Author: gabtorar
•12:13
Lucas 12:19-20 “Y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será?”

A las personas nos gusta sentir que tenemos el control. Nos sentimos cómodos cuando podemos manejar las variables de las cosas.

En verdad, uno de los deseos más profundamente guardados (y menos ventilados) de las personas, es poder manejar sus vidas.

Nos encanta la idea de poder hacer lo queramos y que todo vaya en línea con lo que planificamos.

Este gran deseo de tener todo bajo nuestro control, explica el por qué nos descolocamos tanto cuando aparecen cosas que no estaban en nuestros libros.

Sabemos que existen imponderables, me refiero a esas variables que escapan absolutamente a nuestra capacidad de anticipación, predicción o planificación, pero frente a ello, nos consolamos pensando que no podríamos ser tan desafortunados como para que justo pase, lo único que no quisiéramos que ocurra.

Insólitamente, en más de alguna ocasión, eso es exactamente lo que sucede y nos pone el mundo ¡¡patas arriba!!

Seguramente esto no es algo extraño para ti.
Debió ocurrirte en algún momento de la vida lo que entiendo denominan como la ley de Murphy. Justo aquello que no debía pasar, pasó y no lo pudimos remediar.

Pero yo no atribuiría a ese tal Murphy ningún crédito por ello. Estoy seguro que es Dios quien siempre está detrás de todo lo que nos sucede.

Desde luego es más sencillo vivir una vida superficial que una de análisis. Pero el análisis es el eslabón perdido de la vida cristiana victoriosa y si analizamos con calma, siempre podremos ver más de lo que creíamos posible.

En innumerables ocasiones, los detalles más importantes se nos pierden de vista porque no analizamos, vivimos apurados, realizando diversas tareas, cumpliendo metas y al final terminamos perdiendo lo más valioso de hacer, que es disfrutar lo que hacemos.

Dios me ha dado una fuerte inquietud en este aspecto. ¡¡Cuán poco practicamos el arte de meditar en Dios, en Su palabra!!

Deberíamos meditar aún en Su voluntad una vez que la conocemos.

Viviendo tan apurados no es raro que algo se nos escape de las manos en nuestro tiempo de planificación.

Ciertamente nunca podremos llegar a presumir de tener todo bajo control porque no es capacidad nuestra que así suceda, pero en el escenario humano, seguramente evitaremos muchos malos ratos si dedicamos más tiempo a la meditación en la palabra de Dios, a pasar tiempo en comunión con el Señor y luego echar mano a la planificación.

Meditar en el Señor, nos enseñará (entre michas otras cosas), la gran lección de “quitar el pie del acelerador”.
Eso no librará de muchas dificultades.
|
This entry was posted on 12:13 and is filed under . You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. You can leave a response, or trackback from your own site.