Author: gabtorar
•11:09
Proverbios 3:11 “Hijo mío, no te olvides de mí ley, y tu corazón guarde mis mandamientos”

¿Te has puesto a pensar en lo desmemoriados que somos?
¡Con qué facilidad olvidamos cosas que pueden ser muy importantes!

No me cabe duda que en algún momento habrás atravesado por la angustiante experiencia de haber olvidado algo crucial en un momento crucial.

Desde documentos para una presentación en el trabajo, una tarea para el colegio o la universidad, hasta papeles para realizar alguna diligencia, somos susceptibles de olvidar, y Dios lo sabe muy bien.

Nos preguntamos ¿cómo pude haberlo olvidado? Pero pasó irremediablemente y tuvimos que asumir los costos de tal olvido en más de alguna ocasión.

Ya sea por un problema de memoria o distracción (muchas cosas en la cabeza nos distraen haciéndonos “olvidar” asuntos importantes) Dios siempre va a la segura y Él sabe que nos es de gran ayuda cuando nos recuerda ciertas cosas.

Este proverbio hace mención de algo que para Dios es fundamental y que para nosotros debiera ser central, pero muy frecuentemente olvidamos. Me refiero a la ley de Dios, a Su palabra.

La ley de Dios está registrada en las Sagradas Escrituras, lo que nosotros conocemos como Santa Biblia.

En ese libro Dios ha plasmado todo lo que nos compete saber sobre Su Reino.

La ley de Dios son los estatutos por los cuales se rige la creación de Dios. Yo estoy seguro que como ciudadanos de esta tierra hay muchas cosas concernientes a la ley humana que no compartimos pero nadie puede desconocer que es por esos estatutos que se administra la ley en las sociedades.

La ley de Dios estipula la voluntad de Dios, y nosotros como creación Suya debiéramos estar bien enterados de cual sea esa voluntad.

Vivimos en el mundo que Él creó, usamos el cuerpo que él diseñó, por tanto, nos haríamos un gran bien si atendiéramos a los estatutos (leyes) que Dios dejó en Su Palabra.

El estado deplorable de vida que vemos, la maldad, inmoralidad, robos, asesinados, muertes y otros, son el resultado de no tener en cuenta la ley de Dios.

Dios sabe cuan crucial y beneficiosa resulta ser para nosotros estar atentos a ESA Ley y por ello nos manda a no olvidarla.

Si olvidar asuntos terrenos nos trae dolores de cabeza, tan sólo imagina cuán gravitante puede ser olvidar la ley eterna de un Dios Eterno que nos fue conferida para prepararnos para la Eternidad.

De modo que, entre las muchas cosas que se nos pueden olvidar, no nos conviene olvidar la ley de Dios.

¿Cuándo la olvidamos? Cuando comenzamos a tomar decisiones independientes de esos estatutos.

Si fueras a hacer un negocio que sabes que viola la ley, sabrás que estás en serio peligro, y que todo tu trabajo podría malograrse repentinamente.

Vivir una vida aparte o en contra de la ley de Dios es algo similar pero a la vez peor ´porque los alcances de la ley de Dios son como ya dije, eternos.

Transgredir la ley terrena no hace acreedores de penas terrenas, según nuestra falta o delito, somos penalizados de acuerdo a lo consignado en dicha ley.

La palabra de Dios del mismo modo ha consignado con claridad que nuestros delitos y pecados (la transgresión de esa ley divina) tendrán un costo para nuestra alma. ¡¡Por ello, no podemos ser descuidados respecto a la ley del Señor!!

Las personas que guardan la ley, viven vidas tranquilas en lo que a la justicia se refiere. Una persona que tiene presente como regla de vida la palabra de Dios, sabe que tiene paz con el Creador.

Ahora bien la forma de poder guardar los mandamientos es teniendo un corazón abierto a esos mandamientos y esa clase de corazón solo es posible por medio de Cristo.

Si Cristo es Señor en tu vida, la palabra de Dios será delicia a tu alma, refrigerio a tu ser, y una prioridad para tu corazón, y absoluta seguridad te digo que no olvidarás la ley del Señor, porque Cristo nunca, ni por solo minuto, la olvidó.
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