros es indispensable dejarnos mover por ella hacia nuevas metas y también hacia el establecimiento de en nuevas relaciones.

Cortar relaciones no es sencillo. Es más bien la parte difícil del asunto. Quizá el costo más alto que llegamos a pagar, pero definitivamente vale la pena.

Uno debe ser capaz de entender que no tiene que ver necesariamente con las personas sino con los objetivos que estas persiguen.

Una persona que está en Cristo, quiere lo de Cristo, vibra con lo de Cristo y busca lo de Cristo.

Es absolutamente comprensible que una persona que no está identificada con Cristo no tenga tal clase de motivación.

Su norte será distinto, porque su naturaleza es distinta.

El que está ligado a Cristo deseará lo de Cristo mientras que el otro no. Uno querrá acercarse a Jesús mientras que el otro muy probablemente buscará alejarle.

Como enseñara un reconocido evangelista: “un paracaídas puede ser una gran molestia para una persona que toma un avión, pero si esa persona sabe que el avión va a caer en algún momento del viaje, gustosamente usará el paracaídas sin importar cuantas molestias le añada a su viaje. Finalmente, será ese incómodo elemento el que salvará su vida.

Una persona que “ama la vida” (los cristianos amamos y agradecemos la vida, sabemos que cada día es un regalo divino que debemos cuidar) usará con gozo el paracaídas.

Una persona que sólo quiere disfrutar el momento (que vive para el “aquí y ahora” porque no tiene en cuenta la eternidad del alma) no estará dispuesto a pasar por la incomodidad de llevar un “peso extra” en las espaldas.

Usar el paracaídas vendría a ser “el costo a pagar”, pero el beneficio de salvar la vida, valdría ampliamente el costo y la molestia que este pudiera generar al viajero.

Para poder disfrutar de la vida nueva, debemos pagar el costo de cortar con esas relaciones viejas que no hacen más que obstaculizar nuestro andar con Dios en la vida nueva.

Y aunque es cierto que eso duele (lo sé porque lo he vivido en carne propia) Dios se hace cargo de sanar esos dolores.

Pero los beneficios de caminar en la vida nueva son imponderables. Continuará…

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