Author: gabtorar
•7:35
Hechos 2:40 “y con otra muchas palabras testifica y les exhortaba, diciendo: sed salvos de esta perversa generación”

Si nos propusiéramos hacer un análisis serio de las temáticas en torno a las cuales giran los dibujos animados, nos sorprendería ver las conclusiones a las que llegaríamos

No solo por las temáticas que tienen sino por la vasta exposición de nuestros hijos a este tipo de programas.

En noticias espeluznantes que salen a la luz de tiempo en tiempo, queda de manifiesto la agresividad con que actúan los niños, adolescentes, jóvenes y adultos de nuestro tiempo.

Esta agresividad no es resultado de sus últimos años de vida sino más bien de todos los años anteriores, y en particular, los primeros, que son los años de formación y consolidación de muchas conductas.

Si mirásemos los perfiles de personalidad que tienen los personajes de estas series entenderíamos por qué después de haber comenzado a mirar este tipo de programas, nuestros hijos tuvieron un cambio tan drástico de comportamiento.

La televisión ha jugado un rol preponderante en la propagación de antivalores.

Desde luego no es el único agente. El cine, el internet, la radio y las llamadas redes sociales están haciendo lo suyo en este sentido también.

No intento discutir la amoralidad de dichos medios. Está claro que el uso que se les dé, determinará los resultados que se produzcan por medio de los mismos, pero que han tenido su parte, es innegable.

Muchos de los accidentes automovilísticos que padecen nuestros jóvenes, por ejemplo, son el resultado de las dosis recibidas mediante películas como “Rápido y Furioso”, por ejemplo. ¿Cuántos enchularon sus autos al más puro estilo de la película después de verla?

Y si ellos hicieron eso externamente con sus vehículos es porque algo de esa película quedó internamente en ellos.

Seguramente también quedaron la ganas de hacer volar el auto en alguna carretera.

El estilo de vida que se propone en esos filmes es el que precisamente eleva los riesgos de accidentes en auto.

La ingesta de alcohol, actitudes rebeldes, peleas, sexo, dinero rápido, son una combinación mortalmente peligrosa.

Los mensajes que se entregan a través de los medios audiovisuales son muchísimos.

Hay para todos los gustos y edades. Lo interesante en nuestro caso sería que estuviéramos atentos para no dejarnos manejar por esos mensajes, especialmente por los que atentan contra nuestras vidas.

La lista de nombres de programas, series de TV, y películas sería interminable. Las temáticas expuestas son variadísimas, pero el elemento central siempre es el mismo: quebrar las leyes de Dios.

Ya sea atentando contra la integridad de uno mismo, o de otro: Por medio del uso de drogas o una vida promiscua, inmoral o licenciosa. Sea por medio del dinero fácil, o de la infidelidad, o de la trasgresión de las leyes humanas, no importan la trama, el mensaje es siempre el mismo: “Tú puedes hacer lo que quieras, puedes hacer lo que te venga. Lo que sientas, lo que quieras, lo que te guste, hazlo, tienes derecho a hacerlo”.

Y aunque suena muy bonito (es de hecho muy humano), lo que ese mensaje no precisa ni aclara, es que cada vez que hacemos lo que nos da la gana, tenemos que asumir costos que van más allá de lo que somos capaces de asumir.

El engaño del diablo siempre ha consistido en tratar de convencernos que tenemos dominado nuestro mundo. ¡¡Que gran mentira!!

Los niños (aun los padres), jóvenes y adultos, siempre creen tener dominadas las situaciones hasta que se les escapan de las manos.

La vida sin Dios está llena de cosas que parecen inofensivas y que nos llevan tiernamente a nuestra propia destrucción, a la perdición.
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