Author: gabtorar
•11:45
Juan 16:8 “Y cuando Él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio”

La realidad que Dios está muy por sobre nosotros es más abrumadora de lo que uno ligeramente puede pensar.

Para algunas personas el hecho de creer en Dios es el gran escollo de sus vidas. Sinceramente no saben si existe o no un “Dios”.

Para otras personas, lo es el hecho que creyendo, Dios parece no tener intención alguna de responder a sus oraciones, porque aunque piden no reciben.

Pero yo siento que es necesario ser más claros en este sentido y me refiero al tema del porqué Dios podría no responder a quienes le buscan en oración.

Verdaderamente es ese hecho que me lleva a pensar cuan popular y a la vez ajeno es el concepto de Dios para nosotros sus creaturas.

La mayoría no tiene problemas en asumir que existe un Dios todopoderoso.

Muchos lo entienden sin dificultad, pero esto no es garantía que entienden la naturaleza de ese Dios.

Ahí es donde radican nuestros problemas más profundos de relación con Él.

La gran mayoría entiende (piensa, cree) que Dios “se debe” a ellos.

Que de alguna manera Él “tiene” que responderles, tiene que estar ahí cada vez que le necesitan, aunque desde luego, ellos mismos “rara vez” están ahí para responder a las demandas de Dios.

Dios es manipulado con mucha frivolidad por personas que no tienen la menor de idea de “con quien se meten” cuando hablan de Él.

Y aunque todos sienten el derecho de hablar de Dios, pienso humildemente que pocos muestran la reverencia que se requiere para hablar de Él, porque lo hacen desde su ignorancia, sin conocer al Señor ni teológica ni experiencialmente.

El asunto es que Dios sabe que el problema de la humanidad es la debilidad que la carne (entiéndase naturaleza caída) tiene por el pecado.
El pecado es algo más que solo hacer algo feo o malo, es realmente mucho peor que eso. El pecado en su definición más profunda implica llevar una vida “de espaldas a Dios”, o sea, una vida que para nada considera a Dios en lo que hace.

¿Por qué tendría Dios que salir corriendo en nuestra ayuda cada vez que lo deseamos (mejor dicho “necesitamos”, porque francamente muchos no se acuerdan de Dios hasta que lo necesitan), siendo que hemos decidido vivir a espaldas suyas, adjudicándonos el señorío de nuestra vida y de las decisiones que tomamos y de las cosas que hacemos?

Esto lo planteo desde una postura apologética (defensa de la fe) porque es ciertamente injusto que Él tenga que hacerse cargo de nosotros, en circunstancias que nosotros queremos vivir ajenos a Él.

Con todo, Dios nos ha concedido gracias divinas, una de las cuales es precisamente “la convicción de pecados”.

El hombre cae tan profundo esclavo en el pecado que este le ciega, impidiéndole ver su real condición.

Date cuenta, como hombres y mujeres destruyen matrimonios por aventuras pecaminosas, por satisfacer fantasías que el pecado pone en sus mentes.
No imposta qué clase de pecado sea, el patrón siempre es el mismo, el pecado termina embrujando a la persona que como en un estado hipnótico se entrega, sin medir consecuencias, sin contar los costos de esas alocadas decisiones.

Lo peor es que el pecado envicia. El pecador necesita ir tomando dosis mayores que surtan un más profundo efecto en su carne y con eso solo termina hundiéndose más en su triste condición.

Una vez confrontado, muchos responden con toda desfachatez echando mano a argumentos egoístas tales como “tengo derecho a ser feliz” (a costa de la desdicha de otros, pero eso no imparta, el pecado en verdad te anestesia para que no veas esa verdad), o algo así como “es mi vida, yo sé lo que hago con ella”.

En medio de esta oscuridad, la gracia divina de la convicción de pecado surge como la chance para el pecador obstinado.

Dios usa Su Santo Espíritu para que este, por medio de la palabra de Dios, produzca convicción.

El hombre se resiste pero el poderoso Espíritu de Dios es capaz de traer luz al corazón entenebrecido por la acción del pecado.

El Espíritu de Dios viene para convencer al hombre de su pecado (que generalmente es muy obvio, pero se resiste a verlo como tal), para convencerlo de la justicia de Dios (que es Cristo) y del juicio que Dios ha decretado sobre el alma que pecare y que se rehusare a recibir la justicia de Dios, esto es a Cristo Jesús, como única solución al problema del pecado

Es claro que el camino que la humanidad ha escogido llevar, lejos de Dios, un día terminará haciéndole caer en un abismo de perdición del cual no habrá posibilidad de salir.

Dios quisiera evitarnos esa dolorosa e irreversible experiencia. Por ello nos concede la gracia de la convicción. Si amando más el pecado (recuerda; vivir dando la espalda a Dios), preferimos endurecer nuestro corazón contra eso, ¿qué otra alternativa puede quedar?

Por eso dice la escritura dice “si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones”.

Esta gracia divina no es para ser rechazada, debe ser profundamente agradecida, mira que si la gracia de Dios no pudo ayudar, nada más podrá.
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1 comentarios:

On 16 de febrero de 2011, 12:29 , Anónimo dijo...

tremenda verdad...Bendiciones hermanito