Author: gabtorar
•11:36
Hechos 13:5 “Y los discípulos estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo”

Yo sé que en medio de las muchas tragedias que están golpeando al mundo entero, suena raro que alguno quiera hablar de gozo.

Es difícil pensar que las personas puedan tener motivos para gozar (regocijarse) cuando todo alrededor parece ir tan mal.

La verdad es que las cosas en el mundo van derechamente de mal en peor.

A los problemas ya existentes se van sumando otras problemáticas.

Vivimos en un mundo tan globalizado que podemos estar seguros, que el terremoto (principalmente el maremoto) de Japón, tendrá repercusiones económicas, por ejemplo, en el resto del mundo.

Lo que ocurre de manera local tiene un efecto a nivel general que puede no ser definitivamente gravitante en el curso de las cosas, pero que desde luego incide en el “cómo” vayan las cosas.

Por eso digo que con un panorama como el que se vive es complicado hablar de gozo. Las gentes más bien sufren hoy día.
Hay una condición de desesperanza generalizada en el fondo de los corazones de muchos seres humanos

En este tiempo postrero se ha levantado una tremenda ola de informaciones que hacen que el corazón de las personas se desaliente, y en no pocos casos, desfallezca.

Basta con echar un vistazo en la web por algunos minutos para encontrar videos de toda clase y credo que hablan de catástrofes habidas (y por haber).

Se sindica el año 2012 como el año del fin del mundo (cosa que por supuesto no es cierta porque en estricto rigor el mundo AUN no se va a terminar).

Se atribuye tal destrucción a un planeta que se acerca a la tierra, o a la caída de algunos meteoritos, a la invasión alienígena. En fin, motivos no faltan.

Para validar estas ideas se cita a personajes como Nostradamus, a los mayas, aztecas, a algunos de los “maestros iluminados” (gurúes de muchos).

Concretamente, se echa mano a muchos argumentos y personajes para explicar estas posturas.
Pero en medio de todo este debate ideológico hallamos en la palabra de Dios que los discípulos del Señor están llenos de gozo.

Cito a los discípulos del Señor porque ellos fueron hombres que de hecho atravesaron por muchas situaciones angustiantes.

Los terribles quebrantos que experimentaron fueron por causa de su fe en el Salvador Jesucristo, en su inquebrantable compromiso con Él.

Vivieron privaciones de toda clase y lo hicieron sin chistar porque en ellos había alguien más que el hombre no llega a tener por casualidad, me refiero al Espíritu Santo de Dios.

Dice el verso que estaban llenos del Espíritu Santo. Esa presencia extra producía en sus vidas un gozo inefable, incomprensible para la mente natural.

Encararon cárceles, azotes, maltratos, apedreamientos, sufrieron la pérdida de sus bienes, la pérdida de sus seres más amados, no a causa de un terremoto, o huracán, o temporal, o inundación, sino por ser consecuentes con su fe, ¡¡y todavía se mantuvieron gozosos!!

Ellos pudieron atravesar por todo eso y todavía estar gozosos porque estaban llenos del Espíritu de Dios, estaban llenos de la paz de Dios, de la esperanza que viene de Dios, de las promesas que habían recibido de Dios.

El mismo apóstol Pablo lo publicaba: “todo lo puedo en Cristo que me fortalece”

El gozo de Dios es algo incomprensible para la mente humana no regenerada.

Ese gozo nos permite enfrentar el dolor con otra mirada, con otro sentir. Los episodios más grises de la vida se iluminan cuando ese gozo está presente.

La desesperanza que abruma los corazones no sería tal si nos diéramos la oportunidad de conocer lo que Dios tiene para nosotros en la persona de Cristo y por medio de la operación del Espíritu Santo.

La misma biblia dice que “Cristo, por el gozo puesto delante de él, sufrió la cruz”. Esa es una manera muy distinta de ver la vida, pero uno no llega a ver la vida de esa manera hasta que no recibe esa llenura del Espíritu de Dios.

Tratar de vencer en la vida sobre la base de nuestras fuerzas humanas solamente tarde o temprano nos pasa la cuenta, dado que nuestras fuerzas son limitadas. Podemos ser vigorosos pero eso dura hasta que llega la fatiga.

Las fuerzas del Señor son extraordinarias e ilimitadas.

Un buen ejemplo de ello es la zarza que vio Moisés, la cual ardía sin consumirse.

Estoy convencido que esa zarza es simbólica de una vida y un ministerio llenos del Espíritu Santo.

Esa zarza ardía por la Presencia de Dios allí.

Cuando Dios está presente hay fuego, hay calor, hay vida, hay fuerzas de sobra.

No me extraña que los discípulos, aun teniendo tantas razones para llorar y lamentar, estuvieran gozosos.

¿Cómo no estarlo si lo que hacía arder la zarza, ardía en ellos también?
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