Author: gabtorar
•8:18
Mateo 19:16 “Entonces vino uno y le dijo: maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna?

¿Cuál será el conocimiento más importante que podamos llegar adquirir en la vida?

Con toda seguridad la respuesta a esta pregunta variará dependiendo de a quien se le pregunte, porque cada persona responderá en la medida de su vocación o inclinación interior.

Así para un hombre ligado a la medicina, lo más seguro es que la respuesta se halle en la cura de alguna enfermedad incurable desde el punto de vista médico o en el desarrollo de alguna tecnología que permitirá intervenciones que jamás se pensaron posibles.

Para un arquitecto, en tanto, la respuesta seguramente estará ligada a la invención de algún material novedoso que permita el avance de la industria de la construcción.

Tengo la certeza que las respuestas a esta pregunta está directamente ligada con nuestra vocación, con aquello que nos mueve interiormente a ser lo que somos y hacer lo que hacemos.

Hubo un hombre no obstante que fue capaz de poner respuesta a esta pregunta de modo magistral.

Me queda absolutamente claro que su respuesta no proviene de alguna institución terrenal sino de una revelación divina sobre el asunto que más relevancia debería tener para nosotros los hombres.

Jesús dijo que de nada le aprovechaba al hombre ganar el mundo, si al final perdía su alma.

El conocimiento más relevante es aquel que está relacionado con el tema del alma.

Los avances de la tecnología, los logros de la ciencia pueden hacer mucho por nosotros, pero no pueden hacer nada para solucionar el principal problema del hombre: el destino eterno de su alma.


Este varón descubrió lo siguiente: “Yo soy un gran pecador, pero Cristo es un Gran Salvador”


Tal vez a muchos esto les suene trivial, pero no lo es.

“Este conocimiento es demasiado maravilloso para mí”, decía el salmista, ¡y vaya que estaba en lo cierto!

¿Hemos considerado seriamente el asunto de cuál será el destino de eterno nuestras almas?

Es necesario, antes que todo, decir que no seremos salvos (no iremos al cielo) por nuestras obras, así que no vale la pena intentar apoyarse en “lo buenas personas que hemos sido”, como el joven de nuestro texto pensaba.

Que gran revelación es la que posee una persona que entiende su verdadera condición. No nos agrada que nos digan cosas feas acerca de nosotros, pero el que hagamos callar a quienes lo hacen, no quita que esa verdad todavía sea aplicable a nuestras vidas.

Yo puedo decidir no acudir al doctor bajo el precepto de que si voy me dirá que tengo una enfermedad que en realidad no quiero tener, pero el hecho de no ir al médico, no hará desaparecer la enfermedad (si esta se encuentra en m).
Más bien el médico me ayudará para que pueda hacer algo al respecto.

El contar con el conocimiento que soy un gran pecador me pone en el lugar en que “necesito de un gran salvador”. Y ese gran salvador se haya plenamente en la persona de Cristo Jesús.

¡¡Qué ajeno es este conocimiento para muchas personas!!

¿Cuántas personas tienen grados de especialización, estudios y más estudios, diplomas, doctorados, títulos, y sin embargo, son completamente ignorantes de la gravedad de este hecho que tiene repercusiones eternas para el alma?

Yo agradezco al Señor que, me haya permitido entender esta verdad: “Gabriel es un pecador, no importa cuántos arranques de bondad pueda manifestar en su vida, Gabriel necesita de un salvador, y frente al gran problema de su pecado, Cristo, el Hijo Unigénito del Padre, es el Gran salvador que Gabriel necesita”.

¿Has llegado a descubrir si lo necesitas también?
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