Author: gabtorar
•17:03

1 Corintios 6:20: Porque habéis sido comprados por PRECIO; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.

Nuestro versículo dice que “hemos sido comprados por precio”.

Ese precio es el que CRISTO pagó. Se trata del precio de su pasión y su muerte. Pero también el de “haberse limitado”.

Jesucristo ES Dios. A Dios nadie lo ha visto jamás, pero Jesús dijo a sus discípulos que “quien lo había visto a Él, había visto al Padre”. Es decir, el Dios INVISIBLE se hizo VISIBLE por medio de la persona de Jesucristo.

Para que eso fuera posible el único Dios verdadero, Aquel que es SIN LIMITES, debó LIMITARSE.

Ese fue un grandísimo e irrepetible precio. Piensa por un momento, Dios ES todopoderoso, y ÉL ESTABA en la persona de Jesús. ESO significa que no había NADA que Jesús no hubiera podido hacer. Sin embargo, sabemos que Él PERMITIÓ que los hombres hicieran CUANTO QUISIERAN contra Él.

Sabemos que no peleó ni usó Su poder para defenderse. Eso significa que se auto reguló. Él se impuso a sí mismo LÍMITES, con tal de pagar el precio que nos daría la posibilidad de adjudicarnos SU salvación.

El cuerpo mismo de Jesús pagó un alto precio cuando fue lastimado, herido, azotado y finalmente crucificado.

¿Te has dado cuenta que las tentaciones siempre giran en torno a satisfacer cuestiones relacionadas con nuestro cuerpo?

No es casual que el versículo nos recuerde que debemos glorificar a Dios en nuestro cuerpo ¿A qué se refiere?

A que tengamos cuidado de qué hacemos con el cuerpo, qué ponemos en el cuerpo, qué permitimos en el cuerpo. No olvidemos que todo tiene un precio.

Cristo sufrió EN SU CUERPO. El negó placeres relacionados con el cuerpo.

Lo anterior implica pagar un precio. Nosotros lo pagamos al negarnos a hacer ciertas cosas que no glorifican a Dios. Al vivir teniendo siempre presente que nuestro cuerpo ES el TEMPLO en el cual habita el Señor.

Esta idea está, o muy olvidada, o intencionadamente postergada. Somos en términos generales muy descuidados con lo que hacemos con nuestro cuerpo.¡¡Como si el cuerpo no fuera importante!!

Hay muchas personas que piensan (sincera pero equivocadamente) que a Dios SÓLO le importa el alma, pero Dios asigna gran valor al cuerpo. De otro modo no nos pediría que lo glorificásemos con el.

Pagamos un precio al negarnos a intoxicar nuestro cuerpo con alcohol, con drogas o al negarnos a entregarlo a placeres sexuales desordenados o ilegítimos, como es tener sexo fuera del contexto del matrimonio o al unir nuestros cuerpos con una prostituta, por ejemplo.

Ha tomado décadas, pero lo que comenzó como “la revolución del amor” en el movimiento hippie ha terminado en la gran revolución sexual que enfrentamos en nuestro tiempo.

Jesús nos compró con el precio de su cuerpo y nos pide que lo honremos y glorifiquemos con los nuestros.

Ello es definitivamente posible, pero requiere de mucha voluntad, amor y dominio propio. Las mismas cosas que Jesús mostró HACIA nosotros al sacrificarse en la cruz.

Entregar nuestros cuerpos a las drogas o al alcohol tiene un precio para ambos (cuerpo y alma).

Unir nuestros cuerpos sexualmente hablando, fuera del orden estipulado por Dios, también tiene costos para nosotros.

Es importante, por tanto, tener presente que nuestros actos y decisiones no son gratuitas, tendrán efectos y resultados para nosotros y para los demás. Y deberíamos tenerlo tanto o más presente aun, cuando Dios nos recuerda por Su Palabra, que esos mismos cuerpos (que a veces usamos tan descuidadamente) son Suyos, porque Él los compró.

Honremos al Señor con nuestros cuerpos y corazones, que nuestras vidas sean un reflejo de lo que realmente deberían ser: EL TEMPLO DEL DIOS VIVIENTE.

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