Author: gabtorar
•12:45
Efesios 1:18 “alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos”

Ayer compartía que la vida de Jesús es luz para los hombres. Al considerar esto no es difícil entender porqué las sociedades viven en tal grado de oscuridad, siendo que Cristo no es considerado seriamente en muchos países que se denominan cristianos.

La verdad es que la luz no viene por hablar de ella, pero la luz es ciertamente sinónimo de conocimiento.

Es cierto que el conocimiento ilustra a las personas, las ilumina, pero sólo el conocimiento de Dios las eleva.

Gran parte del ministerio de Jesús consistió en enseñar acerca del reino.

Las personas de Su tiempo seguían las tradiciones religiosas porque esa era toda la luz de la que disponían, pero Jesús vino a hablarles del reino de los cielos y lo hizo con asombrosa autoridad.

No es curioso que al comenzar Su ministerio haya dicho “el reino de los cielos se ha acercado”.

¿Cómo se acercó el reino de los cielos? ¡¡En Su persona, no sólo en Sus enseñanzas!!

Tú puedes hablar con autoridad sólo de aquello que sabes que sabes. Él sabía que sabía lo que era el reino de los cielos porque venía de allá.

Sabía de qué hablaba cuando se refería al Padre, a los ángeles, a la vida eterna.

Jesús trajo la luz en Su persona, y esa luz fue vida para los que creyeron en Él entonces y sigue siéndolo hoy,

Pero al igual que en ese tiempo, hay personas que hoy rechazan la luz de Cristo. La rechazan cada vez que rechazan Su palabra.

Cada vez que rechazan Sus enseñanzas, rechazan también la vida que sale de ellas.

Nosotros somos en extremo selectivos. Los que estudian marketing saben esto y la razón por la que las multitiendas asocian productos y los venden enganchados en promociones, es para hacernos llevar lo que nosotros de otro modo no llevaríamos.

En lo que a Dios respecta, también somos así. Llevamos lo que nos gusta de Él, seleccionamos lo que nos gusta de Su palabra y rechazamos lo que sentimos que nos estorba (normalmente eso ocurre con las reglas de santidad y consagración que uno encuentra en la palabra de Dios).

En verdad a nadie le molesta oír las promesas que Dios tiene, pero no ocurre lo mismo cuando se trata de oír los preceptos que Dios tiene.

Pero la palabra de Dios es esa lámpara para nuestro andar. La luz es conocimiento, y el conocimiento viene por medio de la palabra de Dios.

Desde luego, no basta con sólo citar la palabra, es necesario ser luz

Cuando tú te hayas en necesidad de ayuda concreta, realmente no esperas que alguno cite la palabra de Dios, más bien esperas que alguno (que está en condición de hacerlo) haga la palabra de Dios contigo.

A menudo pasamos por alto cuestiones fundamentales de ser luz, como es el ser sensibles a las necesidades de los demás.

Pero la biblia dice que yo no debo despedir a quien viene a pedirme ayuda si tengo cómo ayudarlo.

Puedo hablar de ayudar (puedo citar la luz) pero es solo cuando ayudo, cuando en verdad soy luz

Pablo oraba que fuesen alumbrados los ojos del entendimiento para que pudieran comprobar lo que Dios tenía para ellos.

La luz es un bendito sinónimo de vida, de conocimiento.

Juan citó al Señor Jesús cuando dijo “y esta es la vida eterna, que te CONOZCAN a Ti”

El conocimiento nos ilumina, alumbra nuestras tinieblas.

La palabra de Dios es lumbrera a nuestro camino y luz para el alma que habita en oscuridad.
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