Author: gabtorar
•10:05
Números 13:33 “También vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de los gigantes, y éramos nosotros; a nuestro parecer, como langostas; y así les parecíamos a ellos”

Existe una célebre frase conocida en todo el orbe que dice: “pienso luego existo”.

Y si damos crédito a esa frase entonces tendremos que dar crédito a lo siguiente: que “como pienso, así existo (vivo)”.

Nuestra mentalidad determina en gran medida la clase de vida que llevamos. Me atrevo a decir que no calculamos el profundo valor que se esconde detrás de la mentalidad que nos gobierna.

Muchos de los logros que alcanzamos en la vida tienen que ver directamente con la clase de mentalidad que nos gobierna.

Las personas vamos consolidando una manera de ver la vida de acuerdo a nuestras experiencias buenas y malas.

Hace poco el Señor me hacía pensar en el hecho que “el conocimiento se va construyendo de a poco”, y es indudable que la manera que vemos la vida, el mundo, y a Dios mismo, están estrechamente ligados al conocimiento que hemos ido construyendo en función de nuestras experiencias de vida.

A modo de ejemplo debo decir que para algunas personas es complicado acercarse a Dios y verle como Padre porque lamentablemente tienen una figura terrenal de padre que deja mucho que desear.

Ese conocimiento les mentaliza a ver al “Padre Dios” de una manera puntual, lo que incluye no querer saber nada con cualquiera cosa o persona que se acerque a la figura de un padre.

Por otro lado las personas que tienen una buena imagen de su padre terrenal, consideran toda una delicia saber que cuentan con un Padre que es todavía mejor que el que les ha sido prestado en esta vida, y con gozo, se acercan a Él.

Nuestra mentalidad es vital para todas las cosas. Hay personas que viven vidas de derrota casi porque así lo han decidido.

Dios mismo nos ha dado precisas promesas que requieren solamente ser creídas para recibirlas, pero la mentalidad de algunos les impide tal cosa.

Contamos con el caso de los espías que Moisés envió para reportar que tan buena era la tierra que Dios les había prometido.

Doce varones fueron enviados en esta misión y cuando llegaron allá constataron que la tierra era tan buena, que un racimo de uva que trajeron de muestra (según se les había solicitado) debió ser cargado por dos varones en un palo a cusa de su gran tamaño. ¡¡Imagínate cuan buena era esa tierra!!

Ellos por generaciones habían servido como esclavos en la tierra de Egipto y Dios les estaba ofreciendo maravillosas promesas de una tierra que sería todo lo opuesto a lo que ellos conocían.

A menudo Dios nos ofrece cambiar la vida que tenemos por una mejor que Él tiene para nosotros.

Puntualizando los hechos déjeme decir que ellos nunca entraron en esa tierra porque su mentalidad se los impidió.

Vieron la altura de las ciudades que debían conquistar, la estatura de los hombres que vivían en esas ciudades pero fueron incapaces de ver lo único que valía la pena considerar: el tamaño del Dios que les respaldaba y que les estaba concediendo tal promesa.

La mentalidad de ellos, su incredulidad, su negativismo, les impidió recibir este don de Dios.

¿Cuántas veces hemos perdido lo que Dios nos está ofreciendo simplemente por tener una mentalidad discordante?

Sería bueno que nos esforzáramos para estar en sintonía con los pensamientos de Dios, para pensar correctamente. Recuerda que “así como pienso, así existo”.
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