Author: gabtorar
•11:53
Mateo 25:6 “Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡¡aquí viene el esposo, salid a recibirle!!”

Como ya hemos mencionado, no es posible saber el día ni la hora en que las palabras de Cristo (respecto a Su venida) tendrán cumplimiento.

En edades pasadas y aun en nuestra misma época, muchos se han aventurado (no tenemos por qué dudar de la buena intención que puedan haber tenido) a establecer fechas para tal acontecimiento.

Desde luego, esas fechas no se han cumplido, porque ese evento particular, como a muchos otros, Dios los ha guardado bajo su solo conocimiento y potestad.

El tema entonces no tiene que ver con tratar de adivinar la fecha, sino más bien con estar preparados para lo cual el Señor ya dejó advertencia.

Entiendo que por la formación doctrinal y teológica hay personas que tienen distintas posturas sobre el asunto. Pero no es mi intención discutir aquí ese tema ahora. Lo que siento necesario hacer es poner el tema en el tapete y urgirnos a considerar las palabras de Cristo.

La misma escritura que señala enfáticamente que no podemos saber el día ni la hora, añade que habrá sucesos que marcarán el tiempo en que estas cosas estén por suceder.

Creo con toda sinceridad que estamos viviendo el tiempo de la apostasía, que antecedería a la aparición del hombre de pecado del hijo de perdición, al que el más amplio segmento de la iglesia cristiana identifica como el anticristo, el impostor que se hará pasar como “mesías”, y que como tal intentará dar solución a los males sociales de esta época.

Este hombre gozará de gran popularidad. Será aclamado por las multitudes que verán en él una especie de salvador. (seguramente hablaré de esto en otra ocasión).

Quien no se está preparando para el Señor se está preparando para el anti Señor, para el anti Cristo. ¿Nos estamos preparando para la venida del Señor?-

Estas líneas tienen como finalidad despertarnos al pensamiento que las cosas que Cristo ha dicho tendrán cumplimiento y creo que el cumplimiento está a la vuelta de la esquina.

Creo que las cosas que mayor devastación producen en la vida de las personas son aquellas que les toman desprevenidas.
Los accidentes ocurren así, te toman por sorpresa, tu no pensaste que tal cosa podría ocurrir ¡¡¡y mucho menos a ti!!!

Recuerdo el triste testimonio de un pastor norteamericano que salía rápido a atender a alguien de la hermandad que necesitaba urgente ayuda espiritual.

Nunca pensó este varón que su pequeño hijo jugaba debajo del vehículo cuando salió y lo arroyó quitándole la vida.

Uno se pregunta ¿cómo pudo ser? La respuesta: ”fue un accidente”. Ese padre no planeó que su hijo muriera ese día, de ese modo y mucho menos planeó ser el responsable de la muerte de su hijo.

Las consideraciones póstumas son muchas: “si hubiera estado atento”, es solo una de ellas. Lo concreto es que aquel hecho le tomó por sorpresa y fue devastador para él y su familia.

Quizás en verdad ese pastor estaría viviendo otra historia si hubiera estado más atento y esa es mi intención al escribir estas líneas hoy.

Cristo no quiere que un evento tan importante como nuestra reunión con Él nos tome por sorpresa. Él quiere que estemos atentos, preparados, con la inminencia del regreso de Cristo en nuestras mentes y corazones.
Sólo puedo decirte que cuando algo es prioritario para uno, nunca le toma por sorpresa. De ahí que la única forma en que el Señor nos encuentre como Él espera, es que tengamos Su regreso como una verdadera prioridad.

Debemos estar conscientes de este suceso. Debemos selectivamente poner a Cristo en el lugar de preeminencia en nuestro diario andar.

Dios nos ama profundamente sin duda alguna, pero que Él nos ame no es una franquicia para vivir negligentemente o para desestimar el valor de las palabras de Cristo.

En siglos no ha habido un tiempo (moralmente hablando) más difícil y corrupto que el nuestro.

La misma creación nos dice que ya no da más acusando el estilo de vida despreocupado y falto de amor por el prójimo y por el mismísimo entorno que tenemos lo hombres.

Todos los eventos meteorológicos y climáticos que vemos acontecer son una clara señal que algo está ocurriendo.

No debo temer a un año en particular, como muchos temen al 2012, pero tampoco puedo ser negligente y desconocer el mensaje que la naturaleza misma nos está dando sin intermediarios.

La pregunta pertinente es: ¿Creo a las palabras de Cristo? ¿Creo que Él viene por su pueblo, esa iglesia amada por la que él dio la vida en la cruz, esa iglesia que se ha apartado del mal del mundo, para recibir sin mancha ni arruga al esposo que es Cristo?

“A la medianoche se oyó un clamor que decía aquí viene el esposo, salid a recibirle”.

¿Habrá lámparas en nuestras manos para salir a recibirle y abrirnos paso a la medianoche (oscuridad espiritual) imperante en los días de su venida?

Hay que salir a recibirle, esto implica un acto de preparación y sobre todo atención al minuto en que se oiga la voz que anuncia la venida del esposo.
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