Author: gabtorar
•13:02

Efesios 6:14 “Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, yvestidos con la coraza de justicia”

La segunda pieza de la armadura de la que he estado compartiendo es la coraza. El apóstol la llama “coraza de Justicia”.

Ya establecimos que el plan de Dios es que esta armadura sea parte de nuestra vida cotidiana, que no se trata de piezas que yo pongo o quito de mi vida a mi antojo.

Estas piezas o partes deben llegar a ser atributos permanentes de mi carácter cristiano.

La coraza cubre un área muy importante, el pecho.

En esa zona se encuentra el órgano más relevante de nuestro cuerpo que es el corazón. Tenemos dos riñones, dos pulmones, pero sólo un corazón.

Muchos músculos podrían dejar de funcionar produciendo ciertos grados de atrofia y disfunción corporal, pero el miocardio no se puede detener porque cuando deja de funcionar simplemente se acaba la vida.

Así, la coraza cubre el corazón y otra vez esto nos debe llevar a pensar en el valor espiritual que esto tiene para el cristiano.

Si la coraza de Justicia está “sobre el corazón”, entonces sobre nuestro corazón debe haber un tremendo sentido de justicia. Debe haber en nosotros un corazón justo.

Un corazón JUSTO es de incalculable valor delante de Dios.

Justicia se define como “dar a cada uno lo que de suyo corresponde”.

Desde esa definición podemos afirmar que no hay mucha justicia en nuestros tiempos que digamos.

Las sociedades en todo el mundo están alborotadas en pos de un clamor popular “por justicia”.

Los organismos e instituciones han abusado por demasiado tiempo de las personas, y el desarrollo tecnológico ha permitido que las personas estén cada vez más y mejor informadas, lo que ha empoderado a las sociedades

Todo el mundo desea justicia, pero ¿cuántos están dispuestos a darla? Ese parece ser el problema.

Dios se define así mismo como un Dios de Justicia. Uno de Sus gloriosos atributos es precisamente la justicia. No es raro que Él desee que haya en nosotros un carácter justo.

Pero la justicia, como todo los demás, bueno y malo, sale del corazón.

Dios desea ver en nosotros corazones que entienden el valor de la justicia, y que por tanto, AMAN y HACEN justicia.

Es triste ver cristianos injustos, porque Cristo es justo.

Ninguno de nosotros es perfecto, pero no permitamos que eso se vuelva “la excusa perfecta” para justificar nuestras injusticias con Dios. A veces son demasiado exageradas.

Lo veo cuando las personas fallan en aspectos tan básicos de la vida cristiana como son el darle a Dios el tiempo que le corresponde, o apoyar la obra de Dios con los recursos que corresponden.

Siempre habrá voces que hablen de los excesos que se cometen en algunas congregaciones, pero no podemos meter todas las congregaciones en la misma bolsa. Eso es algo muy INJUSTO.

Una vez una mujer comerciante me dijo “yo no voy a ninguna iglesia porque me han defraudado mucho”.

De verdad que es una lástima que eso ocurra, pero le pregunte si en su vida como comerciante la habían defraudado, me dijo: ¡¡Muchas!! Yo le dije: y si la han defraudado tanto, ¿por qué no ha dejado el comercio? Por supuesto, no hubo respuesta de su parte.

Es fácil tratar de justificar lo injustificable, pero Dios ama la justicia. La biblia dice que con la medida con que medimos seremos medidos.

Muchas veces las iglesias hacen malabares para pagar gastos comunes típicos de cualquier dependencia que usa agua, luz, o que paga arriendo (alquiler)

Muchas veces quienes hemos sido llamados por Dios para trabajar en la obra a tiempo completo, y que por tanto dependemos del apoyo de quienes se congregan con nosotros o son beneficiados por nuestro trabajo al Señor, nos vemos en la necesidad de hacer malabares para cubrir gastos porque no hay una actitud justa a la hora de aportar para la obra de Dios como Dios lo estipula.

La excusa es que no hay provisión, y uno se da cuenta que no hay provisión sólo para la iglesia, porque para todo lo demás si que hay, incluso para las cosas que no son necesidad.

Eso es tremendamente injusto. Por cierto, Dios está tomando nota de todo. No es de extrañar que las personas tacañas sean afligidas justamente en el área monetaria, que es donde más le duele. Recordemos que Dios es justo, y Él ha estipulado que cada cual cosechará lo que haya sembrado.

¿Cómo podría Dios responder nuestro clamor por justicia cuando ve en nosotros, en nuestros corazones tanta injusticia hacia ÉL, Su obra o el prójimo, de nuestra parte?

Debemos aprender a ser justos con Dios, dándole a Él, Su tiempo, Su espacio, Su lugar. Ser justos con nuestro cónyuge, hijos, parentela y prójimo en general.

Dios ama la justicia y nos llama a buscarla: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:33)

“Estas cosas” se refiere a aquellas que nos quitan el sueño y destrozan los nervios con afán y angustia: “la comida, la bebida y el vestido”.

Dios ha prometido añadirlas si PRIMERO buscamos SU Reino y JUSTICIA.

Tener una actitud justa hacia Dios y los demás nos proveerán de una coraza de protección para las áreas más vitales de nuestro ser.

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