Author: gabtorar
•13:23
Lucas 15:17 Y volviendo en sí, dijo: ¡¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!!

Hace algunos días mientras estábamos en nuestro tiempo congregacional de intercesión, el Señor me tocó respecto a una fuerte verdad.

Lo que recibí del Señor fue simple y claro: “en la casa del Padre no hay necesidad”

Mientras orábamos esa noche por las muchas personas que se alejan de las congregaciones (mayoritariamente seducidas por el mundo), el Señor traía a mi corazón lo que Jesús enseñó sobre el hijo pródigo

Dice la escritura que este hombre se fue lejos a vivir perdidamente, y que en este vivir malgastó su herencia.

Después de algún tiempo, y cuando ya no le quedaban reservas económicas, vino hambre a aquella provincia y él deseaba llenarse con las algarrobas de los cerdos.

El Señor me hacía pensar en tantas personas que hoy están en tremenda necesidad, hambrientas espiritualmente, personas que un día estuvieron en la casa del Padre, pero que se sintieron atraídas por el mundo.

Personas que fueron engañadas con la idea que había algo ahí afuera que era mejor que lo tenían adentro.

Pero la aventura duro poco. Tan rápido como vino la soberbia vino el abatimiento. En menos de lo tiempo de lo que hubiera podido imaginar, este hombre se halló sin reservas financieras.

Para colmo de males una gran hambre azotó esa provincia y en lugar de una vida maravillosa vino como hombre armado la necesidad.

“En la casa del Padre, dijo este varón quebrantado por su deplorable condición, hay jornaleros que tienen suficiente alimento, y yo aquí perezco de hambre”

Una potente verdad que él no vio y que a menudo tampoco vemos hasta que vivimos las consecuencias, es que nuestros deseos desordenados se convierten en causal de mucho dolor.

Nos viene el impulso de querer hacer cosas, y nos dejamos seducir por esos impulsos sin someterlos al escrutinio de Dios o de Su palabra. Nos dejamos mover creyendo que poseemos lo suficiente para arreglárnoslas solos. ¡¡Qué gran mentira!!

Piensa en los muchos dolores que has vivido en la vida y hallarás como factor común que fueron ideas tuyas, cosas de las cuales estabas convencido que eran así, y luego comprobaste que no eran lo que pensabas.

El hijo pródigo salió en busca de un bienestar que no pensaba tener junto al padre. Paradójicamente al final de su desastrosa travesía, se dio cuenta que el único bienestar que había conocido era el que el padre le concedía.

En esa aventura alocada efectivamente descubrió una vida que no conocía pero que no era lo que él tenía en mente.

Conoció la necesidad, vivió el hambre, y sólo entonces pudo valorar lo que había en la casa del Padre.

Entonces valoró que aun los jornaleros tenían abundancia de pan en ese lugar, mientras que fuera de casa él tenía necesidad.

Hay tantas consideraciones que no incluiré aquí porque sería largo de comentar, pero debo precisar que fuera del Padre no hay propósito, no hay vida realmente.

El hijo pródigo fue en busca de una vida, y término apenas sobreviviendo.
La casa del Padre representa cobertura espiritual. Representa asimismo propósito. Dios como nuestro Padre, tiene propósitos con nosotros pero es bien difícil que lleguen a cumplirse si estamos fuera de su voluntad.

Nos posicionamos a nosotros mismos en un lugar de peligro cada vez que salimos de la cobertura del Padre.

“El que habita al abrigo del Altísimo, dice la escritura, morará bajo la sombra del Omnipotente” ¿De qué habla esto? Habla de protección, de cobertura.

El vivir bajo la voluntad de Dios nos abriga, nos cubre nos protege.

Realmente no hay necesidad en la casa del Padre. La vida dentro de Su casa, en Su voluntad, está llena de propósito, llena de la provisión que necesitamos para avanzar en Sus planes.

No solo hay pan en la casa del Padre. En Él encontramos vestido, calzado y anillo.

El hijo, arrepentido, volvió sin ambiciones. Las circunstancias fueron una excelente escuela para su soberbia y regresó no exigiendo un lugar como hijo, sino ser admitido tan solo como un jornalero más.

El Padre movido a misericordia le dio lo que no merecía. En efecto le restauró como hijo, pero eso no ocurrió antes de que este hombre pudiera comprender, que en la casa del Padre era donde le convenía estar.
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