Author: gabtorar
•14:07
1 Samuel 15:22. “Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros”.

Si uno le pudiera preguntar a algún médico qué es lo que más dificulta el éxito de su tratamiento con los pacientes que le toca atender, posiblemente nos diría que los pacientes vienen a él en busca su ayuda profesional pero terminan haciendo lo que ellos mismos (no siendo profesionales) quieren y no siguiendo el tratamiento médico ordenado.

De algún modo es lo que yo veo también en el círculo cristiano, personas que vienen al Señor en busca de ayuda, que cuando están muy afligidas prometen hacer lo que Dios les pida, pero que en cuanto ven alguna mejoría en sus situaciones, olvidan el tratamiento, o al menos lo modifican a su gusto o comodidad.

Muy sinceramente pienso que las personas somos así. Bajo la presión de las circunstancias mostramos gran disposición para hacer lo que sea necesario con tal de lograr alguna mejoría, pero cuando nos vemos aliviados, regresamos a la misma clase de vida que nos llevó a estar en tales aprietos.

Hablando sobre la fe, la palabra de Dios enseña que debemos obedecer a la fe. Es decir, ella debe movernos a la voluntad de Dios.

Pero no llegamos a puerto en ese sentido porque una vez que nos sentimos más o menos seguros (aliviados de nuestras cargas), comenzamos a tomar atajos que a la postre terminan desviándonos de la meta.

Es lamentable pensar que muchas personas que alguna vez gozaron de profunda comunión con Dios, hoy son completos extraños a las cosas del Señor, porque viven vidas en las que Dios no tiene mayor valor o trascendencia.

Jesús dijo que uno no puede servir a dos señores. El habló de esto diciendo que no se podía. Más allá de la disposición para servir a dos señores, Jesús aclaró que no se podía, que no era factible. De modo que no era cuestión de voluntad sino de viabilidad.

Cuando yo le entrego mi vida a Cristo, pero sigo viviendo a mi manera, lo que estoy haciendo es servir a dos señores.

El más peligroso enemigo de nuestras almas se nos pone de frente al espejo cada vez que nos miramos en él.

Pero nosotros no lo vemos de ese modo, y por eso no le damos la importancia que tiene. La voluntad de Dios para uno a veces no llega a fructificar porque Dios requiere de nuestra obediencia.

Sabe lo que Dios quiere y hacer lo que yo quiero me mete en lo que se podría denominar como discrepancia.

Puedes tener la seguridad que Dios tendrá una discrepancia contigo cuando tú decidas hacer lo opuesto a lo que Él desea.

Puedes asimismo saber que Su buena mano no podrá apoyarte en tales circunstancias, y que tendrás que hacerlo en tus fuerzas si estás fuera de la voluntad de Dios.

Por otro lado, si somos obedientes, si seguimos el tratamiento este puede resultar en un tremendo beneficio para nosotros y los nuestros.
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